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Ni feas, ni bonitas (Ella era fea 4)

Ni feas, ni bonitas (Ella era fea 4)

Isavela-Robles

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Capítulo

Camila, Neyret, Sandrid y Eliana son unas amigas muy cercanas que pasan por mal de amores y para su mala suerte, tienen que ver a los chicos que han roto sus corazones todos los días porque ellos son sus compañeros de clases y entre todos son un grupo inseparable. Neyret es la que se encuentra con una gran mala suerte al estar enamorada del hermano mayor de Camila y entre todas idean un plan para hacer que el chico se fije en ella buscando a Sebastián, un joven mujeriego que es amigo de Camila y le proponen hacerse pasar por novio de Neyret para así hacer que Cristian se fije en ella, pero, ¿será esto posible? ¿Y qué sucederá con las demás, podrán conquistar a los chicos de los cuales están enamoradas?

Capítulo 1 El club de las solteras

Camila pasó una mano por su cabello mientras revisaba su celular, no hablaba con nadie, solamente lo hacía para así no sentirse tan aburrida. Mientras, Neyret conversaba con Sandrid quien se sentía muy aburrida escuchándola confesar lo arrepentida que se sentía por no haber aprovechado la oportunidad con Cristian.

Sandrid sintió que una silla vacía en el salón de clases era más interesante que escuchar a Neyret, no es que no le importara lo que decía, el problema radicaba en que aquello ya lo había escuchado todo el día y claro, a cualquiera esto le aburriría en gran manera.

Sandrid con un rostro amable intentaba rebuscar en su mente la solución para ayudar a la joven despechada que comenzaba a ser su mejor amiga ya que, estaban casi todo el día juntas.

—Neyret, —llamó Camila con tono aburrido— ¿no crees que todo eso deberías decírselo a Cristian?

Neyret detuvo de tope su parafraseo y rodó la mirada a Camila que se encontraba al lado de ella.

—¿Por qué dices eso? —le preguntó.

—Porque ya me tienes aburrida contando lo mal que te sientes. —Confesó Camila— seguramente Sandrid está igual, ¿sabes cuánto tiempo llevas hablando de lo mismo?

—Ay, amiga —soltó Neyret con tristeza—. Estoy muy triste, siento que esto me está matando.

—Habla con Cristian, seguramente harás que vuelva contigo —sugirió Camila—. ¿Nunca le escribiste la carta?

—¡No! Claro que no, sé que Cristian nunca volverá conmigo —replicó Neyret inclinando la mirada—. Se nota que ya me superó, y hace tiempo.

—Si es así, deberías olvidarte de mi hermano —aconsejó Camila.

Hubo un momento de silencio en el cual todas se limitaron a buscar un punto fijo lejos del rostro de las demás. Camila y Sandrid sabían bien que Neyret tenía razón, Cristian la había superado y Camila, siendo la hermana del joven, era quien podía asegurar que él ya no pensaba en ella como antes. Neyret ya no tenía ninguna posibilidad de conquistar a Cristian, sólo podría resignarse a convertirse en su amiga.

—Qué feo —soltó Sandrid.

—Sí —aceptó Camila acentuando con su cabeza.

—No puedo hacer nada, fui una tonta —sollozó Neyret.

—Cristian te ignora… —Camila se detuvo cuando sintió que una idea llegó a su mente— ¡ya sé! —desplegó una sonrisa emocionada—, ¡amiga, verás que esto funcionará!

—¿Qué cosa? —inquirió Neyret.

Camila acercó su cuerpo para estar más cerca del rostro de Neyret mientras sentía una gran emoción recorrer su interior.

—Debes de llamar su atención —dijo Camila—, mira, mi hermano en este momento cree que tú estás perdidamente enamorada de él y que te encuentras sumamente arrepentida, y bueno, —arrugó su ceño— es verdad, estás que te mueres en vida; ¡por eso debes demostrarle lo contrario.

—¿Y cómo va a hacer eso? —preguntó Sandrid.

—Tiene que conseguirse un novio —explicó Camila.

Neyret quedó petrificada y después escuchó la carcajada de Sandrid quien azotó la mesa con una palmada al no poder soportar la risa burlona.

—Camila, ¿dónde voy a conseguir un novio? —inquirió Neyret con tono aburrido.

—Nunca dije que fuera totalmente tu novio —aclaró Camila.

