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La luz de la luna llena

La luz de la luna llena

Paula Tekila

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Capítulo

El rey Daniel de Flora invade el reino Dorado en busca de más poder, asesinando a su rey. El hijo del rey fallecido, Victor, asume el trono y jura venganza. Años después, Daniel envía a su hija, Luna, para matar a Victor, pero ambos se enamoran. Luna se debate entre el amor y la lealtad hacia su padre, mientras que Victor desconoce que Luna ha sido enviada para matarlo. A medida que los secretos salen a la luz, Victor deberá elegir entre el amor y la venganza, mientras que Daniel podría tener que aceptar el amor de su hija por un enemigo.

Capítulo 1 Una Triste Misión: La Partida de Luna

Luna creció en un entorno hostil y sombrío, donde su cruel padre, Daniel, esparcía odio y muerte por dondequiera que pasara. La muerte de la esposa de Daniel parece haber sido el inicio de su transformación en un hombre malvado y cruel, que no perdonaba a aquellos que lo desafiaban.

A pesar de los traumas y la tristeza que rodeaban su vida, Luna intentaba encontrar alegría y felicidad donde podía. Recordaba con añoranza los tiempos en que su familia era unida y feliz. Su padre, antes bondadoso, era su héroe de infancia, pero ahora Luna se encontraba en un dilema interno, cuestionando si su padre aún merecía su lealtad y amor.

Mientras se esforzaba por encontrar vitalidad en su rutina monótona, también sentía una creciente urgencia en su interior, una sensación de que su vida necesitaba cambiar, de que ella debía hacer algo significativo para sí misma y para los demás. Luna sentía que necesitaba encontrar su verdadera vocación, aunque no sabía con certeza qué significaba eso.

Era como si una voz dentro de ella susurrara, murmurando: "Hay más para ti, Luna. Hay más en tu vida y necesitas buscarlo".

Luna despertó aquel día como de costumbre, ya acostumbrada a las reprimendas de su padre, pero algo parecía diferente. Al cruzar su mirada con la de Daniel, notó un brillo distinto, un brillo que nunca antes había visto, algo que la asustó.

— ¿Por qué insistes en unirte con esos miserables? — preguntó autoritario.

— Son nuestro pueblo, ¡mi deber como princesa es ayudarlos! — salió corriendo, asustada.

A lo largo del día, Daniel siempre actuaba de forma agresiva, pero ahora estaba peor y hablaba con una voz extraña y ojos brillantes. Ella sintió una presencia maligna a su alrededor, como si algo malévolo se acercara, la muerte de su madre tal vez se había llevado consigo toda la humanidad que aún quedaba en el rey.

Había trabajado ayudando a los súbditos del castillo durante todo el día y estaba muy cansada, se dirigió a su habitación y no tuvo dificultades para quedarse dormida. Hasta que un sueño la invadió...

Era de noche, Luna decidió ir a la biblioteca del castillo y llevaba puesto un largo vestido rojo, buscaba algo que pudiera distraerla y calmar sus miedos. Fue entonces cuando se encontró con un libro antiguo y de tapa envejecida, tocarlo le erizó la piel, hablaba sobre leyendas de hombres lobo y otras criaturas sobrenaturales.

Mientras hojeaba las páginas, Luna sintió una extraña conexión con las historias del libro, especialmente la que involucraba a los licántropos. Experimentó una creciente sensación de que había algo dentro de ella, algo que nunca antes había percibido y muy poderoso, especialmente cuando las nubes revelaron una inmensa luna llena. Fue entonces cuando escuchó pasos acercándose hacia ella. Era su padre, que tenía una expresión salvaje en su rostro.

— ¡Nuestra sangre está maldita y necesito purificarte, Luna!

Se acercó a ella gruñendo y mostrando sus enormes dientes. Luna se dio cuenta de que algo terrible había ocurrido y que su padre se había transformado en un hombre lobo... ahora estaba frente a ella, amenazando con destruirla y liberar al mundo de su herencia maldita.

Luna se sintió paralizada, sin saber qué hacer, cuando de repente, un destello de esperanza la iluminó. Recordó la voz interior que decía "Hay más para tu vida". Sus dientes se volvieron afilados como los de su padre, una fuerza salvaje la dominó en ese momento, pero no se convirtió en un lobo... sino en otro tipo de criatura que ansiaba sangre.

