dolor. Ella es residente. Esta información me sorprendió, ya que nunca la había visto por aquí. Si la enfermera no hubiera hablado, nunca lo habría sabido. Esto se convertiría ahora en otro dolor de cabeza para Alejandro. — No tienes que preocuparte, te lo advertiré yo mismo, ya que fui yo quien la encontró. Ella dudó. — La policía también, señor. La niña fue atacada por Dios sabe quién, pudo ser cualquiera en ese hospital. ¡Hay cámaras! Ese era un hecho que había olvidado por completo. —Está bien, hazlo. — Coincidí con ella, todavía concentrado en la chica.