Sus dos amigas la miraron con seriedad, Sandrid aclaró su garganta y pasó su mirada por Neyret quien con telepatía entendió claramente que se trataba de una idea muy ridícula.

—¡Ay, déjenme terminar! —pidió Camila.

—Haber, explícate bien, que no estamos entendiendo nada —dijo Sandrid mientras se cruzaba de brazos.

—Vamos a hacer que mi hermano tenga celos, —explicó Camila— él necesita dejar de pensar que tú te mueres por él. Cristian es muy orgulloso y le gusta ver que estás detrás de él para así alimentar su ego masculino. Anteriormente, Neyret lo hizo sentir mal rechazándolo muchas veces; eso ya lo sabemos, estuvo mal, pero no quiere decir que por lo mismo deba pagar toda su adolescencia por un error; ahí mi hermano está cometiendo una equivocación y se lo vamos a demostrar jugándole de la misma manera. —Camila tornó su rostro un poco malicioso— vamos a conseguirte a un chico bien guapo que se haga pasar por tu novio y así le podrás dar celos a Cristian.

—¿Y quién es ese chico “bien guapo”? —indagó Neyret respingando una ceja.

—Bueno, ¡acabo de pensar en el perfecto! —respondió Camila emocionada.

—¿Quién? —inquirió Sandrid.

—Sebastián —contestó Camila.

Sandrid y Neyret pusieron los ojos en blancos en señal de completo rechazo hacia aquel terrible nombre que acababa de mencionar su amiga. Sebastián era el típico chico mujeriego que tiene el ego por las nubes sólo por haber nacido con un rostro lindo. Además, Neyret no le agradaba para nada Sebastián, siempre se llevó mal con él por aquellos comentarios denigrantes que él hacía; ¡ah! Y lo peor fue cuando…

—Me agarró una nalga el año pasado, ¿se te olvidó? —dijo Neyret un tanto molesta.

—Ay, pero fue el año pasado, —replicó Camila— además, tú también se la agarraste.

—Pero fue por accidente, —recalcó Neyret— no me había dado cuenta.

—Bueno, pero eso quedó en el pasado, le diste una cachetada horrible que no le dio más ganas de tocarte —dijo Camila.

—Deja de defenderlo —regañó Sandrid.

—Pero Sebastián es buena persona —insistió Camila— y la única que se prestaría para algo de este tipo.

—Claro, por él hasta dejaría que un grupo de chicas lo violarán. —Cuestionó Sandrid— Sebastián no se ha prostituido porque no puede.

—Ay, no lo trates así, es un muy buen amigo —pidió Camila—. Además, lo haremos para que Neyret pueda hacer que Cristian vuelva a fijarse en ella.

Hubo otro momento de silencio. Neyret debía de ser franca, a ella no le importaba si se trataba de Sebastián, si era para conquistar a Cristian ella haría lo que fuera; si al final de aquel sacrificio tendría como recompensa su amor, soportaría a Sebastián todo el tiempo que fuese necesario.

—Bueno, está bien —aceptó Neyret.

—Amiga… —soltó Sandrid— no…

—Sandrid, estamos hablando de recuperar a Cristian —explicó Neyret—, es una idea bastante razonable; conozco a Cristian, él es muy orgulloso y bastante celoso, si me ve al lado de Sebastián será para él una gran humillación.

—¡Exactamente! —aceptó Camila—, mi hermano no le agrada para nada Sebastián.

—Pero… ¿y si nos metemos en problemas por esto? —inquirió Sandrid.

—¿Problemas por qué? —cuestionó Camila.

—Bueno… ¿y si Cristian no se cree el cuento de que Neyret es novia de Sebastián? —preguntó Sandrid.

A la joven no le gustaba para nada la idea loca de que Neyret se convirtiera en novia de Sebastián, no le agradaba aquel chico y sabía que se trataba de un pésimo plan para conquistar a Cristian.

—Sandrid, tranquila, yo sé bien lo que estoy planeando —explicó Camila—. Es mi hermano, lo conozco como la palma de mi mano. Ya verás, volverá a estar loquito por Neyret rogando que se vuelvan novios.

Aquellas últimas palabras ruborizaron a Neyret por completo e hizo que desplegara una sonrisa emocionada.

