Las Botas de la Traición

Las Botas de la Traición

Gavin

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Capítulo

Éramos el dúo de oro del fútbol, yo, Iván, la estrella que marcaba goles imposibles, y mi mejor amigo, Máximo, mi fiel compañero. Tenía a Luciana, mi amiga de la infancia y nuestra fan número uno, que nos apoyaba incondicionalmente. Todo era perfecto, hasta que Máximo me regaló unas botas nuevas. De inmediato, mis piernas se volvieron torpes y lentas, mis disparos perdieron fuerza. Una anciana del mercado me advirtió sobre unas "botas de intercambio de almas", pero la ignoré. Máximo, en cambio, comenzó a brillar con una luz ajena, robando mi talento, mis goles, mi futuro. Fui humillado, apartado del equipo, señalado como un fracaso. La frustración me consumía, el dolor era insoportable. Pero el verdadero golpe llegó cuando escuché la verdad, una confesión desgarradora: Luciana, mi "hermana", la que siempre estuvo a mi lado, ¡había orquestado todo! Había conseguido esas botas malditas para sacrificarme y asegurar el éxito de Máximo. ¿Cómo pudo la persona en la que más confiaba apuñalarme por la espalda con tanta frialdad? ¿Qué clase de maldad habita en el corazón de quienes consideras tu familia? La rabia me quemaba, pero la traición me dio una claridad helada: era hora de que los verdaderos culpables pagaran el precio.

Introducción

Éramos el dúo de oro del fútbol, yo, Iván, la estrella que marcaba goles imposibles, y mi mejor amigo, Máximo, mi fiel compañero. Tenía a Luciana, mi amiga de la infancia y nuestra fan número uno, que nos apoyaba incondicionalmente. Todo era perfecto, hasta que Máximo me regaló unas botas nuevas.

De inmediato, mis piernas se volvieron torpes y lentas, mis disparos perdieron fuerza. Una anciana del mercado me advirtió sobre unas "botas de intercambio de almas", pero la ignoré. Máximo, en cambio, comenzó a brillar con una luz ajena, robando mi talento, mis goles, mi futuro.

Fui humillado, apartado del equipo, señalado como un fracaso. La frustración me consumía, el dolor era insoportable. Pero el verdadero golpe llegó cuando escuché la verdad, una confesión desgarradora: Luciana, mi "hermana", la que siempre estuvo a mi lado, ¡había orquestado todo! Había conseguido esas botas malditas para sacrificarme y asegurar el éxito de Máximo.

¿Cómo pudo la persona en la que más confiaba apuñalarme por la espalda con tanta frialdad? ¿Qué clase de maldad habita en el corazón de quienes consideras tu familia? La rabia me quemaba, pero la traición me dio una claridad helada: era hora de que los verdaderos culpables pagaran el precio.

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