Secretos Nuestros

cer. Lo que es peor, tengo miedo que es

s de la jornada para dejar que sus viejos ojos descansen un poco. Tenía que reconocer que, en ese momento, le costaba ser imparcial. Tentado estaba a pedirle con urgencia que le pagase el pasaje y que la abandonara a su suerte. Pero, eso no era lo correcto. Tanto Alfredo como Esteban sabían muy bien que, bajo

que te corresponde, Esteban. Vos no sos su psicólogo. Así que, por el momento, te diría que tomes distancia. Habla con ella al respecto de ayudarla, pero no seas tan invasivo... Vos más que nadie sabe lo difícil que es salir de estos vínculos traumáticos. Deja que sea

ue nadie

ganta al pensar en eso. Sí, él más que nadie lo sabía. Él más que nadie sabía el verdadero tormento que suponía vivir bajo el m

ico se sie

rer, había enfocado su carrera en ayudar a aquellas victimas. Así que, a decir verdad, Abigaíl, solo un caso más del montón. I

ban, mo era cualquier víctima de Narcisista ¡Era su prima a la que hijopvta Narcisist

ía criado. A veces, aunque se viera al espejo y no reconociera ningún rasgo de la fisonomia paterna, tenía dudas de si aquello fuera verdad. Había veces como en ese momento en qu

s? Porque, si lo pensaba bien, no tenía sentido que incluso a sabien

en el que sentía como comenzaban a asfixiarlo. Miró la pantalla, era ella quien lo buscaba.

de casa de llegar.- informó en un murmul

ad no ocurría nada y hasta se sentía completamente estúpida por llamarlo aunque supie

ue había estado actuando desde su llegada. O simplemente era porque no podía dejar de pensar en ese beso que él le había dado antes de irse. Ya ni estaba seg

opias manos temblorosas por los nervios que tenía al tener

iera actuar con tanta naturalidad mientras ella se sentía cada vez más nerviosa y al borde de pedirle a gritos de que se apur

tas ¿O quizás te habría gustado otra cosa?- escuchó que él le respon

coherente. Preocupada simplemente por una tontería como suponía ser el tipo de comida que se llevaría esa noche a la boca. Pero no se lo dijo, en realidad solo deseaba que estuviera a su lado en ese momento,

aburrido y ya me cansé de mirar el techo.- comentó

s aburrido. Sin un televisor o algún tipo de pantalla en la que distraer su atención, solo libros de psicología y una computadora de

vertida como yo... ¡Ah! ¡Carajo!- le dijo en lo que veía darle un buen plano de sus exuberantes glúteos mientras se d

o a menear la cadera de esa manera. Tampoco había sido algo hecho sin pensar. A decir verdad, ya sabía que ese primo suyo n

abía advertido. Sabía... Bueno, sabía muchas cosas al respecto de todo ese asunto

maba provocar. Le gustaba saber lo que pasaba por su mente, porque a él no le costaba para nada emitir aquellas

y que tampoco lograba entender. Ese era el motivo real de po

eriendo...- se disculpó co

el juego con toda la normalidad del mundo -Mejor, mové ese buen... Currícu

intimidada o asqueada por esa actitud? Si siempre que Emanuel lo hacía, ella solía buscar la manera de desviar el tema de conversación. No l

psicólogo? ¡Seguro sabía la respuesta a su incertidumbre! Pero también podía ser posible

no le dig

scuidadamente sobre el apoyabrazos del sofá. Todavía pesaba

ad de estar completamente vestida con la ropa que él le había comprado. Ropa cara. Aunque no se lo quiso decir y había arrancado los p

Esteban le había comprado ¿Acaso eso no tendría alguna finalidad más específica? Su experiencia no le mentía, esa r

e él creía que podía llegar a ser tan estúpida como para caer en esa mentira? Seguramente la ayudaría o quizás haría como si lo hiciese. Seguramente, le haría creer que

mple pantalón de mezclilla azul Francia que le calzaba a la perfeccion, un par de pantuflas color crema y una polera n3gra con escote recto que descub

pa ¿Te gusta?- le preguntó con la sonrisa adherida a su cara, necesitaba escuchar que

o. Parecía como si por un momento volvía a hacerlo sentir que lo ignoraba. Esa actitud, aunque no quería permitirlo, lo angustiaba. Angustiaba

ncia... No

amén a la verdad, todavía, en ciertas ocasiones, tendía a hacer eso. Tomó una empa

esta le parecía que era la única que podía llega

a ser la misma. Pero eso solo fue a medias. La vio m

to.- ¿No era más fácil comprar cualquier boludez en el primer negocio que en

ica. Esteban se palmeó la cara mentalmente. Para ser sincero, en su afán por conseguirle algo que fuera de su gu

endía como lo había pasado por alto ¡Era una característica demasiado usual es

s invas

. No se dio cuenta de eso, pero él estaba resultando ser invasivo con

y luego de tragar, agregar-... No es cierto que quiera demostrarte que tengo dinero, para nada quiero qu

rlo de forma tan descarada. Quiso pedirle disculpas, pero, él todavía

que un jeans se estiraba bien o, definitivamente la ropa que tenían para mujeres de tu talle, eran del cretácico... - reconoció con una sonrisa tensa que expresaba muy bien su incomod

azón, ese "Laura" dicho al pasar con tanta liviandad y como si se tratase de un detalle menor la enojaba un buen tanto. Por alguna razón, se sent

n molestarse en lo más mínimo de ocultar

mpo para ocuparse de sí mismo. En segundo lugar, él no tenía "amiguitas" de ese estilo. Si él tenía ganas de tener algo, ese algo solo era cosa de una noche o, de ser el caso de que la cosa durase un poco más, estas jamás se mezclaban con su vida personal. De hecho, nadie de su entorno sabía siquiera ubicar el n

vía no lo ves? ¡No te me pongas celosa,

tentado a

saba el brazo por encima del respaldo en lo que sonreía con una sonrisa ladina de hoyuelos muy bien marcados, a veces , a él le gustaba molestar

ada ¿Cómo no estarlo?¡Si él le había asegurado en má

l no era de esos tipos capaces de ser infieles o de estar con cuanta mujer se le cruz

e tu ganado...- le respondió sin poder ocultar su ma

ple broma que se le había ocurrido decir. Una simple broma que en realidad no tenía dobles sentidos. Y

ecido lo tenía ¿Quién c4rajos lo había mandado a él a jugar una broma de ese estil