icon 0
icon Recargar
rightIcon
icon Historia
rightIcon
icon Salir
rightIcon
icon Instalar APP
rightIcon

Reemplazo por una Sustituta Embarazada

Capítulo 4 

Palabras:1235    |    Actualizado en: 04/11/2025

ía

. No era el sonido de un animal entrenado a punto de actuar. Era el sonido de u

n extraño matiz almizclado. Un aroma que ahora reconocía emanando del heno en el fondo de la jaula del tigre. Era un s

entrar", dije,

a bestia. "No seas difícil, Sofía. Camila se tomó muchas mo

ra un sabor a bilis en mi boca. Estaba tan cansada. Cansada de las mentir

enario, arrullando al tigre, su voz goteando falsa afección. Alex estaba cautivado, su rostro ilu

lo de su poderoso cuerpo estaba enroscado, un resorte de intención letal. Intenté retroceder mi silla, p

ito de "¡Oh!". Su mano, que había estado descansando en el cerrojo de la ja

jaula se abrió

nsordecedor que rasgó la tranquil

de terror. En un solo movimiento fluido, se abalanzó, no hacia mí, sino

mpletament

naranja y negra. Vi sus garras, extendidas como dagas curvas. Vi s

contraron con los de Alex. Lo vi mirarme, su rostro una másca

eada por un camión. Un dolor blanco y candente explotó en mi hombro cuando sus garras se hundieron en mi carne. El mun

ndo a Camila en un abrazo protector, su cuerpo una fortaleza construida pa

tor cardíaco. El dolor era una entidad viva, un fuego que consumía todo m

ranquila, señorita Garza. Tiene mucha suerte. Las garras del tigre no alcanzaron su art

é, la palabra u

, ahuecando mi almohada. "Solo unos rasguños y un esguinc

acía aquí, desgarrada por una bestia que ella había

igeramente entreabierta. Podía escu

do delicado e hiposo. "Lo siento tanto, tan

Alex era un murmullo bajo y tranquilizad

ccid

l espacio hueco donde

sollozó Camila. "Y ahora... siento que debería h

más tarde. Ahora mismo, necesitas

una disculpa; era una actuación. Una forma de cimentar su

el vaso de agua de mi mesita de noche y lo arrojé contra la pue

s, Alex irrumpió en la habitación, su rostro una más

ndo de tomar mi mano. L

l tigre?", pregunté, mi vo

res. Fue un accidente. El entrenador

que una vez había golpeado hasta dejarlo hecho pulpa a un vago de la calle por piropear

nosotros, se extinguió. No quedaba ni un destello del viejo Alex. Se había ido. El hombre

furia tan fría en sus ojos. No solo luchó contra ellos; los desmanteló. Le rompió la nariz a uno, le dislocó el hombro a otro y los dejó a todos como un de

arrado y roto. Y él lo llamó un "accide

o ya no

uera de la habitación, su deber hacia mí cumplido con una

mente me quedé allí, una estatua tallada en hielo, y dejé que el silencio de l

yo harí

-

Obtenga su bonus en la App

Abrir