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El Diario de Romina.

Capítulo 4 ¿La conocías

Palabras:1307    |    Actualizado en: 05/02/2023

marz

da Mo

e venido con Tadaline quien, amablemente, pidió batidos de chocolate y gallet

ma, si

ntal en; si acercarme a tocar y preguntar si se siente bien o só

que le

aquí sola, te voy a relatar lo

... pint

las clases en el insti

mo

llado en una de las duchas del vestidor de chica

ador.

sca que resultaba la situación por la for

que me había dado el recorrido por las in

na ocasión, pero ella sólo miraba detrás de mí, nunca a mis ojos. Y yo hacía lo mismo,

ratado con ella lo sufi

ltiples golpes en su cabeza y puñaladas en el abdo

imaginarlo. Alguien

medio de ese tumulto de personas que se reunieron a su alrededor como si fuese el mismo mesías, podr

de mí sí cree lo que el

nteojos en lo alto de su cabeza. Contó que estaba castigado y debía hacer limpieza, por es

conserje. Él llega antes que nadie, inclu

esperó a que alguien más hab

es po

ué la escogieron para llevar a cabo tal atro

rma vino

deslumbrantes ojos verdes también. Ojos que le fueron arrebatados. Quizá luego de ser ases

ya no le sirven de nada. Ahora

dría ima

y puede esparci

lla en autobús) el lugar estaba repleto de

l cabello amarillo y lucía cansado. Él se adentró directamente en la escena, seguramente para ver c

muy en el fondo tenía el deseo de escabu

ve que desca

sin más

, tenía que aprovecharlo. Pensé que podría iniciar co

l segundo ac

n el mismo ánimo con el que in

s teng

por su ventana pude verla. Tenía un cigarrillo entre los labios y llevaba su largo cabello negro emp

que veía

ndo el vidrio del cop

rme, luego suspiró y retiró e

a casi afligida mientras expulsaba el humo p

un funeral. Lo usual, claro, pero no me explicaba sus cabello mojado y er

arme reparé en las

e la ventana para abrirla un poco y poder respirar. Sentía que el humo

partícipe y una sonrisa que se me antojo involuntaria se deslizó en sus labios, como s

z baja y le dio una última calada a su c

nada al

nocías?

eado presionando el volante con fuerza. —¿Te parece si nos largamos d

en el hombro. Una sonrisa ladeada se extendió y por prim

ás, quedé de verme más tarde con Ad

traña sensación me recorriera entera. Recordé lo de sus pro

que él es alguien de pocas palabras, y n

ue eso quizá

ro de mí qu

. Sus problemas familia

mos a dond

sa. Cuando salí mamá estaba despierta y sobria, eso es peor

fue un leve balbuceo, pero Tada no le tomó import

xa

fuera despacio, había policías cerca, pero qué más daba. Una chica loca manejando fuera de l

ngua y sonreí al senti

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