/0/16156/coverorgin.jpg?v=e0d3c5a57447e20a1a33e73672cc3158&imageMogr2/format/webp)
Mi esposo, Carlos, y yo construimos un imperio de la nada. Nuestro matrimonio de diez años debía ser el testamento de nuestros sueños compartidos. Pero entonces una mujer llamada Gema Cantú entró en nuestras vidas, un fantasma del pasado de Carlos que reclamaba una “deuda de vida” que él se sentía obligado a pagar.
Todo explotó en un aterrador secuestro, donde Carlos fue forzado a elegir entre yo, su esposa, y Gema, la hija del hombre que le había salvado la vida. La eligió a ella.
Lo vi marcharse con ella, dejándome atada con nuestros captores. Su promesa de “volveré por ti” fue una mentira cruel. Más tarde, en el hospital, lo escuché confesarle su amor a Gema, sellando mi destino. La traición definitiva llegó cuando descubrí que estaba embarazada, solo para perder a nuestro bebé después de presenciar su íntimo abrazo.
El dolor era insoportable, una agonía que me desgarraba por dentro. Lo había amado con cada fibra de mi ser, y él me había abandonado para morir, para luego torturarme con su indiferencia.
Pero no sería una víctima. Incendié nuestra casa, un símbolo de nuestra vida destrozada, y le vendí mis acciones de nuestra compañía a su peor rival, Elías Garza. Se había acabado. Era libre.
Capítulo 1
El aire en la bodega abandonada estaba cargado del olor a óxido y concreto húmedo. Tenía las manos atadas a la espalda, la cuerda áspera clavándose en mis muñecas. Frente a mí, Carlos, mi esposo durante diez años, estaba en la misma posición. Entre nosotros, hecha un ovillo en el suelo, estaba Gema Cantú.
Lloraba, su pequeño cuerpo temblando.
—Carlos, tengo tanto miedo —gimió, su voz un susurro teatral.
Uno de los secuestradores, un hombre con una cicatriz que le partía la cara, se rio. Apuntó su arma a Carlos.
—Eres un hombre con suerte, Carlos Herrera. CEO de Grupo Vértice. Millonario. Pero hoy, tu suerte se acaba. Hoy, te toca tomar una decisión.
Gesticuló con el arma, moviendo el cañón entre Gema y yo.
—Sales de aquí con una de ellas. La otra se queda. Así que, ¿quién va a ser? ¿Tu esposa, o la hija del hombre que te salvó la vida?
Mi corazón se detuvo. Esto era una pesadilla. Los ojos de Carlos se encontraron con los míos, y por una fracción de segundo, vi al hombre que amaba, al hombre con el que había construido un imperio y una vida.
Luego su mirada se desvió hacia Gema. Ella lo miró, con los ojos muy abiertos y llenos de lágrimas.
—Carlos… mi papá…
Eso fue todo lo que necesitó. La “deuda de vida”, como él la llamaba. El fantasma de su padre, su compañero soldado que había muerto en combate, se interponía entre nosotros. Siempre lo hacía.
—Elijo a Gema —dijo Carlos, con la voz tensa.
Las palabras me golpearon más fuerte que un puñetazo. Diez años. Diez años de amor, de complicidad, de construir un sueño juntos, borrados en un solo instante.
Los secuestradores cortaron las cuerdas de Carlos. No me miró. Fue directo hacia Gema, ayudándola a ponerse de pie, sus manos suaves en sus brazos.
—Está bien —le susurró, con una voz imposiblemente suave—. Ya te tengo.
Ella se apoyó en él, su cuerpo amoldándose al suyo. Era una imagen de intimidad, de un vínculo que claramente iba más allá de la culpa y la obligación. Mi estómago se retorció en un nudo de ácido puro.
Mientras caminaban hacia la puerta, Carlos finalmente me miró. Su rostro era una máscara de arrepentimiento.
—Helena, lo siento. Volveré por ti. Te lo prometo.
Su promesa era un insulto. Una mentira flotando en el aire polvoriento entre nosotros.
Lo vi irse, llevándose a Gema con él. La pesada puerta de metal se cerró de golpe, el sonido haciendo eco del estallido de mi corazón. Estaba sola con ellos.
El hombre de la cicatriz sonrió, mostrando unos dientes amarillentos.
/0/18946/coverorgin.jpg?v=9f513e8f3fd7cc243bb16e5ee8728fef&imageMogr2/format/webp)
/0/18314/coverorgin.jpg?v=9e1a3ad891dff430f3d0dac4a7a459b9&imageMogr2/format/webp)
/0/10182/coverorgin.jpg?v=bd71b089ec61b2b385843280f51416de&imageMogr2/format/webp)
/0/10142/coverorgin.jpg?v=870dcede2a10f254b8324c3020a8e6ff&imageMogr2/format/webp)
/0/17258/coverorgin.jpg?v=c1741d6051856afca6e104a098d80a70&imageMogr2/format/webp)
/0/15809/coverorgin.jpg?v=4bfa1a9281c1519bd8b43846e5ecafd5&imageMogr2/format/webp)
/0/15874/coverorgin.jpg?v=bdd20ef8643fc5c403b9c668531d0585&imageMogr2/format/webp)
/0/20648/coverorgin.jpg?v=c1406627f555ecfeba8af796fe56953f&imageMogr2/format/webp)
/0/6309/coverorgin.jpg?v=2285977b4e8031cf999660b7507007f3&imageMogr2/format/webp)
/0/15858/coverorgin.jpg?v=ee6e51652f3538a24ad76d681610c681&imageMogr2/format/webp)
/0/11911/coverorgin.jpg?v=a77647242a9bdb78ac5729a9a8ed0ed4&imageMogr2/format/webp)
/0/16756/coverorgin.jpg?v=526b3062a49790c9cf64e85dbb8758e5&imageMogr2/format/webp)
/0/17267/coverorgin.jpg?v=6d148e88a22216f0d03064c309701896&imageMogr2/format/webp)
/0/20539/coverorgin.jpg?v=3c21679e8aa56da08c344187deb65881&imageMogr2/format/webp)
/0/19437/coverorgin.jpg?v=87b74b937a90f0374ab24b6dcf429962&imageMogr2/format/webp)
/0/17717/coverorgin.jpg?v=f77d2ae75cb2c8f95c0641bf95e945c8&imageMogr2/format/webp)
/0/19385/coverorgin.jpg?v=a8490d70d07b8411474956bc797f5445&imageMogr2/format/webp)
/0/13152/coverorgin.jpg?v=bd0a753a15cc3216b93e95214e8f73cc&imageMogr2/format/webp)
/0/20193/coverorgin.jpg?v=f5cd64c3a62d6d8885e344cca919cdb1&imageMogr2/format/webp)
/0/17586/coverorgin.jpg?v=09dc9c5629d98d8ba0921b5c10fd873c&imageMogr2/format/webp)