Eliana estaba saliendo de su salón de clases, vio a unos cuantos metros de ella a Eduar caminando muy sonriente acompañado de Cristian y Elián. Se encontraba un tanto disgustada porque Eduar se había enojado al enterarse que ella le sacó el cuerpo a Elián en el taller de matemáticas.

Tenía tiempo sin discutir con Eduar, pero, habían vuelto a lo mismo y todo por culpa de Elián. Hizo un gesto de desagrado y con pasos perezosos siguió su rumbo hacia la salida del colegio.

Por el pasillo de los casilleros vio a sus amigas conversando con Sebastián, notó que pasaba algo extraño allí, ya que, el joven no dejaba de soltar risitas burlonas mientras reparaba a Neyret.

—Cristian no se va a creer esa mentira —le escuchó decir a Sebastián cuando se acercó.

—¿Qué sucede? —inquirió Eliana.

El grupo rodó la mirada a la joven, Sebastián detuvo su risa y tornó su rostro serio. Camila dejó salir un suspiro lleno de decepción y se cruzó de brazos.

—¿Le van a contar? —indagó Sebastián.

—Solamente si no le cuenta a Eduar, cosa que será imposible para ella —respondió Camila.

—No le contaré a Eduar, ¿qué sucede? —Eliana quedó bastante curiosa—, ¡ay, no me pueden dejar con la duda!

—Neyret quiere darle celos a Cristian, por eso estamos hablando con Sebastián —explicó Sandrid.

—¿Y para eso necesitan a Sebastián? —interrogó Eliana.

—Nuestro amigo aquí —Camila puso una mano sobre el hombro del joven— le va a dar celos a Cristian haciéndose pasar por novio de Neyret.

Eliana frunció el ceño y apretaba sus labios para no soltar una risotada, rodó la mirada por los allí presentes y se dio cuenta que no era un chiste.

—Esperen, ¿es en serio? —inquirió.

—Así es, —respondió Sebastián— de ahora en adelante soy el novio de Neyret.

—Ay no… —Eliana soltó la risotada— no lo puedo creer, ¿para qué se van a poner en esas bobadas?

—Yo me pregunto lo mismo —dijo Sandrid.

—Lo haré para atormentar a Cristian —explicó Neyret—, nada más.

Neyret vio que detrás de Eliana se acercaba Cristian junto a los demás chicos del grupo. La joven de un impulso se acercó a Sebastián y rodeó uno de sus brazos con los suyos, algo que asustó al muchacho.

—Ahí viene Cristian, vámonos al parque para hablar los dos solos —dijo Neyret al joven.

—Bueno, nosotras nos vamos para que puedan seguir su plan —informó Camila con una sonrisa llena de emoción—. Neyret, cuando llegues a tu casa me escribes, necesito saberlo todo.

“Qué ridiculez” pensó Eliana mientras observaba a Neyret enganchada al brazo de Sebastián, a su parecer, lo que hacía su amiga demostraba lo desesperada que estaba por recuperar al joven que una vez la amó, pero perdió por su inseguridad. Lo que planeaba hacer solo empeoraría la situación con Cristian, era una pérdida de tiempo total.

Sebastián se marchó por el largo pasillo junto a Neyret mientras eran observados por Cristian, quien se extrañó mucho al ver a la pareja tan arrunchadita irse del instituto.

—¿Esa es Neyret? —preguntó Cristian a Eduar y Elián.

—Sí, qué raro ¿verdad? —respondió Elián.

—¿Qué hace con Sebastián? —inquirió Eduar.

Se acercaron a Camila que era acompañada por sus amigas para poder enterarse del chisme que les comenzaba a perturbar su gran curiosidad.

—Oigan, —llamó Eduar a las jovencitas— ¿qué hace Neyret con Sebastián? ¿A dónde van?

Una adrenalina fue soltada en el interior de Camila, su mente ideaba una respuesta astuta para poner en acción el plan de celos hacia Cristian.

—Dijeron que iban a hablar en el parque, pero no nos contaron qué —respondió bastante calmada—, a nosotras también se nos hizo raro, y tienen varios días así y ella no quiere explicar nada, dice que después nos contará.

—¿Qué va a contar? —cuestionó Elián extrañado— si ella no pasa a Sebastián ni con agua, le cae mal, al menos por lo que yo tengo entendido.

Sandrid rodó la mirada a Camila, las dos se comunicaron con solo verse, sabían que se encontraban en un gran problema; Elián era muy amigo de Neyret y la conocía bien, así que no se creería con facilidad aquella mentira.

