No Soy Tu Muñeca

No Soy Tu Muñeca

Gavin

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Capítulo

La noche del funeral de mi padre, mi prometido Javier me apretaba la mano, y su tío Mateo me miraba con una calidez protectora. Pero esa misma noche, la oscuridad del olivar me tragó: tres hombres me violaron junto a la tumba de mi padre, grabándolo todo. Al día siguiente, el infierno estalló: el vídeo circuló, Javier me dejó por un mensaje, mi contrato de baile se esfumó y mi madre, al saberlo todo, murió de un ataque al corazón. Lo había perdido todo, mi honor, mi futuro, mi familia, mi sueño; ¿cómo pudo suceder? ¿Quién querría destruirme de esa manera? En mi punto más bajo, Mateo, el mejor alumno de mi padre, me ofreció la única salida: casarme con él y convertirme en la señora de su finca, prometiéndome protección y respeto. Y en esa jaula dorada, seis meses después, oculta en la noche, escuché la verdad de su boca: todo, desde el vídeo hasta la muerte de mis padres y la ruina de mi vida, había sido su obra maestra para tenerme, y para que Isabela, mi rival, ocupara mi lugar. En ese instante, la Ana rota y asustada murió, y en su lugar, nació una vengadora fría y decidida, lista para desatar una justicia tan cruel como el infierno que él había creado para mí.

Introducción

La noche del funeral de mi padre, mi prometido Javier me apretaba la mano, y su tío Mateo me miraba con una calidez protectora.

Pero esa misma noche, la oscuridad del olivar me tragó: tres hombres me violaron junto a la tumba de mi padre, grabándolo todo.

Al día siguiente, el infierno estalló: el vídeo circuló, Javier me dejó por un mensaje, mi contrato de baile se esfumó y mi madre, al saberlo todo, murió de un ataque al corazón.

Lo había perdido todo, mi honor, mi futuro, mi familia, mi sueño; ¿cómo pudo suceder? ¿Quién querría destruirme de esa manera?

En mi punto más bajo, Mateo, el mejor alumno de mi padre, me ofreció la única salida: casarme con él y convertirme en la señora de su finca, prometiéndome protección y respeto.

Y en esa jaula dorada, seis meses después, oculta en la noche, escuché la verdad de su boca: todo, desde el vídeo hasta la muerte de mis padres y la ruina de mi vida, había sido su obra maestra para tenerme, y para que Isabela, mi rival, ocupara mi lugar.

En ese instante, la Ana rota y asustada murió, y en su lugar, nació una vengadora fría y decidida, lista para desatar una justicia tan cruel como el infierno que él había creado para mí.

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Mi mano temblaba mientras firmaba los papeles del divorcio, un acto que sellaría el fin de mi matrimonio con Isabella y pondría en marcha un futuro incierto. Pero para mí, Ricardo Vargas, ese no era el final, sino el comienzo de una segunda oportunidad, un milagro inexplicable tras una pesadilla que ya había vivido una vez. Recordaba la ceguera de Isabella, su devoción absoluta por su hermana, Camila, y su sobrino mimado, Mateo, cómo mi hogar se convirtió en una fuente inagotable de recursos para ellos, mientras mi propia hija, Sofía, era ignorada. La imagen más dolorosa, la que me había despertado sudando frío, era la de mi pequeña Sofía, de solo cinco años, ardiendo en fiebre, luchando por respirar. Mientras yo, desesperado, llamaba a Isabella una y otra vez sin obtener respuesta; ella, como siempre, atendía los caprichos de su hermana. Cuando finalmente regresó a casa, ya era demasiado tarde: la vida de Sofía se había apagado en la soledad de su habitación, y con ella, el alma de Ricardo se había roto en mil pedazos. Ahora que el destino me había dado una segunda oportunidad, me di cuenta de que mi esposa ni siquiera conocía a su propia hija. Necesitaba una prueba, un ultimátum silencioso, y así se lo propuse a mi Sofía: "Cuando mamá llegue, si viene a verte a ti primero y te da un beso, nos quedaremos aquí todos juntos; pero si va primero a ver a tu primo Mateo, entonces tú y yo nos iremos de viaje, un viaje muy largo, solo nosotros dos, ¿estás de acuerdo?". Unos minutos después, el auto de Isabella se estacionó afuera y escuchamos su voz melosa y preocupada: "¡Camila! ¡Mateíto, mi vida! ¿Cómo están? Vine en cuanto me dijiste que el niño tenía tos". Y así, la traición se confirmó, fresca y punzante como la primera vez, mientras veía la silenciosa decepción en los ojitos de mi Sofía. En ese momento, la rabia crecía en mi interior, y me di cuenta de que Isabella no había cambiado; ella nunca cambiaría. No sabía que esta vez, yo sí lo haría.

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Tres años. Tres largos años desde que Alejandro, el hombre con el que iba a casarme, me abandonó en el altar, alegando una ridícula "iluminación espiritual" para unirse a una secta. La verdad, sin embargo, era mucho más sucia y terrenal: no había secta, solo Laura, una mujer a la que Alejandro, mi prometido, había decidido "rescatar" de la miseria para casarse con ella y escalar socialmente, dejándome a mí, Sofía, como daño colateral. Ahora, la mansión se abre de golpe y él está de vuelta, con la misma arrogancia, y a su lado Laura, embarazada, sus ojos recorriendo mi hogar con una mezcla de envidia y triunfo, como si esta casa también les perteneciera por derecho. Con una sonrisa torcida, Alejandro anuncia: "Sofía, he vuelto. Laura y yo nos casaremos. Ella espera a mi hijo. Pero no te preocupes, siempre habrá un lugar para ti a nuestro lado, como una hermana". Escuchar su propuesta, tan audaz como absurda, me revolvió el estómago. Recordé la humillación, las miradas de lástima, las fotos de él y Laura construyendo la vida que me robaron. Mi aparente sumisión los desarmó, se sentaron victoriosos en el sofá, pero justo entonces, un torbellino de energía infantil irrumpió: "¡Mami!" Mi hijo Daniel, de dos años, corrió a mis brazos, y la sonrisa de Alejandro se congeló, su arrogancia reemplazada por el shock. Laura lo miró fijamente, con incredulidad y furia contenida. Entonces, con la inocencia pura de un niño, Daniel señaló el retrato de su padre sobre la chimenea: "¿Dónde está papá? ¿Papá no ha vuelto todavía?". Esa pregunta, cargada de un significado que pulverizó su mundo, destrozó por completo el universo de Alejandro. Su cara, petrificada, pasó del shock a una furia oscura y profunda: ¿De qué demonios estaba hablando? ¿Quién era este niño?

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