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Secretos Nuestros

Capítulo 3 ¿Con qué dinero

Palabras:3120    |    Actualizado en: 08/01/2024

te furioso Emanuel al otro lado de la línea telefónica - le hablé a la taradita

n alguna, parecía como si ella no se diera por enterada en absoluto de que el verdadero

tado a su mamá, quien era la única persona que estaba completamente al tanto de su paradero... Dolía ser agredida de esa forma tan humillante delante de ese primo que, en ese momento, por más que

tractivo rostro, intuía que su primo sería más que capaz de intervenir en cualquier momento. No le parecía p

uel se va a enojar p

n. Ese era su mayor miedo, que por la intervención de Esteban las cosas empeoraran. Tenía que actuar y hacerlo

enó en seco mirandola con indignante incredulidad - ¡Dale! P3ndeja ¿Dónde estás? ¿Ves que mentis? A vos te importa un ch0to lo que les pase a

to de piloto en el que se encontraba su primo. Esteban también parecía que estaba a punto de cansarse de toda aquella escena. Lo vio inspirar hondo, con l

rsona a la que no le importaba en absoluto ayudarla y eso la incomodaba demasiado. O tal vez era el insignificante hecho de que ella misma comenzaba a cansarse de tod

o del ojo como Esteban le sonreía de costado y asentía con la cabeza, eso le dio más determinación a seguir hablando - Te recuerdo que vos me echaste y no me dejaste ver a los niños cuando fui a buscarlos. Te recuerdo que vos me dijiste

terceros, tuvo que soportar en silencio ese sin fin de amenazas e insultos por parte del Narcisista, mordiénd

ara pararlo. Pero, en ese momento no se trataba de hacer algo por su salud. En ese momento él estaba más que ocupado en grabar la conversación. Si quería ayudarla como era debido, tenía que tene

ó que insistía en atacar.- ¿Viste qué no me equi

se podían ver en todo lo referente a la manipulación. Esta solo consistía pura y exclusivamente en molestar a la víctima en cosas específicas para conseguir que dudara de su postura ante la situación. Busc

Ligh

a ella, sabía que lo necesitaría. Mientras seguía escuchando la discusión, sacó un cigarro del paquete que llevaba en la guantera, abrió la ventanilla d

livio que comenzara a exteriorizarlo. De modo que, como si aquella mirada fuera una orden para él, se puso en estado de ale

l altavoz del celular.- Y ni se te ocurra hacer algo ¿Eh? Mirá que a tu vieja le puede ir mal. Y te lo advierto... P3ndej

. Esteban le quitó el celular de la ma

lular al frente de su rostro - No hace falta que ella me haga de mensajera, porque yo estoy a su lado ¿Me repite,

ta no la había esperado en absoluto. Sonrió sardónico como si fuera él el depredador y ese estúpido gusano una patética presa con la que se es

. Escúchame bien lo que voy a responderte, porque a mí no me gusta tener que repetir las cosas. Tengo toda esta conversación bien grabada, así que tené mucho cuidado con lo que me decís. Sabelo... Le llega a

una calada a su cigarrillo y luego lo dejó caer por la ventanilla que tenía abierta. Abigail lo observaba en silencio. De eso, él se daba

go que no quería que estuviera en el audio. Abigaíl lo vio ponerle la mano al hombro mientras la miraba con toda

ó su primo con suma cautela. Ella

ue hicieron esa videollamada en donde se reconocieron. Como los motivos de la misma habían sido otros y no necesari

en su infancia había sido inseparable, la apenaba. En aquel entonces, tenía miedo que é

a llamar para que habláramos d

Esa actitud que no exigía nada, solo demostraba que quería saber que pensaba. Esa actitud

anuel. Incluso en el tipo de charlas subidas de tono que habían compartido cuan

se en eso... Él es mi primo

e. Tomó uno de sus cigarros y lo encendió en lo que se encogía de ho

a que él tenía más cosas que decir. Se le ocurrió una pequeña broma, algo que e

ndió a la perfección aquella broma no tan inocente ¿Cómo no hacerlo? Si él mis

primos

más la pata y, aunque ella lo había entendido a la perfección, la cosa no pasó más de una simpl

mano y fumó de él como si

ra así! ¡Ja!- replicó con natural desinterés exhal

aunque sea una simple mueca lo más parecida a una sonrisa, Abigaíl solo se sumió en un hermético estado de

a. Aunque ambos se atraían mutuamente, ella huia completamente a la mención del tema . Eso también era p

cuestión de tiempo y de buscar el momento oportuno para hablar del tema. A fin de cuentas, lo que no se decía, iba a pa

e, le daría el beneficio de dejarla en paz con ese tema. Pero, en amén a la verdad, también ha

to: ¿Querés qué te ayude a recuperar a tus hijos y de paso a separarte de él? Conozco unas cuantas personas que te pueden ayudar con eso. Además, no solo

os. En realidad no quería hablar del tema. O al menos no dar una respuesta muy a la ligera. Por ese motivo pr

agradecía con toda el alma. No obstante, había algo que no le gustaba. E

a, sin olvidar todo ese dinero que le había pasado a su cuenta para que ella se comprara algo para comer en el camino. Un dinero

mo que hacía

sido en un principio. Pero, eso solo había sido una máscara, una espantosa y cruel estrategia para obtenerla. Con el tiempo descubrió que, así como daba a manos

n muy bien la entrada de una casa de dos plantas con patio delantero y una bonita terraza con vista al río

mención alguna, era asquerosamente rico y de esos pocos argentinos que cotizaba

hierro esmaltado de la entrada. Vio como él sacaba de su bolsillo el celular que

gar, no hice a tiempo de ordenar.- le explicó en lo que ella pasa

rentemente normal e inocente, pero que a ella le supo a peligro. Era más que consiente que, cuando cruzara esa puerta, cualquier cosa podría ocurrir entre

que solo quería tener esa posibilidad que no tuvieron antes. Pero eso no estaba bi

o antes de que siquiera él pudiera

levantando una

Aires y no te j0do más?...- sugi

abrir la puerta de la casa. Al juzgar por su mirada

tió en lo que le daba un pequeño empujoncito para que entrase- ... De mi bolsillo no esper

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