Las Botas de la Traición
e aún más fuerte. Me quemaba por dentro, dándome una claridad
mercado. Ella me miró como si supi
amilia'?", le pregun
u corazón", respondió ella con simp
no había dilema moral. Luciana había e
o, ella me dio instrucciones precisas. Esa noche, no dormí. Con un cuchillo afilado y
moldeé. Pasé horas transformando el material que me había robado el futuro en algo nuevo
n el café de siempre, riendo con Máxi
verme. Luciana, en cambio, me sonrió con esa f
qué hace
e mi voz sonara normal. Saqué la pulsera. "
ímbolo de nuestro vínculo. Sus ojos brillaron. Le e
n, es pr
se la pulsera. El cuer
erte estará unida", le dije, mi
la mejilla, feliz, ajena a la trampa que acababa de cerrarse sobre ella. Se