El padre y ella, ambos transformados en criaturas, comenzaron una terrible y sangrienta lucha, hasta que Luna logró romperle la mandíbula y despertó gritando desesperadamente en su cama. Una de las criadas corrió para saber qué había sucedido, Luna simplemente la abrazó y deseaba olvidar esa horrible pesadilla. Su padre podía ser el rey más perverso de todos, pero no merecía sufrir ese destino.

Un tiempo después...

Luna se encontraba en la biblioteca, buscando un libro similar al de su sueño, cuando escuchó que golpeaban la puerta. Era un mensajero del rey Daniel, su padre, que solicitaba su presencia inmediata. Ella corrió hasta el salón real, donde su padre y sus consejeros estaban reunidos.

Daniel ya estaba de pie cuando ella llegó. La observó con frialdad y le dijo que había deshonrado a la familia con sus recientes acciones. Afirmó que ella representaba una amenaza para el poder del reino y que, por lo tanto, debía partir de inmediato.

— He decidido darte un destino, Luna. Partirás en una misión importante.

Ella se sorprendió y lo miró ansiosa por más detalles.

— ¿Qué tipo de misión, papá?

— Debes ir al reino Dorado y eliminar a Victor, enviarnos una señal de que podemos atacar.

— Papá, ¿por qué tanta sangre? Ya tienes suficiente poder... — Él no permitió que Luna terminara su frase, la sujetó fuertemente por la muñeca y la obligó a arrodillarse frente a él. Sus ojos estaban vacíos y completamente negros.

— No sirves para nada más que cantar en estos bosques, debes servir a algo más grande. Toma lo que consideres necesario y vete.

Luna sintió un escalofrío recorrer su espalda al escuchar las palabras de su padre. Intentó argumentar, diciendo que no había hecho nada malo e incluso quiso llorar, pero Daniel la interrumpió con autoridad, diciendo que ya había hablado demasiado. Le ordenó que abandonara el reino inmediatamente, sin derecho a regresar hasta que cumpliera con su deber.

Ella sabía que su padre era cruel y que no había nada que pudiera hacer para cambiarlo. Se despidió de sus amigos y empleados y partió de inmediato, con la esperanza de encontrar un nuevo lugar donde pudiera descubrir su verdadera vocación y construir su propia vida, incluso llevando en su corazón esa cruel misión de quitarle la vida al joven rey que ni siquiera conocía.

Selló su caballo y lo montó, algunos súbditos lloraron al verla siendo expulsada del castillo, pero nadie podía hacer nada al respecto o serían condenados a muerte por Daniel. Luna cabalgaba, dejando atrás el reino que había sido su hogar durante tantos años. A medida que se alejaba, notaba cómo los árboles cambiaban y el clima se volvía más frío. Sentía el miedo de estar sola y lejos de casa, lo que la hizo llorar. Ahora podía mostrar su dolor, ya no tenía que esconder sus lágrimas como cuando estaba bajo la mirada de su padre.

Las lágrimas se mezclaban con el viento mientras Luna avanzaba sin rumbo fijo. Se sentía perdida y completamente sola en un mundo hostil y cruel, y lo peor de todo, sin saber cómo la recibirían los súbditos y el rey de Flora. Recordaba con tristeza a su padre, ahora más que nunca, deseando tener a su lado a alguien que la amara y la entendiera, y solo pensaba en su madre.

Las horas pasaron y la noche comenzó a caer. Luna comenzó a sentir frío y hambre, por lo que decidió acampar cerca de un árbol. Allí, pensó en cómo sería su vida ahora que estaba sola, sin nadie que la ayudara o protegiera, y consideró tomar un rumbo diferente sin intentar cumplir la misión que su padre le había encomendado.

Se envolvió en su capa para combatir el frío y recordó las palabras de su padre: "Necesitas tener un propósito". En ese momento, se dio cuenta de que su padre nunca la amó y la expulsó simplemente para darle la oportunidad de dominar otro reino.

Luna lloró sola hasta agotarse, mientras los lobos aullaban cerca, pero no sintió miedo de ellos y finalmente se rindió al cansancio, quedándose dormida pensando en cómo sería su nueva vida, pero soñando con un futuro en el que sería libre y seguiría sus sueños.

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