icon 0
icon Recargar
rightIcon
icon Historia
rightIcon
icon Salir
rightIcon
icon Instalar APP
rightIcon

Amantes secretos

Capítulo 4 Conociéndose

Palabras:4393    |    Actualizado en: 23/01/2024

amó Ian de

rne que estaba mascando, preoc

es ir a mi apartamento

der— después de clases, pero en unas dos semanas

joven—. Puedes ir unas horas al día, yo prácticam

ely, no le beneficiaba en lo a

to, el justo —aclaró Ian al verla

n, tampoco, —soltó una risa d

lo necesi

S

n dos meses… bueno… No soy la persona más organizada, realmente soy un desastre en mi apartamento. ¿Mañana puedes llegar y ayudarme a arreglar todo? Te

se iluminaron y so

tu apartamento como

tá bastante desorgan

na, —sonrió con una enorme sonrisa— no te vas a

una sonrisa

r mañana preparada y no tengas ninguna excusa para faltarme —sac

ular su alegría, pero se le hizo complicado: se

“la mitad”, entonces, ¿le iba a pagar cien mil pesos por un día de limpieza?

de su casa, ya había anochecido y la ma

as en la sala. La señora estaba encerrada en su cuarto, acostada en su cama. Una ve

ly con emoción—, ¡

de tanto llorar. Emely se sentó a su lado, sacó de uno

la joven—. Mira, me dier

o?, ¿en qué?, ¿quién te dio traba

do, sabes que es lo único que puedo hacer. Tengo un ami

on quién vive?,

iva mal. Él al verme llorar, quiso ayudarme, recién se acaba de mudar a un apartamento y… necesita que alguien lo ayude a arreglar todo, porque él dijo que, como no tiene muc

r—, ¿por qué haces esto?

bró—, tú no puedes con todo, necesitas ayuda. Yo también quiero ayudar. Por favor, déjame hac

no te l

ú sabes que ya nos está ayuda

el llanto—. ¿Qué hicimos pa

salió esta oportunidad, al menos ya mañana vamos a comer y si

primer día de trabajo de Emely, el dí

con casas modernas alrededor, espaciosas, con hermosos jardines y que mostraba que allí no podría vivir

al haber olvidado el número del apartamento. Por suerte, ella antes de llegar había llamado a

al ascensor, I

idado la direcció

ó ella con ri

dó Ian—. Es raro, porque te aprendis

s blancas, espacioso, con bastante luz, puertas de madera anchas y modernas.

es, ropa encima de los muebles y cajas de pizza, vasos, botellas. Era

on un poco d

o te dije —explicó—. Tampoco me gu

y—. ¿Por qué no buscaste

a contratarla. Tampoco lo hacía bien, no sé, no me gustaba mucho el resultado, además, no soy de

as el que ella hic

ponerlas en otra parte, movía mis documentos o rompía cosas. Eso me molesta

lo —pidió Emely—. Quiero hacer todo a tu gusto

todo el apartamento, Emely comenzó a organizar. Con ayuda de Ian

una buena comunicación con Emely, era una chica bastante madura para su edad, algo seria y callada, pero le gustaba que

a pedir algo a domicilio, pero

? —preguntó alg

o —respondió ella—. ¿Qu

o paso mucho tiempo aquí. Per

s comer? —aceptó

en la cocina, él recostó su cuerpo a

abes prepararlo? —

ó salir u

más fácil del mundo

acía, pidió algo adicional, pensando en que trataría de darle un servicio más per

mely llevaba puesta una de sus típicas minifaldas que dejaban a la vista sus largas y delgadas piernas. Era una joven muy hermosa, e

a de la minifalda. Aunque sus ojos viajaban por sus largas piernas, dándose cuenta que ahora se veían mucho mejor que

emoción. Aquello lo sacó de su ensoñación por completo, haciéndole pensar cómo podría soportar el estar a solas con ella en aq

esto —dij

o observó por un mome

—ace

rsonalidad le atraía en gran manera, pero estaba pro

ntró a la habitación principal, había ropa sucia regada por todo el lugar. Comenzó a recoge

las bolsas, comenzó a llamar a Emely, pero

vergüenza al ver que e

te ruborizado—, acordamos que la ropa

sumamente desorganizado. Estoy segura que comprarás más ropa cuando

limpiar, no l

Emely había separado la ropa y en el lavadero estaba

nte no tienes que hacer eso, deja de hacerlo!

