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Eiza... La venganza de la dimensión

Capítulo 6 Una simple palabra

Palabras:1449    |    Actualizado en: 13/01/2022

se oscurecieron d

tar la expresión que tení

ian agarrando mi mano. Podía asegurar que me sentía incluso cómoda con él. Aunque no quería hacerlo. Adam en alguna ocasión me había dicho que pasara lo que pasara confiara en él, y quería hacerlo, se lo debía pero es que sus palabras habían sido demasiado duras. Demasiado indolentes

ió Adrian y el calvo mal

ndo me había tocado, y ahora, soltarlo, me trasmitió algo que no quería sentir. Yo pertenecía a Ad

, no de

ntidad con rabia —es mi mujer, la dueña de tres cuartas partes de est

ella locura se acabaría en algún momento y no muy lejano. Simplemente me había sentido por un instante

Melina se metió en medio de la conversación, justo en el instante en qu

eñor. Ahora me faltaba saber qu

con actitud soberbia delante de ella y cruzando los brazos sobre mis senos —vas a animar con tu propio culo la siguiente fiesta de la dimensión —ella

mo eso sola —argumentó Adam obligandome a mirar el vac

í mis palabras haciendo un puchero de suficiencia subiendo y bajando la cabeza sin dejar de mirar aquellos ojos que no me decían nada —pero dile a tu queridísima... mmm, amiguita, que no me toque las narices o l

por detrás de mí un "te lo advertí ",del viejo de

les toque un pelo. Que no salgan de ahí, y ven a ve

cando su intervención, y le chasqueé los dedos e

tuerto, ¿

puesto que nadie lo merecía y tenía poco tiempo para h

mande

n mis brazos, y miré a su hermana para darle un

pensaba en lo extraño que me había hecho sentir

ía ni como alimentar, pero si algo tenía claro era que no iba a dejar

n, pues venía mirando la dulce carita de aquel niño tierno, que n

zos de Vicki y a pesar del asombro de verme con un be

ás aquí ahora. Siento que est

se be

ontra la madera. Estaba muy triste. Mis piernas se flexionaron como por inercia y fui resbalando hasta sent

uella tenia una explicación lógica y que debía dejarle el niño a ella, que yo no tenía el tiempo

otro lado, tenía una cena con el desconocido de los ojos azules, que aún no identificaba y con tanto compromiso, al menos ese día, no podía cuidar bien de un bebé. T

relajarme allí dentro, de abstraerme de todo el horror y el dolor que me

aba mi cabello bajo los chorros de agua, cuan

tre con cariño, lentamente y podí

o conocía demasiado como para equivocarme y así como en la playa sus

abrazar a sus hijos, a pesar de todo lo que me había

con un solo dedo y me volví loca de deseo, quise verlo, besar sus labios y volver a m

hasta que ví en su cuello la marca y miré sus ojos y eran los de A

ido pasar esto?... sal, Dios, ¿como

única palabra que nadie más que Adam y yo sabíamos

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