—Nosotras también estamos igual que ustedes, Neyret está muy rara y la hemos visto varias veces así de cariñosa con Sebastián, pero no quiere contar nada —dijo Sandrid.

Los chicos se miraron las caras, se notaba que estaban pensando lo mismo, debían de seguirlos y enterarse qué estaba pasando con Neyret.

—Cristian, vamos, se nos va hacer tarde para ir a las clases de cocina —informó Camila un tanto seria.

El muchacho rodó la mirada por todos sus amigos y después acentuó con la cabeza. Se despidió de todos y se marchó junto a su hermana menor y Eliana. Los chicos que se quedaron estuvieron en silencio por un minuto mientras se miraban las caras.

—Vamos, yo necesito ver eso con mis propios ojos —ordenó Elián.

Así fue como a paso afanoso salieron del instituto en busca de la pareja para poder expiarlos.

Neyret estaba sentada en la banca de un parque cerca al Liceo y su lado se encontraba Sebastián con una sonrisa coqueta y un tanto burlona que ella odiaba.

—Nunca imaginé que estuvieras tan desesperada por Cristian —le dijo mientras se cruzaba de brazos.

—Eso no te incumbe —gruñó Neyret.

—Oye, ahora somos novios, debes de tratarme con más cariño —replicó Sebastián—. Tu pobre novio se va a desilusionar si no contribuyes con este “bello romance”.

—Ay Sebastián, deja de ser tan payaso —pidió Neyret fastidiada—. Solo debemos de actuar cuando Cristian esté presente, nada más.

—¿Entonces para qué vinimos a este parque? –inquirió el joven.

—Porque Cristian estaba cerca y necesitaba que nos viera, nada más.

—Eso quiere decir que ya me puedo ir —Sebastián se levantó de la banca—. Pero, antes de irme, necesito despedirme como tu novio.

—¡Te voy a dejar algo claro! —gritó Neyret al ver que el muchacho acercó su rostro al suyo— ni en broma nos vamos a besar.

—¿Y así quieres que Cristian se crea este cuento de los noviecitos? —cuestionó mientras sostenía su retorcida sonrisa.

Sebastián estaba muy cerca de Neyret y esto la tenía muy sonrojada, su piel se erizó mientras tragaba en seco. Llevó una mano que plantó en el rostro de Sebastián para así apartarlo.

—Si te vas a poner en esas no creo que esto vaya a funcionar —dijo Neyret—. Tenía razón cuando me negué con esta absurda idea de que fueras tú. Cristian no creerá el que yo me hice novia de un idiota como tú. Sólo te quieres aprovechar de la situación.

—Oye, yo solamente quiero ayudar con tu idea de los celos. ¿Crees que un hombre como Cristian creerá tu mentira simplemente viendo que nos agarramos de manos y ya? —Sebastián soltó una risa sarcástica— eres muy ingenua si piensas de esa manera.

En aquel momento Sebastián vio a lo lejos a Eduar junto a Elián y Sandrid. Rápidamente se sentó en la banca muy cerca de Neyret mientras plantaba una de sus manos en una pierna de la chica acariciando su suave piel que dejaba ver su corta falda colegial.

—¡¿Qué estás haciendo?! —gritó ella exaltada.

—Cállate, ahí vienen tus amigos —informó Sebastián—. ¿Quieres que Cristian se crea el cuento? Sígueme la corriente.

Sebastián acercó su rostro al cuello de la joven mientras tenía su otra mano plantada en una mejilla de Neyret. Estaban muy cerca, como si fueran novios de verdad. Nunca creyó que Sebastián se iba a meter en el papel tan rápido, aunque, sabía que a él le gustaban ese tipo de cosas, por lo mismo Camila no pensó dos veces antes de ponerlo como el chico perfecto que sacaría a Cristian de sus casillas por los celos que le iban a surgir.

Elián pudo ver a la pareja dándose cariñitos a mitad del parque y esto le sorprendió mucho.

—¡No lo puedo creer! —soltó mientras sus ojos se abrían en gran manera.

—¿Dónde están? —inquirió Eduar.

—Mira, ahí —Elián señaló con una mano a una parte del parque—. ¡Son novios, mira cómo la toca!

