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Mentiras para el amor

Mentiras para el amor

FelipaNa.

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Capítulo

Fernanda es una joven bella e inteligente que reside en el una pequeña casa (deteriorada) pegada a un lujoso edificio, su padre, labora como conserje de este lugar junto con su madre. Luego de ganar una beca de estudios en una universidad bastante prestigiada, Fernanda, gracias a su belleza, se convierte en una de las chicas más lindas del establecimiento universitario. Conoce en cuerpo y alma a Murat, su amor platónico de niña, un aceite retirado que solamente le interesa terminar con sus estudios y su pequeña hermana, el atractivo muchacho se interesa por ella y trata de conquistarla. Fernanda, avergonzada de sus condiciones de vida y sobre quien es, miente sobre su vida y afirma ser una joven millonaria, quedando atrapada entre sus propias mentiras solamente para encajar en una sociedad en la que siempre soñó pertenecer. ¿Cuáles serían tus mentiras para tratar de tapar tu verdadero ser?

Capítulo 1 Prólogo

De pequeña siempre he mirado como los niños jugaban con sus juguetes nuevos que le regalaban sus padres ricos, felices y todavía queriendo aún más, nunca estaban satisfechos. No los envidiaba, solamente sentía tristeza por cómo mis padres desgastaban sus fuerzas en darme de comer, y mi madre sacando dinero a las escondidas para comprarme algún dulce sin que papá se entere, ni mucho menos mi primo Tavo, siempre fui mi mimada por ella.

—Todo por vos, mi dulce niña —decía cada vez que peinaba mi cabello castaño, lo acariciaba con mucha delicadeza, puede ser que recordaba cuando ella era niña, dicen que soy su viva imagen de joven; tenemos el mismo tono de color en el cabello, pero lo diferente en nosotras es la longitud, ella lo tiene largo, por debajo de sus nalgas y siempre lo llevaba trenzado, a papá le gustaba que lo tuviera así—, haría lo que fuera por mantenerte feliz porque sé que nos harás muy contentos en el futuro.

¿Cómo llegamos acá? Bueno… somos de Santiago del Estero, vivíamos en el campo, entre árboles, vacas, caballos, gallinas, etc; todo lo que uno pueda imaginarse cuando decís “campo”. Mucho no recuerdo porque tenía 3 años, casi 4 se podría decir, mamá quería irse del pequeño pueblo, y vivir en la gran ciudad de Buenos Aires, donde habían muchas oportunidades… ¿Por qué? Me vio copiar las letras de un libro viejo a un cuaderno que nos daban cuando venían a hacer donaciones al pueblo, dicen que mis letras son perfectas desde ese momento, y creo que concuerdo con ellos, mi letra es legible y muy bonita. Papá no quería ir, decía que era el terror vivir en la ciudad, porque siempre sucedían cosas malas, y estaríamos más tranquilos en el campo, pero mi mamá no era la única que quería se quería ir, también Gustavo, mi primo que en ese momento tenía 10 años, era como un hijo para mis padres y un hermano para mí, sus papás fallecieron cuando su casa se incendió, ambos murieron cremados… debo decir que él siempre fue el favorito de papá, creo que porque es hombre, no se pudo contener con las ansias del pequeño Tavito y nos fuimos. Después no entiendo cómo nos vinimos a vivir en esta pequeña casa, donde cuando llovía entraba agua por todas partes, siempre que arreglaban aparecía un nuevo defecto en la casa.

¿Tengo amigos? Sí, solamente una, Candy, una niña rica de mi misma edad, ella no era como los otros chicos, siempre fue dulce y buena conmigo, a las escondidas me regalaba ropa y juguetes que su madre quería tirar, nunca tuvieron una buena relación, siempre se la vivían peleando, creo que eso causó traumas en Candy, más aún con un padre ausente que se la vivía viajando porque, era un encargado de turismo o algo por el estilo, no quería hablar mucho de él y por eso no sé lo correcto sobre su existencia, pero lo que sí es que su madre es modelo, o más bien lo era, solamente se dedica a ella y a su hermana, para satisfacer a su esposo y así ella pudiera obtener dinero… pobre Candy.

En mis 18 años solamente me dediqué a estudiar, pude terminar el secundario, y desde allí me enviaron a hacer un examen para obtener una beca. Tavo estaba celoso, porque yo pude terminarla y él la dejó por trabajar de albañil en una empresa de uno de los residentes del edificio, teníamos que tener dinero porque él se mandó una macana por intentar robar un videojuego de un departamento, tenía que pagarlo con trabajo y luego se quedó ahí para obtener dinero, el señor fue muy amable en dejarlo con un puesto.

—Mi Gustavo es un hombre de bien.

Decía papá cada vez que Tavo llegaba del trabajo, él no se enteró nunca de su delincuencia, porque mamá lo tapó e hizo que el señor no le dijera nada a papá. Siempre fue su orgullo, a mí solamente me quería de portera en el edificio, o estar metida en la cocina, pero mamá no, no quería eso, cuando yo agarraba una esponja para lavar, ella me detenía y me lo quitaba.

—No Fernanda, vos no naciste para agarrar estas cosas, fuiste hecha para estudiar, y solamente quiero que hagás eso, no quiero que arruinés tu belleza, fuiste concebida por Dios con una majestuosa hermosura… Ya te llamaré yo si es que necesito ayuda. Andá, tenés que terminar tu tarea.

Si la defraudo sería su total y mayor decepción…

—Fer —mamá abrió la puerta de la casa, y dejó afuera los elementos de limpieza.

Me levanté del sillón que daba a la ventana, y a la vez ésta era dirigida a un parque donde jugaban chicos, se juntaban las familias, o se reunían en una cita algunos jóvenes de mi edad, nunca tuve un novio… bueno casi. Héctor era alguien del pueblo, sus papás conocían a los míos, cuando tenía 15 años me pidió que sea su novia, pero él es mucho mayor que yo, nos pasamos por 13 años, estaba dispuesto a dármelo todo, y es que me interesaba su negocio y también su camioneta, pero luego comprendí que estuve mal y dejé de salir con él. Por suerte se fue, no lo veo desde hace 1 año y espero no verlo nunca más, porque a veces me manoseaba, era un tipo muy baboso.

—¿Revisaste los resultados de la universidad?

—Espero a Candy, ambas quedamos en fijarnos en su laptop, la pantalla de mi celular está muy rallada y apenas logro distinguir las letras…

—Va va va va —sacudió sus manos arrugadas, se pusieron así por no usar nunca guantes cuando tenía que limpiar—, tenés un celular y ya.

Una notificación llegó en mi pequeño y deteriorado aparato tecnológico.

—Ya llegó Candy —sonreí muy entusiasmada, también estaba nerviosa por los resultados que obtendría.

—¿Y cómo sabés que es ella?

—Porque le coloqué ese timbre —me despojé de mis pantuflas y me coloqué mis zapatillas negras, era más fácil tenerlas de este tono porque al ensuciarse no se notaban mucho, no es que yo no las lave, pero el único par de zapatillas que tenía—. Dale mamá, que quiero que vos también estés conmigo —la apuré.

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Capítulo 1 Prólogo

04/03/2021