La Vida Mentirosa: No perdonaré Nunca

La Vida Mentirosa: No perdonaré Nunca

Gavin

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Capítulo

Introducción Durante siete años, viví una farsa, creyendo ser la amada prometida de Máximo Castillo y la madre feliz de Leo. Mi rostro no era mío, mis recuerdos eran falsos; era la copia de una mujer muerta. Pero la mentira estalló en pedazos cuando la verdadera Sofía Salazar regresó en medio de una fiesta. Mi hijo, Leo, con la inocencia de sus siete años, la señaló y dijo: "Mamá, esa mujer no eres tú". El pánico se desató, Sofía cayó a la piscina, y Máximo, con una furia incomprensible, arrastró a nuestro hijo al borde. Él, que tenía un miedo terrible al agua, fue arrojado sin piedad al fondo. Lo saqué inerte, mientras Máximo consolaba a Sofía, y la televisión anunciaba que él celebraba su "séptimo aniversario" con ella. En ese instante, algo se rompió en mi cabeza y la verdad me golpeó como un aluvión: mi nombre era Lina Garcia, y Leo era el hijo de una violación atroz, no de un amor idílico. Máximo no solo me había engañado, sino que al enterarse de la muerte de Leo, se burló, arrojó sus cenizas al suelo y me mostró un informe falso de ADN, golpeándome brutalmente. ¿Cómo pude amar, o creer que amaba, a un monstruo capaz de tanto horror? Pero el destino tenía otros planes; los secretos finalmente salieron a la luz. Su tía Isabel reveló la verdad en su funeral: Leo era su hijo biológico, el ADN había sido falsificado por Sofía, y la misma Sofía había manipulado la medicación de su madre. Además, la herencia de Máximo, su imperio vinícola, ahora me pertenecía a mí. Con el dolor aún fresco, tomé mi lugar para desmantelar su imperio de mentiras y asegurar que cada uno pagara por sus crímenes. La sumisa "Sofía" había muerto con su hijo, y Lina Garcia, la verdadera Lina Garcia, se levantaría de las cenizas para reclamar justicia y su propia vida.

Introducción

Introducción

Durante siete años, viví una farsa, creyendo ser la amada prometida de Máximo Castillo y la madre feliz de Leo.

Mi rostro no era mío, mis recuerdos eran falsos; era la copia de una mujer muerta.

Pero la mentira estalló en pedazos cuando la verdadera Sofía Salazar regresó en medio de una fiesta.

Mi hijo, Leo, con la inocencia de sus siete años, la señaló y dijo: "Mamá, esa mujer no eres tú".

El pánico se desató, Sofía cayó a la piscina, y Máximo, con una furia incomprensible, arrastró a nuestro hijo al borde.

Él, que tenía un miedo terrible al agua, fue arrojado sin piedad al fondo.

Lo saqué inerte, mientras Máximo consolaba a Sofía, y la televisión anunciaba que él celebraba su "séptimo aniversario" con ella.

En ese instante, algo se rompió en mi cabeza y la verdad me golpeó como un aluvión: mi nombre era Lina Garcia, y Leo era el hijo de una violación atroz, no de un amor idílico.

Máximo no solo me había engañado, sino que al enterarse de la muerte de Leo, se burló, arrojó sus cenizas al suelo y me mostró un informe falso de ADN, golpeándome brutalmente.

¿Cómo pude amar, o creer que amaba, a un monstruo capaz de tanto horror?

Pero el destino tenía otros planes; los secretos finalmente salieron a la luz.

Su tía Isabel reveló la verdad en su funeral: Leo era su hijo biológico, el ADN había sido falsificado por Sofía, y la misma Sofía había manipulado la medicación de su madre.

Además, la herencia de Máximo, su imperio vinícola, ahora me pertenecía a mí.

Con el dolor aún fresco, tomé mi lugar para desmantelar su imperio de mentiras y asegurar que cada uno pagara por sus crímenes.

La sumisa "Sofía" había muerto con su hijo, y Lina Garcia, la verdadera Lina Garcia, se levantaría de las cenizas para reclamar justicia y su propia vida.

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