EL DOLOR DE LA CEO
casa de Bady, se acercó a la puerta,
uieres ce
tu sopa
del primer piso, así que ella decidió ir hasta allá. Golpeó la pue
en sus manos, se detuvo en seco al ver a su hermana acostada en la
soltando la sopa dej
ó su rostro entre sus mano
orir, no me puedes dejar sola-. Las lágrimas comenzaban a caer
e sentó junto a Bady, tomando su mano, rogando que
ancia llegó y bajaron los paramédicos rápido , entrando directo a la habitación de Bady para examinarl
és del intento de suicidio
su hermana Hazel cruzada de brazos observándola en
s con lágrimas en sus ojos. Bady la miró en silencio, sin darle una respuesta a su herm
a su sufrimiento, a la soledad que s
lpa. Se dio cuenta de que la decisión que había tomado hab
todo este dolor es demasiado grande y difícil de llevar. No sé cómo
tar aquí. Lo perdí todo. Sin ellos, no
eza y la miró a los ojos, c
ando sus manos en el corazón de ella-. Siguen contigo en cada, r
tú te vas, ellos tam
y confusión. -No sé si puedo, Hazel. No sé
idida a no dejarla rendirse. -Entonces no lo hagas sola, aquí estoy y
leno de dolor, por primera vez en mucho tiempo sintió una chispa de algo diferente. No era esperanza aún, pero tal vez, sol
nada le llenaba el corazón, nada la ilusionaba. Apenas cruzaba algunas palabras con
amarrar los zapatos de Bady. Te ves hermosa -dijo Haz
rse, Hazel la miró a los ojos , esperando que Bady hablara -dime contestó ella.
endió que Bady necesitaba ese mo
a habitación y se fue a prepar
yecto, los recuerdos inundaron a Bady, form
vertido en una mujer fría, despojada de toda alegría y de toda esper
y un frío recorrió todo su cuerpo. Hazel la acompañó hasta las tumbas y luego le dio su espacio, dejándola sola para que se pueda despedir.
nos mientras sus lágrimas descendían por sus mejillas sin control. En
con su voz baja, mirando la lápida de Felipe. -Sin tus besos, sin tus caricias que me hacían se
tuvo que pasar todo esto?- Las preguntas salieron de su boca entre lágrimas; cada una pesaba como una roca en su pobre
seis meses, seis cortos meses pude disfrutarte, mi pequeño sol- su voz temblaba-. Vivir sin tu sonrisa,
inua