Mi marido es el demonio
rle el juego. Ya me encargaría más tarde de aclarárselo todo. En esos momen
las palabras al tiempo que esbozaba una sonrisa irónica—. Me consta
terminemos lo que nu
rarme de que nadie en los alrededores parecía interesado en
onmigo —
por mi insolencia, pero esbozó
aquí para cuidar al pequeño conde, o pa
os —intervine para luego tirar de ella ant
de la furia y las mejillas sonrojadas, aunque no habría sabido decir
uié a un ritmo suave, mezclándonos con la músi
oque de osadía, irritada a buen seguro por
ua afilada...», me di
querida Emma? —inquirí en respuesta al darme cuenta de que
n clases de baile, excelencia —espetó, furiosa—. Habéis s
risa. Por Dios, esa m
reguntar, querida. Me viste a
dó con la b
espreciable de
eí. No pude evitarl
do cosas peores, pero nunca l
instante, ya que arrugó la frente y se quedó callada. Después, bajó la vista
ó, presa de la ira. Yo entrecerré l
lo haces de maravilla. Podría pasarme el res
stuvo de errar el paso. Sin embargo, se recuperó en
pretó con fuerza un hombr
a vos. Y sobre todo, no quiero que me diga cosas románticas que, c
eso y me lim
movernos poco a poco. Emma se apartó
do abanico entre los dedos antes de
itar la anulación de nuestro matrimonio. La humillación terminará a
n cierto modo preocupado por semejante testimonio
ras que habían pronunciado esos bellos y exuberante
uestro alrededor. Armond se había quedado allí de pie, aunque en esos momentos reía de buena gana mientras hablaba y coqueteaba con su mujer. Nada había
la espalda—. Puesto que no tengo deseo alguno de que acabes conmigo, cumpliré con mi de
adeó, sor
que cumplir deber a
ejas en un g
so me encargaré
mejillas ruborizadas de nuevo. E
lo sabéis —susurró ella en un tono de voz apenas audible por encima
í casi
osamente cerca de mí. Pero no se dio cuenta o no le d
den —continuó muy despaci
—pregunté
n brazo con audacia
olverá a
sus cálidos labios sobre los míos para besarme durante unos segund
la mente agitada por un repentino tumult
duda de que estaba jugando conmigo y en esos moment
ví, no r
undo lo que me hicisteis la noche de nuestra boda justo antes de arder
espalda y desapareció del jardín,
a mirada atónita de su esposa mientras me concentrab