Dicen que el novio quita el vestido de novia, pero en el caso de Carolyn Millers no fue así.
¿¡Se supone que una mujer se debe casar con el hombre que ama profundamente!? No con un desconocido.
¿Qué puede ser más peor que dejar al hombre que amas profundamente por otro que no sientes nada? ¿Existe algo mas cruel, que ser sacrificada y engañada en una red de mentiras por tus propios padres en el bien de su propia codicia?
Furia.
Esto fue exactamente lo que sintió Carolyn cuando se enteró que debía casarse con quien jamás pensó hacerlo.
Estaba furiosa e indignada que no pensó lo que hacía.
El retumbar de tacones en fino suelo de mármol retumbo en todo el pasillo del décimo piso del edificio Crown Investors.
-¡Señorita, le dije que no puede entrar allí! -gritó la secretaria, mientras una silueta pasaba corriendo junto a a su lado con la cabeza inclinada hacia la sala de juntas.
Carolyn estaba muy molesta por la noticia que escuchó esta mañana y tenía prisa por lidiar con eso. Empujó la puerta alta de cristal y se congeló al instante.
Nunca esperó que el hombre que estaba buscando fuera el que encabezará una reunión tan importante y, además, no era un ejecutivo casual conociendo a su gerente como había pensado.
Esta fue una reunión de la junta.
La sangre abandonó el rostro de la estudiante universitaria y estaba entumecida.
-Señorita, dije que no podía pasar-la secretaria se acercó a ella.
La cara y las palmas de las manos de Carolay estaban empapadas de sudor al instante, pero había recorrido un largo camino. Ahora no podía echarse para atrás.
-¡Sr. Harrison! No me quiero casar con usted ¡NO ME CASARÉ CONTIGO! -gritó desde la entrada cuando vio al hombre cuya foto le habían mostrado sus padres.
Era muy guapo, su piel era clara y una cara angulosa, con ojos negros, cejas tupidas, nariz alta y unos labios hermosos que mostraba gracia y belleza incluso con su comportamiento frío. Todos parecían respetarlo al máximo, aunque parecía ser el más joven entre ellos.
La sala de juntas quedó en silencio, todos los ojos fijos en la entrada, donde estaba parada una joven de diecinueve años, su largo cabello rojo sangre con ondas perfectas, cubría una parte de su rostro, mientras bajaba la cabeza.
Lo que sea que le dio el coraje parecía haber huido y la había dejado sola. Empezó a temblar, mientras miraba de soslayo a Aarón Harrison, cuya frialdad podía congelar el mar.
Cuando levantó la cabeza e hizo contacto visual con ella.
Verde profundo contra negro oscuro intimidante.
Su mirada oscura era tan intimidante que Carolyn bajó la mirada.
El hombre al que buscaba era;
Aarón Harrison.
Ella pensó que era uno de los ejecutivos y sus ojos comenzaron a vagar en busca de él, mientras que todos los hombres presentes parecían mayores de veinticuatro años, excepto el que estaba en la cabecera de la mesa.
Era el más joven, pero parecía el más poderoso.
-Jovencita, esta es una reunión de la junta. ¿Estás perdida? -uno de los miembros de la Junta regañó y preguntó, muy molesto por la grosera interrupción cuando estaba dando su informe.