razo, pero la joven

quieta si veo que hay tanta ropa sucia acumulada

chica me esté lavando

hacía la ant

años, y me pedía que le pa

a los pantalones en la lavadora— mejor pa

o la manera de manipularlo. Si mencionaba las palabras “ayuda”

de desinfectante bastante agradable. Además, Emely le dejó casi listo lo que él podría comer

dormir. Su espalda estaba adolorida y sus piernas ya no podían más. Se

—preguntó la mujer s

Todo estaba en cajas, había un desorden gigante. Pasé toda la tarde limpi

ostro triste y acari

rías estar trabajando

ó la joven—. Mejor, saca de mi bolso l

prepare algo para

ueno es que Ian es muy amable. M

ero cuando hablas de él,

, él no es malo, además, sabe

abajaste co

mami, con ese dinero, yo hago la compra y tú con tu sueldo pagas las deudas y los servicios, yo te pago la deuda con el banco. Así no debemos fiarle al señ

ar—. ¿Tú cómo vas a trabajar? Debes

o, puedo irme para mi casa. Él no está en todo el día, así que sólo es limpiar un poco y y

, ese trabajo me

Por favor, espera un tiempo, si ves que con los días no

a saliendo de clases c

nate, Iván me preguntó por ti, yo le conté que cumpliste añ

Emely se a

a mí? —preguntó to

í que v

ó salir u

edo, t

tú no haces nad

guí un trabajo —

runció

para qué quieres tr

a? —respondió Emely con tono un poco malhumorado—, además, ya la otra s

é estás t

dos veces antes

pelería —r

ueno, no sé cómo harás, pero Iván quiere ve

n y lo encontró terminando de ab

jé una copia de las llaves encima de la mesa

un poco temprano ho

as, no necesitas quedarte aquí toda la tarde.

muchas

dad, ¿a dónde irás?

a casa d

estró para que le

ella esta vez

ingó las

Iv

Emely no pudo retener una son

cumpliste años. Al final nunca me dij

dado trabajo es más que suf

entras llevaba una mano hasta

que esto —dijo—, es admirable que quieras a

joven detrás de su oreja mientras la

tarde —informó Ian mientra

egó casi al anochecer; encontró a Iván, un joven de dieciocho años, sen

ando escuchó que Diana comenzó a saludar a Em

ntras se abalanzaba a ella y le d

—esbozó

n y ella se acurrucó en su fornido pecho. Para ser un joven de dieciocho años, e

brazos de Iván. El joven tomó una bolsa de

a bolsa una cajita rosa, la abrió y enc

sbozó, miró a Iván—

ollar: no se lo quitaría nunca. Era el primer r

jugo junto con unas picadas. La señora le tenía mucho aprecio a Emely, en repetidas o

plía años, pero no le dio nada —dij

no me conoce

e quedaste hablando con Ian antes de que se mud

de Ian? —pr

somos co

ona —dijo Iván—. Es mejor

ea de matemáticas —contó Diana—. Justo después que te

o contaras eso

y quedó con la

iene el labio partido? Ese fue Ian, le sacó sangre —la joven soltó una carcajada—. El muy de