—No lo puedo creer —dijo Eduar mientras su boca se entreabría—, ¿cómo puede Neyret fijarse en un tipo como Sebastián? ¿Qué le vio? —dejó salir un jadeo lleno de decepción—, ¿qué pasó con Cristian?

—Hay que aceptar que Sebastián es muy lindo y tiene un poder en esa boca, puede conquistar a cualquier chica que le guste. Se fijó en ella y al darse cuenta que Cristian dejó el camino libre… decidió conquistarla —dijo Sandrid.

—¿Pero en qué momento? —Indagó Elián—, ella nunca me contó sobre él.

—Tal vez sabía que nos opondríamos a su relación y decidieron mantenerla en secreto —respondió Sandrid—. ¿Cuánto llevarán en estas?

—Necesito saber lo que pasa, debo hablar con ella —soltó Elián.

—No, déjalos, después hablaremos con Neyret —pidió Eduar—. Ahora lo que me preocupa es Cristian, se pondrá furioso, a él no le agrada para nada Sebastián, además, es Neyret, ¿por qué se metió con ella? ¿No se supone que le gustaba Camila?

—Cristian no se puede enterar de esto, se formará un problemón si se entera —dijo Elián.

—Sí, es lo mejor —aceptó Sandrid.

—Pero será cuestión de días para que se dé cuenta, hoy casi los descubre —explicó Eduar.

—Es cierto, aunque se forme el problema, es mejor que le contemos. Yo hoy hablaré con Neyret para que me explique esto y después les contaré —sugirió Sandrid.

Ella debía aceptarlo, le emocionó toda esa mentira al ver que sus amigos se creyeron lo que vieron. Además, ver a Sebastián y Neyret tan cariñosos, casi a punto de besarse, hizo que su lado malo y alcahueta saliera a flote para echarle más leña al fuego.

La tarde se estaba despidiendo de la ciudad, Elián se encontraba en el cuarto de Eduar sin nada que hacer. Tenía mucha tranquilidad al saber que su año escolar lo había ganado al poder salvar la materia de matemáticas y podía salir a vacaciones de fin de año e ir a la finca junto con sus amigos.

—Si no hubiera sido por Sandrid ahora estaría pensando en cómo me iba a suicidar, me salvó la vida —dijo Elián acostado en la cama de su primo.

—No me gustó el que Eliana no te ayudara, fue muy grosero de su parte —expresó Eduar muy serio sentado a su lado jugando con una pelota anti estrés en sus manos.

—Ella no tenía por qué ayudarme, estaba ocupada, la entiendo —tranquilizó Elián.

—Eliana el fin de semana no hizo nada, bueno, sí vio una maratón de una novela de sus chinos —contó Eduar.

Elián quedó un poco pensativo, no le sorprendía el que Eliana le sacara el cuerpo, ella lo odiaba y se lo demostraba con todos sus actos.

—¿Te peleaste con ella? —indagó Elián.

—Sí, lo que hizo no se hace Elián, tú no la has tratado mal como para que actúe de esa manera.

—Deja de ser bobo —replicó Elián—, ella no está obligada a ayudarme, sabes bien que no le agrado.

—Bueno, de todos modos, lo más seguro es que ahorita venga a hablar conmigo, se estresa cuando discutimos —alegó Eduar, observó con detención a su primo—. Cuando venga deberías de hablar con ella; háblale claro, no es justo que siempre te esté tratando tan mal. Ustedes son mis mejores amigos y me fastidia ver que te sientes incómodo cuando estamos juntos y ella sólo sabe dejarte en ridículo.

—¿Y qué voy a ganar con eso?

—Que no te siga humillando —respondió Eduar—, me he dado cuenta que has intentado llevarte bien con Eliana, pero ella toma eso como si fueras un idiota, te trata mal. Dile sus buenas verdades para que te deje de molestar, no importa si no vuelven a hablar.

—Oye, es tu mejor amiga —replicó Elián.

—Pero tú también eres mi mejor amigo y, además, mi primo.

Elián quedó pensativo, la idea le sonaba, pero, desde hace meses que dejó de enfrentar a Eliana; en él había nacido un sentimiento que no le permitía tratar mal a aquella joven. Poco a poco fue naciendo una pequeña esperanza de algún día poder ser su amigo, no aspiraba a nada más, se conformaba con una plática placentera a su lado mientras disfrutaban de una buena tarde de verano.

