Pobre pero multimillonaria
Autor: CANDE MANOS
GéneroRomance
Pobre pero multimillonaria
Confundida, Annabel se quedó mirando a Rupert.
"En caso de que lo hayas olvidado, ahora estás comprometida conmigo. Además, Marcel es una celebridad y tiene la atención de todo el mundo sobre él, así que mejor compórtate. No me voy a quedar de brazos cruzados viendo que destruyes la reputación de la familia Benton", le advirtió el hombre con firmeza.
Fue en ese momento que Annabel se dio cuenta de que Rupert pensaba que tenía algo con Marcel.
¿Cómo rayos llegó a pensar algo así?
"Y, si no lo has considerado, casarte con alguien de la familia Brooks no es una opción... Después de todo, eres dos años mayor que Marcel...".
"¡Suficiente!", espetó Annabel. "Sí, es cierto que estamos comprometidos, pero tanto tú como yo sabemos que es solo por conveniencia. No vamos a terminar juntos y lo sabes. Ahora que tienes eso claro, no es asunto tuyo con quién salgo o con quién quisiera casarme. ¡No tienes derecho a decirme qué hacer!".
El rostro de Rupert se tornó sombrío, quiso decir algo pero prefirió morderse la lengua. El resto del viaje transcurrió en silencio.
Annabel no negó sus acusaciones y había actuado a la defensiva, lo cual le hizo pensar que realmente tenía algo con Marcel y eso terminó de enfurecerlo.
Como de costumbre, esa noche Rupert no pudo dormir por culpa del insomnio.
Desde que fue secuestrado cuando tenía trece años, había tenido muchos problemas para dormir.
Por lo general, tenía ataques de pánico como consecuencia de ese trauma, pero esa noche no durmió por estar pensando en Annabel.
Los sucesos de la noche anterior seguían atormentándolo y se sorprendió a sí mismo deseando tenerla entre sus brazos una vez más.
La inquietud encendía su cuerpo y no lo dejaba tranquilo.
"Definitivamente es una tonta, ¿qué le ve a Marcel que apenas es un niño? ¿Está ciega?".
Irritado, Rupert se levantó de la cama y encendió un cigarrillo.
Los siguientes días fueron tranquilos y sin incidentes para Annabel en el trabajo. Sin embargo, la nostalgia por su antigua vida se dejó sentir. Ella había sido una viajera y cuando no estaba en un hotel o en un aeropuerto se quedaba en casa viviendo la mejor vida.
Pronto llegó la noche de la ceremonia por el aniversario del Grupo Benton. Annabel tuvo que arreglarse para asistir al evento y se decidió por un vestido tipo cóctel.
El banquete fue grandioso y asistieron hombres de negocios de todas partes.
Como director ejecutivo, Rupert estuvo muy ocupado recibiendo a los invitados y compartiendo con ellos. Annabel, por su parte, no tardó en agotarse por la interacción social y se excusó para ir al baño a recuperar energías.
Después de arreglarse el cabello y el maquillaje, salió, pero en el pasillo fue detenida por una mujer.
"Annabel Hewitt, ¿verdad?".
Por su apariencia, Annabel calculó que esta mujer tenía más o menos su edad. Estaba vestida con un atuendo de diseñador y tenía joyas costosas, por lo que debía ser alguien prominente.
"¿Sí, cómo puedo ayudarte?".
"Soy Heather Norman", dijo la mujer, acercándose.
Annabel había escuchado ese nombre innumerables veces desde que llegó a Douburgh.
Heather había crecido con Rupert y fue quizá la única figura femenina en su vida durante años.
La gente había especulado mucho sobre su relación y esperaban que terminaran juntos, pero todo cambió cuando apareció Annabel.
"Oh, claro, ¿necesitas algo de mí?", preguntó Annabel, impacientada.
Heather sacó una tarjeta bancaria de su bolso y dijo con calma: "Hay diez millones de dólares en esta tarjeta, te la daré si cancelas ante todos tu compromiso con Rupert".
Annabel se burló y puso los ojos en blanco.
¿Por qué los residentes de Douburgh eran tan atrevidos? ¿Era algo cultural? ¡Demasiado audaces! Aunque para ella fue un insulto, al menos era más dinero de lo que le había ofrecido Erica.
Inquieta, Heather frunció el ceño y agregó: "Diez millones son suficientes para cambiar tu vida, estoy segura de que nunca has manejado una suma parecida... Además, debes saber que no eres lo suficientemente buena para Rupert... Él nunca se casará contigo, la razón por la que decidió estar contigo es por su abuelo, el pobre... Pero cuando se recupere, serás echada a la calle... Yo solo digo que es mejor que te vayas de ahí con dinero que sin un centavo".
"¿Eh?". Annabel se burló. "¿Crees que diez millones cambiarían mi vida? ¡Qué chiste! Para que lo sepas, eso a duras penas me alcanzaría para un mes, ¡son migajas!".
Con eso, chasqueó la lengua y se fue.
Heather la vio alejarse sin poder asimilar lo que acababa de escuchar. ¿Cómo podrían no ser suficientes diez millones para una persona?
Su rostro se enrojeció de la rabia y masculló: "Si quieres ser terca, muy bien, te trataré con mano de hierro. ¡Solo espera y verás, idiota!".
Mientras tanto, Rupert acababa de terminar su discurso en el escenario y estaba hablando con alguien.
Una vez que Annabel regresó al salón, Erica caminó hacia ella y la regañó: "¿Por qué estás vagando por aquí? Solo siéntate ahí, no avergüences a la familia Benton".