Cuando Mis Amados Se Convierten En Pesadilla

Cuando Mis Amados Se Convierten En Pesadilla

Gavin

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Capítulo

El olor a desinfectante y el frío de la tumba aún se pegaban a mis huesos, un recuerdo helado de mi muerte. Pero al abrir los ojos, reconocí la luz del sol en la casa de mi madre en 2023. De repente, las risas de mi hermana Isabella y mi esposo Marco Antonio confirmaron mi peor pesadilla: en mi vida pasada, ellos se habían casado y habían tomado todo lo mío. Mi propia habitación había sido invadida por las cosas de Isabella, y mi madre, despectivamente, me dijo: "Esta ya no es tu habitación. Vete a tu propia casa con Marco". Él, en lugar de defenderme, la secundó. La cena fue una tortura, mi madre elogiando a Isabella y a su lado Marco, defendiéndola. La indignación me ahogaba al ver su traición crecer día a día, confirmando mis peores sospechas sobre su plan. ¿Generosa? ¿Dándole mi cuarto, mi esposo, mi vida entera? La humillación era insoportable. Marco me exigió disculpas, pero ya no había vuelta atrás. En un arrebato de indignación, lo dejé en la carretera, sabiendo que ya no había amor en sus ojos, solo fastidio. En ese momento, la vieja Sofía murió. La nueva Sofía estaba naciendo.

Introducción

El olor a desinfectante y el frío de la tumba aún se pegaban a mis huesos, un recuerdo helado de mi muerte. Pero al abrir los ojos, reconocí la luz del sol en la casa de mi madre en 2023.

De repente, las risas de mi hermana Isabella y mi esposo Marco Antonio confirmaron mi peor pesadilla: en mi vida pasada, ellos se habían casado y habían tomado todo lo mío.

Mi propia habitación había sido invadida por las cosas de Isabella, y mi madre, despectivamente, me dijo: "Esta ya no es tu habitación. Vete a tu propia casa con Marco". Él, en lugar de defenderme, la secundó.

La cena fue una tortura, mi madre elogiando a Isabella y a su lado Marco, defendiéndola. La indignación me ahogaba al ver su traición crecer día a día, confirmando mis peores sospechas sobre su plan.

¿Generosa? ¿Dándole mi cuarto, mi esposo, mi vida entera? La humillación era insoportable. Marco me exigió disculpas, pero ya no había vuelta atrás.

En un arrebato de indignación, lo dejé en la carretera, sabiendo que ya no había amor en sus ojos, solo fastidio. En ese momento, la vieja Sofía murió. La nueva Sofía estaba naciendo.

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5.0

El aire denso y sofocante de la habitación de hotel barata me asfixiaba. Frente al espejo manchado, la joven de ojos vacíos que me devolvía la mirada era casi una extraña. Pero el montón de billetes en la mesita de noche era real, sucio, tangible. Cien mil pesos. El precio, me convencía, de la vida de Alejandro. Por él, todo valía la pena; incluso la pureza que había sacrificado. Con el corazón latiéndome entre la esperanza y el pánico, corrí al hospital, el olor familiar a antiséptico prometiendo un nuevo comienzo. Pero al doblar la esquina, risas. No, no risas de alivio, sino carcajadas burlonas; la voz de Valeria, mi detestable rival, seguida por la de Alejandro. "¿En serio te creíste que esa tonta iba a conseguir la lana?" , dijo Valeria. "Claro que sí, mi amor. Sofía es tan ingenua... Le monté el numerito del enfermo terminal y se lo tragó enterito. Ya debe estar vendiendo hasta el alma para juntar el dinero" , respondió Alejandro. El suelo bajo mis pies se derrumbó. Su enfermedad, nuestro amor, todo era una farsa cruel. Una elaborada venganza por una beca que yo gané con mi esfuerzo. "Cuando traiga el dinero, la grabaré... Será la humillación de su vida" , susurró Alejandro, su voz conspiradora. Ahogué un sollozo, el dolor físico y emocional era insoportable. Me habían golpeado, manipulado, usado para el entretenimiento de una audiencia cruel. ¿Por qué? ¿Por qué esta maldad? En medio de mi desesperación, el teléfono sonó. Una llamada de Londres. La inoportuna noticia de un abuelo al que creía muerto para mí. Pero en ese instante de quiebre, una idea. Una única y afilada oportunidad para escapar. Decidí que no me destruirían. Esta vez, se acabó la Sofía ingenua. Ahora solo quedaba una Sofía decidida a contraatacar. Y ellos, mis torturadores, pagarían.

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