Bajo el manto de la venganza
to de paz, el único instante en el que podía relajarse antes de que el ajetreo del día comenzara. Pero aquella mañana era diferente. Algo había cambiado en el aire, algo que Lucía no pod
, más callada de lo habitual, pero Lucía no lo notó en ese momento. Estaba absorta en sus propios pensamientos, preguntándose qué era lo que realmente le faltaba, qué debía e
aba vueltas a la taza de café-. ¿Alguna vez has pensado en
r distante, como si estuviera recordando algo que preferiría no revivir. Lucía lo notó, pero no dijo nada. Sabía que había algo que Carme
nalmente rompió el silencio, su voz suave
e Carmen, esos ojos que siempre la habían mirado con tanto amor
enar. ¿Me entiendes? -Lucía se mordió el labio, sus palabras se entrelazaban entre la duda y el deseo de
vez hay algo en ti que aún no has descubierto. Algo que está más allá de lo que puedo contarte. -Carmen re
ca. De hecho, nunca mencionaba a la mujer que la había traído al mundo, ni las circunstancias de su adopción. Sabía que había s
por descubrir lo que tanto había estado evitando. Su madre adoptiva se tensó al instante. La atmósfera en la h
a, esperando una respuesta que no llegaba, mientras el s
e biológica fue una mujer muy joven, y su historia no fue fácil. No puedo contarte todos los detalles, Lucía. El pa
a sensación de que había algo más, algo más allá de las historias sencilla
ción comenzando a apoderarse de ella. El deseo de saber la v
iró hacia afuera, hacia la calle tranquila, como si estuvie
el entorno en el que vivía era... complicado. Lo único que sé es que, cuando naciste, ella no pudo seguir adela
ea de ser abandonada, de ser vista como una carga para su madre biológica, le dolió más de lo que esperaba.
Lucía preguntó, su voz quebr
haba contra algo dentro de sí, como si las palabras le pesaran demasiado. Luego, con u
ause más dolor. Fue una tragedia para ella, pero también lo fue para mí. Yo te encontré cuando solo tenías unas pocas semanas, sola en un banco de la ci
iva le había dado amor y cuidado, ahora comprendía que ese amor también estaba teñido por una profunda tragedia. La muerte de su madre biológica, el
-preguntó Lucía, su voz casi un susurr
có y tomó su m
marte más de lo que ya lo había hecho el abandono. Pero ahora que eres mayor, siento que es el momento de
respuestas que había estado buscando, las que la habían acompañado en su vida, ahora parecían aún más lejanas. Algo en su interior comenzó
cía, la duda aún más fuerte que nunca. -S
abras que no quería pronunciar
unstancias de la vida son
eza. ¿Era realmente su destino ser parte de esta historia de abandono
te, pero Lucía sabía que su viaje