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La Hija Que No Calló

La Hija Que No Calló

Gavin

5.0
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Capítulo

Desde niña, mi vida fue una prisión dictada por la fe fanática de mi madre, Carmen, en un pequeño pueblo de Andalucía. La universidad era mi única vía de escape, mi billete a la libertad, ganado con años de estudio y sacrificio. Pero la noche antes de irme, Carmen quemó mi ropa, mis sueños, reduciéndolos a cenizas frente a mis ojos. Me obligó a llevar un ajuar de monja y me siguió a Sevilla, convirtiendo mi nueva independencia en una celda más grande. En el campus, me humilló públicamente, obligándome a arrodillarme y rezar en voz alta ante todos, etiquetándome como "la loca del velo" . Mi propia madre, a quien había amado y temido, destrozaba mi dignidad y reputación frente a mis compañeros. Se las ingenió para cortar mi apoyo económico y trató de que me expulsaran de la universidad, pintándome como una demente. ¿Por qué tanto odio, tanta crueldad disfrazada de piedad, para destruir la vida de su propia hija? ¿Qué oscuro secreto escondía su obsesión por mi "virtud" y su miedo a mi libertad? En medio de la desesperación, encontré su teléfono y revelé el pecado que arrastraba desde hace dos décadas: la traición a su propia hermana, seducir a su prometido y casarse con él. Esta verdad que iba a liberarme sería la chispa para una venganza épica, una tragedia griega televisada donde mi madre se enfrentaría a su pasado.

Introducción

Desde niña, mi vida fue una prisión dictada por la fe fanática de mi madre, Carmen, en un pequeño pueblo de Andalucía.

La universidad era mi única vía de escape, mi billete a la libertad, ganado con años de estudio y sacrificio.

Pero la noche antes de irme, Carmen quemó mi ropa, mis sueños, reduciéndolos a cenizas frente a mis ojos.

Me obligó a llevar un ajuar de monja y me siguió a Sevilla, convirtiendo mi nueva independencia en una celda más grande.

En el campus, me humilló públicamente, obligándome a arrodillarme y rezar en voz alta ante todos, etiquetándome como "la loca del velo" .

Mi propia madre, a quien había amado y temido, destrozaba mi dignidad y reputación frente a mis compañeros.

Se las ingenió para cortar mi apoyo económico y trató de que me expulsaran de la universidad, pintándome como una demente.

¿Por qué tanto odio, tanta crueldad disfrazada de piedad, para destruir la vida de su propia hija?

¿Qué oscuro secreto escondía su obsesión por mi "virtud" y su miedo a mi libertad?

En medio de la desesperación, encontré su teléfono y revelé el pecado que arrastraba desde hace dos décadas: la traición a su propia hermana, seducir a su prometido y casarse con él.

Esta verdad que iba a liberarme sería la chispa para una venganza épica, una tragedia griega televisada donde mi madre se enfrentaría a su pasado.

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Me despidieron. Máximo Castillo, el hombre que amaba y mi jefe secreto, me entregó una caja de cartón con una falsa compasión. La filtración de planos de un proyecto vital, culparme a mí, la "chivo expiatorio perfecta", fue solo una excusa barata. Él necesitaba librarse de mí para su "verdadero amor", Sofía Ramírez, la heredera que acababa de regresar. Mientras salía del edificio, los vi: Máximo, abriendo con ternura la puerta del coche para Sofía. Una ternura que nunca me había mostrado a mí, su amante de tres años. La misma mañana, tras pasar la noche sola esperándolo, Máximo regresó, frío y distante. "Estaba con Sofía," declaró, "solo eres un hermoso adorno". Ese adorno, yo, Lina, acababa de ser diagnosticada con un glioblastoma en fase avanzada. ¿Un adorno moribundo? La humillación no había terminado: la mejor amiga de Sofía, Valeria Reyes, me atacó brutalmente en público, revelando mis mensajes privados a Máximo antes de empujarme y dejarme inconsciente. Desperté en el hospital, y Máximo no se preocupó por mi dolor, solo por proteger a Sofía. Me llamó "malcriada" por no aceptar las disculpas falsas de quien me agredió. En ese momento, mi corazón, aunque ya roto, se hizo pedazos. ¿Cómo pudo tratarme así, después de todo? ¿Realmente era tan ciega su indiferencia? Una verdad fría me golpeó: no era solo un despido, no era solo un abandono, era una aniquilación sistemática de mi existencia. Pero no me iría en silencio. No lucharía por vivir si no podía luchar por justicia. Con una sentencia de muerte en mis manos y el apoyo de mi único amigo, el Dr. Leon Chávez, trazé un plan. Un plan para que cada uno de ellos pagara, y comenzaría con la boda de Valeria. Este era solo el principio de mi venganza.

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