El Remordimiento del Multimillonario, La Venganza de la Heredera
Caterin
vizna. Salí del café, ajustándome
onces
estaba bajando, rodeando el cofre para abrir la puerta del pasaj
ses como el cielo tormentoso, no mostr
nmoción. Di un paso atrás y mi tacón se atoró en un adoquín irregular. Mi tobillo se torció y un dolor a
sible. Luego me dio la espalda, tomó el brazo de Isabella
Dejándome herida e
niendo dos tazas de café. Caminó hacia mí,
jo. No era una peti
porte", espeté, las pal
e agachó, me levantó en sus brazos con fría efi
su esposa; estaba m
en la mano. Era café negro. Su preferencia. El que yo
ave voz de Isabella murmuró: "C
genuina que hizo que se me revolviera el estómago. "Siempre te pasaba", dijo, una pequeña s
io esposo. Hablaban a mi alrededor, su historia
ía llevado allí en nuestra primera "cita", una salida forzada y formal un mes antes
de que nunca fue su
urista en las rui
haberme quedado dormida, porque desperté cuando el coche se estacionaba
curvaron en una mueca de desdén. "¿Estás fing
o no, Alex, no todo se trata de ti. Soy una mujer con su
jos. Se inclinó sobre la consola,
s un de