El Sabor de la Venganza

El Sabor de la Venganza

Gavin

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Capítulo

El aire en la cocina de "El Alma" estaba cargado, no por el servicio, sino por Jaramillo. Un narcotraficante brutal acababa de ser arrestado, y su defensa quería un evento benéfico para limpiar su imagen. Mi pasante, Camila, brillaba de ambición: "Sofía, por favor, déjame encargarme." Pero era demasiado arriesgado, la reputación de ese hombre, veneno puro. Mi no rotundo la transformó, la admiración convertida en resentimiento. Mateo, mi novio y socio, intervino, siempre defendiéndola. "No seas tan dura, solo quiere demostrar lo que vale." Ignoré su condescendencia. Mi decisión estaba tomada. Furiosa, Camila se quitó el delantal y lo tiró al suelo. "¡Renuncio! Me voy a México, allí sí valorarán mi talento." Mateo me miró con una frialdad que me heló: "¿Ves lo que has hecho? La has humillado." A pesar de todo, organicé el evento. Fue un éxito rotundo, mi fama se disparó, pero con un vacío. Años después, embarazada de ocho meses, creyendo que el pasado estaba enterrado, Jaramillo salió de prisión. Mateo llegó a casa con una sonrisa extraña. Me ofreció un jugo. Lo siguiente que recuerdo es despertar atada. Jaramillo estaba frente a mí. Mateo a su lado: "Ella te saboteó, Patrón. Si le hubiera dado el evento a Camila, tú estarías libre. Pero la humilló, la obligó a irse." La tortura fue indescriptible. Sentí la vida de mi bebé apagarse antes que la mía. Mientras la oscuridad me envolvía, escuché a Mateo, un susurro venenoso: "Camila murió en un tiroteo de cárteles. Esto es por ella. Te lo merecías." Morí. Pero entonces, abrí los ojos. Estaba en la cocina de "El Alma" . El sol entraba por la ventana. Camila estaba frente a mí, con los ojos llenos de súplica: "Sofía, por favor, déjame encargarme de esto. Es la oportunidad de mi vida." La sangre, el dolor, la traición eran tan reales que casi me ahogan. Pero en lugar de gritar, sonreí. Una sonrisa fría y afilada. "Claro, Camila. El proyecto es todo tuyo."

Introducción

El aire en la cocina de "El Alma" estaba cargado, no por el servicio, sino por Jaramillo.

Un narcotraficante brutal acababa de ser arrestado, y su defensa quería un evento benéfico para limpiar su imagen.

Mi pasante, Camila, brillaba de ambición: "Sofía, por favor, déjame encargarme."

Pero era demasiado arriesgado, la reputación de ese hombre, veneno puro.

Mi no rotundo la transformó, la admiración convertida en resentimiento.

Mateo, mi novio y socio, intervino, siempre defendiéndola.

"No seas tan dura, solo quiere demostrar lo que vale."

Ignoré su condescendencia. Mi decisión estaba tomada.

Furiosa, Camila se quitó el delantal y lo tiró al suelo.

"¡Renuncio! Me voy a México, allí sí valorarán mi talento."

Mateo me miró con una frialdad que me heló: "¿Ves lo que has hecho? La has humillado."

A pesar de todo, organicé el evento. Fue un éxito rotundo, mi fama se disparó, pero con un vacío.

Años después, embarazada de ocho meses, creyendo que el pasado estaba enterrado, Jaramillo salió de prisión.

Mateo llegó a casa con una sonrisa extraña. Me ofreció un jugo.

Lo siguiente que recuerdo es despertar atada. Jaramillo estaba frente a mí.

Mateo a su lado: "Ella te saboteó, Patrón. Si le hubiera dado el evento a Camila, tú estarías libre. Pero la humilló, la obligó a irse."

La tortura fue indescriptible. Sentí la vida de mi bebé apagarse antes que la mía.

Mientras la oscuridad me envolvía, escuché a Mateo, un susurro venenoso: "Camila murió en un tiroteo de cárteles. Esto es por ella. Te lo merecías."

Morí.

Pero entonces, abrí los ojos.

Estaba en la cocina de "El Alma" . El sol entraba por la ventana.

Camila estaba frente a mí, con los ojos llenos de súplica: "Sofía, por favor, déjame encargarme de esto. Es la oportunidad de mi vida."

La sangre, el dolor, la traición eran tan reales que casi me ahogan.

Pero en lugar de gritar, sonreí. Una sonrisa fría y afilada.

"Claro, Camila. El proyecto es todo tuyo."

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