Login to ManoBook
icon 0
icon Recargar
rightIcon
icon Historia
rightIcon
icon Salir
rightIcon
icon Instalar APP
rightIcon
Engaños en el paraíso

Engaños en el paraíso

Joss Win

5.0
calificaciones
351
Vistas
102
Capítulo

Bajo el sol de Cancún, dos almas destinadas a encontrarse, Jason y Alejandra, se ven envueltas en un torbellino de pasión y peligro. Un amor prohibido nace entre secretos susurrados y miradas furtivas, mientras un hombre obsesionado teje una red de celos y amenazas. ¿Podrá este amor desafiar las sombras que se ciernen sobre ellos?

Capítulo 1 EL ROCE QUE DESATÓ LA TORMENTA

El sol de Cancún quemaba mi piel con una calidez que se sentía casi como un abrazo, un contraste perfecto con la brisa marina que me acariciaba el rostro. Hundí los pies en la arena húmeda, disfrutando de la sensación de los granos entre los dedos. El sonido de las olas, un murmullo constante, se mezclaba con la música de Chris Brown que resonaba en mis audífonos. Abrí los ojos y contemplé el paisaje: la playa vibraba con la energía de la gente, familias riendo, niños corriendo, mujeres con trajes de baño que dejaban poco a la imaginación.

Era la postal perfecta de unas vacaciones paradisíacas.

Estaba aquí con mi familia y mis mejores amigos, Alicia y Eduardo. Mis padres habían organizado este viaje como el gran final del verano, una última aventura antes de que mi hermana Alejandra regresara a España. Alicia, Eduardo y yo habíamos decidido quedarnos unos días más en Cancún antes de volver a la rutina en "El Lector Infinito". Alicia, siempre eficiente, como Manager en Jefe, ya estaría planeando las próximas campañas. Eduardo, por su parte, como Editor en Jefe, seguro estaría buscando nuevos talentos entre los escritores emergentes. Y yo, como jefe del departamento de diseño, tendría que ponerme al día con los proyectos pendientes.

Una sonrisa se dibujó en mi rostro al pensar en Eduardo. Seguramente estaría en la barra del bar de la playa, desplegando todo su encanto con alguna turista desprevenida. Negué con la cabeza, divertido. La música me envolvía y, cerrando los ojos por un instante, me dejé llevar por el ritmo. Sin darme cuenta, comencé a caminar por la orilla, absorto en mis pensamientos. Siempre me pasaba igual: la música me transportaba a un mundo propio, donde podía desconectar de todo. Era mi refugio.

De repente, un golpe me sacó bruscamente de mi ensimismamiento. Caí de espaldas sobre la arena, con el peso de alguien más encima. Abrí los ojos de golpe y me encontré con un par de ojos verdes que me miraban con genuina sorpresa y una pizca de vergüenza. Eran grandes, expresivos, enmarcados por largas pestañas oscuras, y tenían un brillo peculiar, una intensidad que nunca antes había visto. Su cabello oscuro, recogido en una trenza informal, dejaba al descubierto un rostro de facciones delicadas y una piel morena que brillaba bajo el sol.

-Lo siento mucho... -murmuró una voz suave, casi imperceptible a través de la música que vibraba en mis oídos, protegidos por los pequeños audífonos inalámbricos blancos que apenas se veían entre mi cabello.

La joven intentó levantarse, pero tropezó de nuevo, tambaleándose peligrosamente. Instintivamente, extendí mis brazos para evitar que volviera a besar la arena «literalmente», pero su torpeza, combinada con la notable diferencia de alturas «yo con mi metro noventa y ella... bueno, diría que apenas superaba el metro sesenta, aunque ahora mismo, tan cerca, me costaba calcularlo, estaba demasiado ocupado con... otras cosas», conspiró para que terminara apoyando ambas manos justo en mi pecho. Hasta ahí, todo más o menos normal, un rescate playero estándar. El problema fue dónde apoyó el resto de su anatomía, digamos, más allá de las manos. Digamos que hubo un contacto... fortuito... con una parte de mi cuerpo que no esperaba tener tan cerca de una desconocida, especialmente tan... animada. Digamos que mis... joyas de la corona... sintieron la repentina cercanía de... ya saben. Fue como si un pequeño y travieso duendecillo hubiera decidido usar mis pantalones como trampolín, pero sin avisar. Pude percibir el dulce aroma a vainilla de su aliento, un aroma que, en otras circunstancias, habría disfrutado. Pero en estas... digamos que la vainilla competía con una repentina sensación de pánico escénico mezclado con una extraña... ¿excitación? No, no, eso no podía ser. ¡Era pánico! Sí, pánico. Era increíblemente hermosa, sí, pero en este momento, la belleza era lo de menos. Mis neuronas estaban en modo de emergencia, intentando procesar la situación sin que pareciera que me había convertido en una estatua de sal. Sus labios rosados, con el inferior ligeramente más carnoso, me hipnotizaron por un instante, pero mi cerebro estaba demasiado ocupado procesando la situación... allá abajo. Era como si tuviera un reflector apuntando directamente a... la zona sensible. Y para colmo, sentía que me estaba sonrojando.

