Traición y Lucha: Un Amor Inesperado

Traición y Lucha: Un Amor Inesperado

Gavin

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Capítulo

El olor a flores marchitas y sudor seco del gimnasio era un recordatorio constante de la ausencia de mis padres, dos leyendas de la lucha libre reducidas a un recuerdo enmarcado. Mientras lidiaba con su trágica y sospechosa muerte, Don Arturo, el presidente de la Federación Nacional de Lucha Libre, me impuso una condición para heredar nuestro Salón de la Fama: debía casarme en tres meses para asegurar la continuidad del linaje. Entonces apareció Ximena "La Venenosa" Vargas, mi prima, la mujer de quien siempre estuve ciegamente enamorado, ofreciéndose para un matrimonio de conveniencia que me permitiera mantener mi herencia. Pero mi esperanza se hizo añicos cuando descubrí su cruel plan: casarse conmigo para apoderarse de todo y luego vivir su amor con mi archirrival, "El Fantasma Negro" , incluso planeando que mis futuros hijos fueran de él y yo solo les diera mi apellido. La rabia fría y cortante me consumió, y por primera vez, el ingenio Ricardo se desvaneció, dando paso a "El Halcón" . Decidí que la farsa había terminado: corté sus gastos ilimitados, revelé su gigantesca deuda y la confronté públicamente, dejando claro que el trato especial se acabó. Justo cuando mis tíos, liderados por el ambicioso "El Buitre" , intentaron despojarme de mis bienes, y Ximena y "El Fantasma Negro" se regodeaban en mi desgracia, una figura inesperada irrumpió en la mansión. Era Isabella Mendoza, mi prometida de un pacto antiguo, quien no solo expuso el amaño de peleas del "Fantasma Negro" , arruinando su carrera, sino que también compró la deuda de Ximena, dejando a ambos desamparados. El impacto fue tan grande que no pude creer que esta mujer, fuerte y decidida, fuera mi prometida. Mi corazón, herido por la traición, encontró una nueva esperanza. El destino me había traído a la mujer que, años atrás, había rescatado de un accidente, revelando que el pacto de nuestros padres era una pieza más en un rompecabezas mucho más grande. Ahora me pregunto, ¿podrá esta unión forzada por el destino sanar las heridas del pasado y forjar un futuro de verdadero amor y poder?

Introducción

El olor a flores marchitas y sudor seco del gimnasio era un recordatorio constante de la ausencia de mis padres, dos leyendas de la lucha libre reducidas a un recuerdo enmarcado.

Mientras lidiaba con su trágica y sospechosa muerte, Don Arturo, el presidente de la Federación Nacional de Lucha Libre, me impuso una condición para heredar nuestro Salón de la Fama: debía casarme en tres meses para asegurar la continuidad del linaje.

Entonces apareció Ximena "La Venenosa" Vargas, mi prima, la mujer de quien siempre estuve ciegamente enamorado, ofreciéndose para un matrimonio de conveniencia que me permitiera mantener mi herencia.

Pero mi esperanza se hizo añicos cuando descubrí su cruel plan: casarse conmigo para apoderarse de todo y luego vivir su amor con mi archirrival, "El Fantasma Negro" , incluso planeando que mis futuros hijos fueran de él y yo solo les diera mi apellido.

La rabia fría y cortante me consumió, y por primera vez, el ingenio Ricardo se desvaneció, dando paso a "El Halcón" .

Decidí que la farsa había terminado: corté sus gastos ilimitados, revelé su gigantesca deuda y la confronté públicamente, dejando claro que el trato especial se acabó.

Justo cuando mis tíos, liderados por el ambicioso "El Buitre" , intentaron despojarme de mis bienes, y Ximena y "El Fantasma Negro" se regodeaban en mi desgracia, una figura inesperada irrumpió en la mansión.

Era Isabella Mendoza, mi prometida de un pacto antiguo, quien no solo expuso el amaño de peleas del "Fantasma Negro" , arruinando su carrera, sino que también compró la deuda de Ximena, dejando a ambos desamparados.

El impacto fue tan grande que no pude creer que esta mujer, fuerte y decidida, fuera mi prometida.

Mi corazón, herido por la traición, encontró una nueva esperanza.

El destino me había traído a la mujer que, años atrás, había rescatado de un accidente, revelando que el pacto de nuestros padres era una pieza más en un rompecabezas mucho más grande.

Ahora me pregunto, ¿podrá esta unión forzada por el destino sanar las heridas del pasado y forjar un futuro de verdadero amor y poder?

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Mi esposo, Mateo Vargas, me ha pedido el divorcio siete veces. Cada vez, la misma excusa: "Valentina ha regresado a México y la necesito" . Y cada vez, yo, Sofía Romero, su "esposa" que él desechaba como un pañuelo usado, firmaba los papeles. Siete humillaciones públicas, siete rondas de susurros a mis espaldas, siete colecciones de actas de divorcio que ya parecían cromos. Sacrifiqué mi carrera como diseñadora, mis sueños, mi dignidad, todo por ser la esposa perfecta que él nunca valoró. Pero esta octava vez, mientras él me sonreía perezosamente y prometía regresar en tres meses para volver a casarse, algo cambió dentro de mí. ¿Cómo pude ser tan ciega? ¿Tan desesperada por una migaja de su amor que no veía la toxicidad? La risa que solté fue amarga, sin alegría, como la historia de mi vida con él. "No te preocupes", le dije, mi voz con un filo helado que nunca antes había usado. "Esta vez, haré las cosas diferente yo también." No hubo lágrimas, no hubo gritos, solo una calma aterradora que lo descolocó por completo. "Cuando vuelvas, ya no estaré." Se que se siente aliviado, pensando que no habrá drama esta vez. Pero lo que no sabe es que esta vez, el juego ha cambiado. Porque en mi mente, un plan completamente diferente ya estaba en marcha, uno que no incluía ninguna boda, ninguna reconciliación. Uno que no lo incluía a él. Y esta vez, Sofía Romero no solo se irá, se levantará, se transformará. La venganza es un plato que se sirve frío, y yo sé esperar.

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