Un año había pasado desde que Aitana Ferrer y Nicolás Valverde contrajeron matrimonio.
A los ojos del mundo, parecían ser la pareja perfecta.
Nicolás, un hombre serio y comprometido, conocido como el hombre más rico de la ciudad, era admirado por su éxito y su influencia.
Aitana, una mujer dulce y dedicada, tenía una sonrisa que iluminaba cualquier habitación. Una esposa perfecta elegida por el padre de Nicolás para el heredero de Valverde.
Sin embargo, bajo esa fachada de normalidad se escondía una verdad amarga: Nicolás no la amaba. Había aceptado casarse con ella por una única razón: cumplir el último deseo de su padre en su lecho de muerte.
Su padre, un hombre cuya influencia en la vida de Nicolás había sido innegable, le había pedido que se casara con Aitana, asegurando que ella sería la esposa perfecta para él. Aunque Nicolás nunca comprendió del todo la urgencia detrás de esa petición, cumplió con la promesa.
A pesar de hacerlo, su corazón pertenecía a otra. Valeria Montenegro, una mujer del pasado que había dejado una marca imborrable en su vida. Pero Aitana era optimista, creía que podía ganar el corazón frío de su esposo si dara esfuerzos y afectos sin cesar.