A las dos horas llegó Eliana a la casa de Eduar como el joven había dicho, encontró a los muchachos en el patio comiendo unos postres mientras escuchaban música.

—¡Buenas! —saludó Eliana sonriente.

Eduar y Elián se miraron las caras y después saludaron a Eliana.

—¿Sigues enojado conmigo? —inquirió la joven acercándose a la mesa donde los chicos estaban sentados.

Eliana rodeó el cuello de Eduar con sus brazos y después plantó un beso en la mejilla del muchacho.

—Ya… no sigas enojado conmigo —pidió ella sonriente.

— Ya ni me acordaba de eso —dijo Eduar.

Eliana se sentó al lado de Eduar muy animada y empezó a hablar sobre todo lo que hizo en el día y algunos planes que quería hacer en las vacaciones junto a su mejor amigo. Mientras, Elián observaba en silencio a la muchacha sonreírle a Eduar y a él se limitaba a ignorarlo por completo.

—Voy a ir al baño, ya regreso —dijo Eduar mientras se levantaba de la silla.

El joven salió del patio dejando a Elián solo con Eliana. Ella rodó la mirada a un punto fijo en el patio un tanto aburrida e hizo que un silencio incómodo se apoderara del lugar.

—Necesito hablar contigo —pidió Elián.

—¿Qué debería hablar yo contigo? —preguntó Eliana.

—De esto que está pasando —informó el joven.

Eliana hizo un gesto de extrañes, después soltó una risita burlona.

—Hablas como si tú y yo tuviéramos algo —soltó Eliana.

—Claro que no, me refiero a la manera en que me tratas —explicó el joven bastante serio—. Yo… he intentado que tengamos una amistad, pero tú sigues comportándote de esa manera conmigo, ¿acaso te he hecho algo terrible para que te comportes así?

—Elián… —trató de hablar Eliana fastidiada.

—Tranquila, no voy a discutir contigo —aclaró Elián—. De hecho, no pensaba decirte nada de esto, fue Eduar quien me dijo que lo hiciera; ahora no vayas a enojarte con él, quiere que resolvamos nuestros problemas. Pero sé que es imposible; tú me odias y yo no puedo hacer nada para cambiar eso. —Hubo un momento de silencio— no quiero que volvamos a pelear como antes, vamos a irnos de vacaciones y sería incómodo para todos convivir en esa guerra. De ahora en adelante… te ignoraré para que puedas estar tranquila, no tendrás que fingir y muchos menos ser hipócrita.

Eliana estaba congelada, le impactó el que aquel chico le dijera todo lo que pensaba mientras la miraba fijamente. Una sensación muy incómoda creció por todo su estómago subiendo a su pecho, al final ya no podía verlo y un gran cargo de conciencia consumió su mente.

—Elián, yo no te odio —le dijo, pero al final su voz quebró y tuvo que hacer silencio.

—Tranquila, no tienes que decirme nada —el joven se levantó de la silla y hubo un momento de silencio—. Por favor, lo único que te pido es que no sigas tratándome de esa manera repulsiva, ignórame como lo has hecho hoy, eres buena haciendo eso.

Elián salió del patio dejándola inmóvil sin saber cómo actuar. Inclinó la mirada y después respiró profundo. En ese momento entró Eduar, tomó un poco de jugo de un vaso de vidrio y reparó a su amiga.

—¿Estás llorando? —le preguntó.

—Ah… no… —Eliana pasó una mano por su mejilla derecha— es solo que… Eduar, ¿te parece que soy una mala persona?

—¿Por qué dices eso?

—Elián me llamó hipócrita y que… —los ojos de la joven se llenaron de lágrimas.

—Bueno, tú a él lo tratas muy mal —dijo Eduar—. La verdad, me da mucha rabia ver cómo tratas a mi primo así, le dije que te enfrentara y no dejara que siguieras haciendo eso. —Eduar la reparó y notó que ella quería llorar— ay Eliana, es cierto, ahí sí te has equivocado y horrible…

—Lo sé —Eliana se levantó de la silla—, este… yo… mejor me voy a mi casa.

—¿Te enojaste?

—No… Claro que no.

—Pero, ¿y entonces? ¿Por qué te vas? —interrogó Eduar.

—Es que… Aunque no lo creas, mi intención nunca fue tratarlo mal —confesó Eliana— ni yo sé por qué me comportaba así con Elián.

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