Parientes Viles de Carmen

Parientes Viles de Carmen

Gavin

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Capítulo

Después de un año cuidando a mi nieto, lejos de mi Triana y de Mateo, regresé a casa en Sevilla anhelando la paz. Mi sobrina Sofía, con aparente gratitud, me entregó 2000 euros de despedida. Sentía que, al fin, la tranquilidad me abrazaría en mi hogar. Pero esa paz se desvaneció al instante con una llamada. La voz de Javier, marido de Sofía, tronó acusándome brutalmente de robarles el dinero. "¡Era una farsa! ¡Devuélvelo!", gritó sin vergüenza. El silencio cómplice de Sofía, al fondo, fue una puñalada en el alma. Mi año de sacrificio se torció en desprecio y difamación. Corté sus privilegios económicos, bloqueando la tarjeta que soportaba su vida en Madrid. Sofía irrumpió en mi clase de flamenco, humillándome públicamente y atacándome para robar. La crueldad culminó con Javier deseando la muerte a mi Mateo, usando su grave enfermedad cardíaca. ¿Cómo podían ser tan viles? ¿Después de todo lo que les di, solo veían dinero y querían la muerte de mi amor? La rabia helada y la incredulidad me invadieron. Cuando Javier retuvo las pastillas de Mateo, dejándolo agonizando, tuve que ceder, entregando todo. Pero mientras huían, confiados en su triunfo, mi voluntad se forjó. "Policía Nacional", dije con voz inquebrantable al teléfono. "Quiero denunciar un robo con violencia... tengo la grabación de todo." Porque La Carmen estaba de vuelta, y esta vez, la justicia flamenca iba a bailar.

Introducción

Después de un año cuidando a mi nieto, lejos de mi Triana y de Mateo, regresé a casa en Sevilla anhelando la paz.

Mi sobrina Sofía, con aparente gratitud, me entregó 2000 euros de despedida.

Sentía que, al fin, la tranquilidad me abrazaría en mi hogar.

Pero esa paz se desvaneció al instante con una llamada.

La voz de Javier, marido de Sofía, tronó acusándome brutalmente de robarles el dinero.

"¡Era una farsa! ¡Devuélvelo!", gritó sin vergüenza.

El silencio cómplice de Sofía, al fondo, fue una puñalada en el alma.

Mi año de sacrificio se torció en desprecio y difamación.

Corté sus privilegios económicos, bloqueando la tarjeta que soportaba su vida en Madrid.

Sofía irrumpió en mi clase de flamenco, humillándome públicamente y atacándome para robar.

La crueldad culminó con Javier deseando la muerte a mi Mateo, usando su grave enfermedad cardíaca.

¿Cómo podían ser tan viles?

¿Después de todo lo que les di, solo veían dinero y querían la muerte de mi amor?

La rabia helada y la incredulidad me invadieron.

Cuando Javier retuvo las pastillas de Mateo, dejándolo agonizando, tuve que ceder, entregando todo.

Pero mientras huían, confiados en su triunfo, mi voluntad se forjó.

"Policía Nacional", dije con voz inquebrantable al teléfono.

"Quiero denunciar un robo con violencia... tengo la grabación de todo."

Porque La Carmen estaba de vuelta, y esta vez, la justicia flamenca iba a bailar.

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Tentu, saya akan menambahkan POV (Point of View) ke setiap bab sesuai dengan permintaan Anda, tanpa mengubah format atau konten lainnya. Gabriela POV: Durante cinco años crié al hijo de mi esposo como si fuera mío, pero cuando su ex regresó, el niño me gritó que me odiaba y que prefería a su "tía Estrella". Leandro me dejó tirada y sangrando en un estacionamiento tras un accidente, solo para correr a consolar a su amante por un fingido dolor de cabeza. Entendí que mi tiempo había acabado, así que firmé la renuncia total a la custodia y desaparecí de sus vidas para siempre. Para salvar la imprenta de mi padre, acepté ser la esposa por contrato del magnate Leandro Angulo. Fui su sombra, la madre sustituta perfecta para Yeray y la esposa invisible que mantenía su mansión en orden. Pero bastó que Estrella, la actriz que lo abandonó años atrás, chasqueara los dedos para que ellos me borraran del mapa. Me humillaron en público, me despreciaron en mi propia casa y me hicieron sentir que mis cinco años de amor no valían nada. Incluso cuando Estrella me empujó por las escaleras, Leandro solo tuvo ojos para ella. Harta de ser el sacrificio, les dejé los papeles firmados y me marché sin mirar atrás. Años después, cuando me convertí en una autora famosa y feliz, Leandro vino a suplicar perdón de rodillas. Fue entonces cuando descubrió la verdad que lo destrozaría: nuestro matrimonio nunca fue legal y yo ya no le pertenecía.

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