La sumisa del Ceo
velé, quizás demasiado alto-.
no. Él vio mi estado cuando cerró la puerta de l
e hizo sentir todas esas cosas... -Completé, reduciendo
on fuerza, lo que me impidió ver el momento en que Ares extendió su mano libre hacia la par
na c
de mi cuerpo. Había dejado a Ares satisfecho y él me
i rostro con una
e Ares se deslizó de mi cabeza a mi mejilla,
eció hasta que me concentré en su ros
oven? -Le oí decir cuando su r
, entendí lo que Ares quería decir al afirmar que sus manos estarían atadas hasta que t
té mi edad tanto como p
die se entera... -dije
. Después de todo, era él quien asumiría todos
lo que expresó, deslizando su pulgar por mi
tan rápidamente. Pero con esas palabras,
to discretamente en el costado. Así que me senté entre él y Roberto, su
ida. Y no hablo de las actitudes o palabras que me dirigieron, porque, de hecho, Roberto era sorprendentemente
oces serias de padre e hijo hablaron sobre los resultados de los informes de una sucursal en España me hizo d
sé que no tan discretamente, a Ares,
a nos dejó en la puerta del hotel, incliné
. -Confesé, sinceramente, aún con e
ntar el rostro. Su sonrisa era pequeña, casi tan
chica. -dijo-. Solo ten
ranquilizadora por solo otro segundo antes de que se diera la vuelta para dirigirse a la recepción. Cuando Patrick siguió a Rob
o y, Dios, desearía que siempre me mirara. Simplemente nunca me acostum
. No era novedad lo mucho que me sentía atraída y estoy segura de que Ares siempre supo muy bien lo
uedo ir a ve
aría ansiosa por el resto de la noche hasta que llegara el momento d
nte, y vi que observó mi uniforme escolar antes de
ada. Sonrió, como si esa fuera l
n una sonrisa suave, tan diferente a cualqu
r que algo andaba mal. Pero la inocencia combinada a la ansiedad me cegó, y todo lo que hice fue sonreír d
, porque ella insistía en que no valía la pena concentrarse en nada más que en las posibilidades que me esperaban una vez que estuviera a s
ualquier mosca volando desviaba mi atención y tener la mente llena de co
lo que decían los profesores, ni siquiera presté atención a lo que decían Jess y John
os, en serio, la vi saliendo d
tario mientras nos alistábamos p
tada en uno de los bancos lejanos, y entonces supe de quién estaban hablan
an mixtos. -Repitió Jess, disgustada-. Vas a ver que va
so es as
taly también era una chica rara y ya había reprobado dos veces, por lo que no era de extrañar que siempre fuera víctima de los comentarios desagradables de John y Jess o del
a la posibilidad de que Nataly tuviera interés en alguien mayor, cuando
ado de ropa. -Me murmuró John, echándose
, sabiendo ya que ni siquiera
tiró de John en dirección a la salida del gimn
ola, me puse la ropa limpia en el banco detrás de mí para
lí. -Bien podría tomar una foto de tu culo para venderla por interne