Sentí un calor súbito subir a mis mejillas, extendiéndose hasta mis orejas. ¡Maldición! ¿Me estaba sonrojando por eso? La sangre me latía con fuerza en las sienes. No me pasaba desde... bueno, desde que tenía quince años y mi prima me pilló viendo... ya saben. Una sensación extraña, una mezcla de nerviosismo, incomodidad y un ligero toque de... ¿vergüenza ajena?, me recorrió el cuerpo. Me sentía torpe, expuesto, como si estuviera bajo un potente reflector que iluminaba justo esa parte. Intenté disimular, apartando la mirada por un segundo, pero la cercanía de su rostro me obligaba a volver a mirarla. Sus ojos verdes brillaban con una mezcla de sorpresa y vergüenza, totalmente ajena a la crisis que se estaba desatando en mis pantalones. Y yo, atrapado en su mirada, me sentía cada vez más nervioso. La situación era... íntima, demasiado íntima para un encuentro casual en la playa. Y demasiado... apretada.

Pero entonces, se movió. No supe bien qué fue, tal vez la forma en que ladeó la cabeza, como intentando evaluar la situación, o cómo sus manos se aferraron un poco más a mi pecho, como buscando estabilidad en medio del caos que había provocado. Pero algo en su movimiento, quizás un ligero roce más... persistente, me pareció... peligrosamente inapropiado. Una oleada de incomodidad, casi pánico, me invadió. Era como si de repente la situación se hubiera vuelto demasiado íntima, demasiado rápido. Sentí que algo dentro de mí se tensaba, despertando sensaciones que no quería reconocer, pensamientos que prefería mantener enterrados bajo siete llaves. Sin pensarlo, con un movimiento brusco, casi violento, la aparté de mí, como si quemara. Necesitaba espacio. Necesitaba aire. Necesitaba huir de esa cercanía que me estaba desestabilizando a niveles estratosféricos.

Su expresión cambió al instante. La sorpresa y la vergüenza se evaporaron, reemplazadas por una furia que me heló la sangre. Sus ojos verdes, que antes brillaban con timidez, ahora me fulminaban con una intensidad que me hizo retroceder instintivamente. Sus labios, que momentos antes me habían parecido tan suaves, se tensaron en una fina línea. Antes de que pudiera siquiera parpadear, su mano se estampó contra mi mejilla con una fuerza que me hizo girar la cabeza. El golpe resonó en el silencio que se había creado entre el sonido de las olas y la música que aún, aunque ahora lejana, resonaba en mis audífonos. El ardor en mi mejilla era casi tan intenso como el pánico que me recorría el cuerpo. Maldición. Me había abofeteado. Y con ganas.

Estaba sentado en la arena, arrastrándome torpemente hacia atrás para crear algo de espacio entre nosotros, intentando procesar el caos que acababa de ocurrir. Ya estamos bien, Jason, me repetía mentalmente, intentando calmar los nervios que me recorrían el cuerpo. Pero no, nada estaba bien. Ella seguía ahí, tumbada en la arena, con una expresión que prometía tormenta. Me incorporé de un salto, sintiéndome culpable y terriblemente torpe.

-Lo siento... de verdad, lo siento mucho -balbuceé, extendiendo una mano hacia ella para ayudarla a levantarse.

Ella me fulminó con la mirada y, con un movimiento rápido y agresivo, apartó mi mano de un manotazo.

-¡¿Perdón?! ¡¿Eso es todo lo que tienes que decir?! ¡Me has tirado al suelo! -espetó, con la voz cargada de furia. Se levantó de un salto, sacudiéndose la arena del cuerpo.

Intenté explicarme, con las palabras atropellándose en mi boca:

-No, no fue mi intención. De verdad, yo...

Pero antes de que pudiera terminar la frase, mientras gesticulaba torpemente con las manos para intentar explicar mi involuntaria torpeza, mi brazo, en un movimiento desafortunado, rozó... otra vez. Esta vez, el contacto fue aún más... comprometedor. Rozó sus pechos. Un silencio sepulcral se instaló entre nosotros, roto solo por el sonido de las olas. El pánico me invadió por completo.

-¡Pero qué te pasa, idiota! -gritó ella, con la cara roja de ira. Me empujó con fuerza, haciéndome retroceder un par de pasos.

-¡No! ¡Espera! No fue a propósito, te lo juro. Yo... yo solo intentaba... -tartamudeé, sintiendo el sudor frío recorrer mi frente. Estaba entrando en un estado de nerviosismo que nunca antes había experimentado.

