Seis años como fantasma, ahora real
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tré el mensaje en el celular de mi es
os. Defendió a la otra mujer, Karla, diciéndome: "Karl
o en mi vientre. Hizo que me golpearan y me humillaran públicamente en una fiesta mien
gnidad y el amor de mi hijo. Para el
Durante seis años, fui un fantasma. Construí una nueva vida,
e traicionó entraron a mi pastelería, decididos
ítu
A VIL
atorio nauseabundo de la mentira que estaba viviendo. Mi mundo, que alguna vez fue el plan
n año juntos y los que nos fal
propia e creciente ansiedad. Mis manos temblaban, el celular se sentía como un objeto
a segunda vida justo debajo de mis narices. Una vida con Karla Alarcón. La desesperación que me invadió fue un peso
o que aún no había compartido. Había estado tan llena de esperanza, aferrándome a la idea de que un nuevo bebé podría acerca
ncanto displicente ya puesto. Sus ojos me rozaron, luego
un susurro. Le extendí su celular, la pant
a? ¿Otra vez de chismosa?". Me arrebató el t
apó. "Cristian, te deseó un feliz anive
"No es nada. Solo algo del trabajo. Estás haciendo un drama". Descartó mi
ños nublado por una extraña y posesiva ira. Sostenía un coche de
", exigió, su voz aguda. "Karla
omo un loro las palabras de la amante de su padre. Me miró con una
e. "Dice que no entiendes el trabajo importante de papá. Deberías
z, tan fácil de reemplazar, incluso a los ojos de mi hijo? La humillación ardía, una m
aba, pero mi mente se había entumecido. Me alejé, con las acusaciones resonando en mis oídos, dejándol
o en mi vientre. Había tomado una decisión, una dolorosa e irreversible
s. Mi mano estaba firme mientras llenaba los papeles del divorcio. Sin demandas, sin pel
un plan diferente. Guardé con cuidado los papeles de divorcio firmados y un pequeño sobre sellado que contenía la prueba médica de la interr
stian. La música se derramaba desde el gran salón de baile, mezclándose con las risas de la élite de la ciudad. Salí del coche, el aire fresco
radiante, pavoneándose bajo los reflectores, disfrutando de su gloria robada. Mateo estaba a su lado, con una peq
n martilleaba, un tamborileo frenético contra mis costillas, pero mi r
dulce. Demasiado dulce. "Te he traído un regalo". Le ext
ilegible en sus profundidades. Karla, siempre la manipuladora, incli
ian, su agarre en la cintura de Karla se te
i mirada fija en Karla. "Mi libertad. Y su futuro, juntos". O
conmoción y furia. No esperaba esto. Esperaba que me acobardara, que
construida vaciló, reemplazada por un destello de incertidumbre. Miró a Cristi
ntad era inquebrantable. Cristian estaba a punto de hacer el ridículo, de intentar negar lo que le
firme, a pesar del temblor en mis manos. "Enton