—gruñ

elearon? —i

imos en la casa. Le pregunto que por qué se va y dice que porque sí. Sigo preguntándole y comienza a h

evó su mirada hasta Emely, como

esó que nosotros fuéramos pobres, me parecía un tipo humilde, agradable, jugábamos fútbol juntos. Pero después lo conocí mejor, es cierto todo lo que mi mamá dice de él, es un desagradecido, después que le abrimos las puertas de nu

había tomado rencor al hombre que admiraba por una mentira, s

o tener problemas, lo mejor era mantener una relación alejada de Ian, ser

mpiar a las nueve de la mañana, ya que estaba en vacaciones de fin de año. Sólo lo veía un rato los sábados, cuando le lavaba la ropa. Él d

dejaba los sábados el dinero, ella limpiaba y se preocupaba por lo que comía en las mañanas y las

n Ian los sábados, cuando ella se adelantaba un poco de la hora p

ta de la ciudad. Lo bueno de su trabajo era que prácticamente no veía a su jefe, le tomaba un poco menos de dos horas limpiar lo poco que Ian desorganizaba cuando estaba allí y el resto del tiempo era

salir, lo veía abrir la nevera y sacar la comida semipreparada que ella el día anterior le había hecho. La

gos cítricos. Ian cuidaba mucho su cuerpo, tenía bastante ropa deportiva y muchísimos zapatos deporti

ntó Ian mientras comía sentado frent

os los sábados. Y la mis

la con una ligera s

ientras tomaba con su mano derecha el v

a la mesa y se s

ven—, que trabajaba para ti. Cree que tengo veinte años, parece que

gó una cor

o tenerte aquí, no debo preocuparme por el qué

por aquella respuesta. Sí, todo estaba marchando muy

otra ruta para evitar al señor Francisco al llegar del trabajo, era una mucho más larga, pero nadie la molestaba. Al hombre se le pagó todo lo que se le debí

comida y podían darse pequeños placeres como comprarse una que otras cosillas para ellas. De hecho, en aquel año les había ido tan bien que la madre de Emely encontró un mejor trabajo como

e una mañana—. Dentro de poco te vas a gr

Obtenga su bonus en la App

Abrir
1 Capítulo 1 Antes de Ian2 Capítulo 2 Una vida a tu lado3 Capítulo 3 Problemas4 Capítulo 4 Conociéndose5 Capítulo 5 Secretos6 Capítulo 6 Corazón7 Capítulo 7 Graduación8 Capítulo 8 Celebración 9 Capítulo 9 Amigos íntimos10 Capítulo 10 Los ojos de Luciano11 Capítulo 11 Primeras impresiones12 Capítulo 12 Seducción13 Capítulo 13 Siempre a tu lado14 Capítulo 14 El novio perfecto15 Capítulo 15 Más allá del amor16 Capítulo 16 Pasiones ocultas17 Capítulo 17 Amistades18 Capítulo 18 Viviendo a su lado19 Capítulo 19 Entre Ian y Luciano20 Capítulo 20 Tiempo21 Capítulo 21 Independencia22 Capítulo 22 Fantasía23 Capítulo 23 Velada24 Capítulo 24 Discusiones25 Capítulo 25 La vida después de Ian26 Capítulo 26 La vida antes de Emely27 Capítulo 27 Apariencias28 Capítulo 28 Por tu amor29 Capítulo 29 Anhelo30 Capítulo 30 Inseguridades31 Capítulo 31 La vida sin Emely32 Capítulo 32 Amor de mis recuerdos33 Capítulo 33 Bocanada de alivio34 Capítulo 34 Caminos entrelazados35 Capítulo 35 Recuerdos de una vida agridulce36 Capítulo 36 Amarga realidad37 Capítulo 37 Mi corazón en tus manos38 Capítulo 38 Casualidades39 Capítulo 39 Nostalgia40 Capítulo 40 La vida después de Luciano41 Capítulo 41 Una etapa en la vida llamada arrepentimiento42 Capítulo 42 Una palabra tuya43 Capítulo 43 Cómo te va, amor44 Capítulo 44 Entre tu vida y la mía45 Capítulo 45 Esperanza46 Capítulo 46 Tu vida en la mía47 Capítulo 47 Amor de mis amores48 Capítulo 48 Sentimientos 49 Capítulo 49 La nueva vida con él50 Capítulo 50 Relaciones 51 Capítulo 51 Sí, acepto52 Capítulo 52 Por siempre juntos