La situación se estaba saliendo completamente de control. Su mirada era una mezcla de furia e incredulidad. Antes de que pudiera procesar lo que estaba sucediendo, su mano se alzó y me abofeteó con fuerza, otra vez. Esta vez, el golpe me tomó completamente desprevenido.

-¡Eres un... un... pervertido! -gritó, con la voz temblando de rabia.

La acusación me hirió profundamente. La furia, que antes solo sentía ella, comenzó a crecer también en mí. Me sentía humillado, incomprendido, furioso. Sin pensarlo, con la adrenalina corriendo por mis venas, le devolví la bofetada. El silencio volvió a reinar, pero esta vez era un silencio aún más denso, cargado de tensión y hostilidad. La había golpeado. Yo, que nunca en mi vida había levantado una mano a una mujer, la había golpeado. El pánico se transformó en horror.

Seguir leyendo

Otros libros de Joss Win

Ver más

Quizás también le guste

Capítulo
Leer ahora
Descargar libro
Engaños en el paraíso
1

Capítulo 1 EL ROCE QUE DESATÓ LA TORMENTA

21/03/2025

2

Capítulo 2 ¡¿QUÉ DEMONIOS !

21/03/2025

3

Capítulo 3 DE LIMONADA A SALVAVIDAS: UNA NOCHE DE CONTRASTES

21/03/2025

4

Capítulo 4 PARECE QUE AQUÍ HAY PROBLEMAS

21/03/2025

5

Capítulo 5 ALMUERZO A LAS AFUERAS

21/03/2025

6

Capítulo 6 ¿ASÍ QUE AHORA QUE SOY UNA AMIGA

21/03/2025

7

Capítulo 7 SECRETOS A LA ORILLA DEL MAR

21/03/2025

8

Capítulo 8 ¿RECUERDAS NUESTRO PRIMER BESO

21/03/2025

9

Capítulo 9 ¡SIEMPRE MI CULPA!

21/03/2025

10

Capítulo 10 DESPUÉS DE TODO LO QUE PASÓ

21/03/2025

11

Capítulo 11 PARECE QUE ALGUIEN TIENE HAMBRE

21/03/2025

12

Capítulo 12 LA SOMBRA DE RICARDO

21/03/2025

13

Capítulo 13 ALICIA, TIENE RAZÓN

21/03/2025

14

Capítulo 14 ¡ES AHORA O NUNCA!

21/03/2025

15

Capítulo 15 ¡NO TE METAS, IDIOTA!

21/03/2025

16

Capítulo 16 ENTRE LA ESPADA Y LA PARED

21/03/2025

17

Capítulo 17 ¿ESTÁS SALIENDO CON ALEJANDRA

21/03/2025

18

Capítulo 18 TENIA GANAS DE VERTE

21/03/2025

19

Capítulo 19 TENGO UN PASADO

21/03/2025

20

Capítulo 20 PORFAVOR... NO ME DEJES

21/03/2025

21

Capítulo 21 ENTREGA PROHIBIDA

23/03/2025

22

Capítulo 22 YO TE QUIERO EN TODAS TUS VERSIONES, JASON

23/03/2025

23

Capítulo 23 ALEJANDRA

23/03/2025

24

Capítulo 24 NO QUIERO QUE NADIE NOS SEPARE

23/03/2025

25

Capítulo 25 ¿QUÉ ACABO DE DECIR

23/03/2025

26

Capítulo 26 LA VERDAD SALE A LA LUZ

23/03/2025

27

Capítulo 27 DE AQUÍ EN ADELANTE, TÚ

23/03/2025

28

Capítulo 28 NO SON FANTASMAS

23/03/2025

29

Capítulo 29 PEDIDA DE MATRIMONIO

23/03/2025

30

Capítulo 30 PORQUE TE AMO, JASON

23/03/2025

31

Capítulo 31 EL SILENCIO DE ALEJANDRA

23/03/2025

32

Capítulo 32 TENGO MIEDO

23/03/2025

33

Capítulo 33 ¿QUIÉN ES ESE JASON

23/03/2025

34

Capítulo 34 NECESITAMOS HABLAR

23/03/2025

35

Capítulo 35 CONFRONTACIÓN EN LA OSCURIDAD

23/03/2025

36

Capítulo 36 NECESITO RESPUESTAS, NECESITO SABER LA VERDAD

23/03/2025

37

Capítulo 37 FER, SUÉLTAME

23/03/2025

38

Capítulo 38 NO SÉ QUE HACER

23/03/2025

39

Capítulo 39 HABLARÉ CON ELLA

23/03/2025

40

Capítulo 40 UN NUEVO COMIENZO... ¿O UN FINAL

23/03/2025