Cariño, vuelve a amarme.
Autor: Sunflowerfield
GéneroRomance
Cariño, vuelve a amarme.
Sus labios buscaron con hambre los labios de su exesposa mientras su cuerpo cobraba un ritmo más que demandante en cada una de sus embestidas. Adorando volver a sentirse unido a ella, volviendo a sentirla suya una vez más.
Sus manos se aferraron con fuerza a las caderas de Claire, evitando que pudiera moverse o alejarse de él. No podía permitirlo, no deseaba darle ningún momento donde no pudiera sentirlo, sus labios no solamente reclamaban los de ella, también la piel de su cuello, de sus senos. La reclamaba por completo, como siempre debió haberlo hecho en el pasado, pero que por gilipollas no había podido hacer.
Esas manos sobre su cuerpo hacían que Claire, se olvidara de todo menos del hombre que la estaba poseyendo, que la volvían a llevar una vorágine de placer difícil de resistir.
—Si, Jareth… así…— exclamó ella cuando él logró dar con el ángulo correcto, haciendo no solo a su cuerpo estremecer, también lograba que su corazón volviera a latir con tal intensidad que por un momento fue asaltada por el miedo de volver a desear algo imposible para ella.
La ayudó a quitarse la camisa, necesitaba sentir sus manos sobre su piel desnuda, tocándolo como ella deseara, como se le apeteciera
— Más… Más…— exigió ella tirando de la camisa de su ahora amante para sacarla del pantalón y así poder arañar la piel descubierta de su espalda con saña, intentando transmitirle en ese gesto todo lo que sentía, el placer, la duda, el enojo, los celos porque sus uñas se clavaron con más intensidad al pensar en que estaba comprometido con otra.
Las uñas de Claire enterrándose en su piel lo excitaron todavía más, llevándolo a incrementar no solo sus embistes, también sus besos, y a marcar la piel de Claire, el también externo, sus celos, en cada uno de sus movimientos.
Estaba casi a punto, sabía que lo mejor era dejarse llevar, terminar rápido y largarse de allí, pero no quería, necesitaba que aquello se alargara todavía un poco más.
— Para… Ahhh joder Jareth detente, no quiero correrme, todavía necesito un poco más de ti.
Por supuesto que él tampoco deseaba correrse, quería seguir así con ella, como siempre lo quiso, como siempre había soñado.
Exigió empujándolo como pudo lejos de su cuerpo, gimiendo de frustración al sentirlo deslizarse para fuera, era tan placentero estar unida a él, tenerlo dentro, que su cuerpo reclamaba ser otra vez llenado y su sexo parecía palpitar como protesta, en busca de esa culminación que necesitaba.
Claire se bajó del lavamanos solo para inclinarse contra el mármol de este y observar a su exmarido a través del reflejo del espejo, ella misma se sorprendió de su propia mirada, de la forma en que mostraba esa pasión contenida, del color rosado en sus mejillas y como parecía pedir más de él.
— Hazlo… sigue jodiéndome, ¿a qué esperas?
Jareth no esperó más, la tomó del cabello, haciéndole levantar todavía más la mirada para observarla en el reflejo y volviendo a enterrarse en su interior de golpe.
—Mía, Claire eres mía… — susurró él inclinándose más sobre de ella, mostrándole en cada uno de sus movimientos de sus gestos a través del espejo, lo mucho que lo volvía loco, lo mucho que lo tenía descolocado.
En ese momento mataría a cualquiera que se atreviera a abrir esa puerta, para interrumpirlos.
— Lo fui… Ya no lo soy, solo dejo que apagues mis ganas— respondió entre gemidos.
Necesitaba decirlo en voz alta, porque sé no hacerlo, podría volver a soñar algo que no volvería a pasar, no volvería a dejar que Jareth Mars se colara de esa manera en sus pensamientos.
Claire se agarraba con fuerza del lavamanos y echándose hacia atrás, en busca de cada una de las embestidas que su exmarido le daba, ¿Cómo había sido capaz de vivir tantos años sin sexo? ¿Cómo había sido él capaz de privarle de sentirlo así durante todo su matrimonio?
—Puedes negarlo todo lo que quieras, pero sigues siendo mía— murmuro a su oído sintiendo como ella al igual que él se derretía uno en los brazos del otro.
Las gónadas De Jareth dolían cada vez más en cada choque de sus cuerpos, llevó una de sus manos hasta los senos de Claire, apretándolos, amasándolos, antes de proseguir con su camino hacia abajo, justo en medio de sus piernas, entre sus pliegues más íntimos alcanzando ese pequeño botoncito que en ese momento se encontraba hinchado y deseoso de ser estimulado y él hizo eso, estímulo, con delicadeza su clítoris sintiendo como de inmediato ella se retorcía ante su tacto.
—Claire, gime mi nombre…
— Ahh Jareth — gimió ella con fuerza, incapaz de negarse en ese momento a lo que él le pedía. Pero solo durante un breve instante porque luego se llevó la mano a la boca para taparla y no gemir más por si alguien los escuchaba fuera.
Ella lo miró a los ojos a través de su reflejo en el instante en que todo su cuerpo se liberó en un intenso orgasmo, mientras lo sentía bombear y bombear en su interior, alargando todavía más su placer, provocando que se mordiera la mano para no gritar.
Llevo una de sus manos hasta el cuello de su esposa, cortando el flujo de aire que ella llevaba a sus pulmones, logrando con ello que las paredes demandantes del interior de Claire se apretaron aún más alrededor del miembro de su miembro en espasmos provocados por el placer que la atravesaba, su cuerpo ansiaba ser recompensado con su semilla, succionándola hasta que le llenara las entrañas mientras sus piernas temblaban tanto que parecía que se podría caer si soltaba el lavamanos.
Se quedó maravillado ante lo que el espejo le mostraba. Ellos dos juntos, unidos en cada nuevo embistes de sus caderas, daban contra el cuerpo de Claire, quien abría sus labios solo para gemir su nombre, al igual que él gemía el de su exesposa.
Su cadera se movió todavía más frenéticamente, empujando contra el cuerpo de Claire, al darse cuenta de que ella había sido su esposa, y que pudieron haber estado así en cualquier momento por los tres años que él desperdició por imbécil.
El final golpeó a Jareth al igual que el saber que nada podía impedir que ella saliera de ahí y marcharse, pero al menos por ahora no lo haría, por ahora él y ella permanecerían así un poco más.
Hasta que sus piernas, pudieran responderle, porque él también sentía sus piernas temblando, incapaz de sostenerlo, dejándole sentir su peso, por un momento.
Viéndose ambos a través del reflejo del espejo, con sus cuerpos sudados, la respiración agitada y sus corazones latiendo al unísono de manera rápida y fuerte.
Jareth, cerro sus ojos por un momento, al igual que Claire, volviendo a abrirlo al mismo tiempo. Ambos lo sabían, sobre todo Jareth.
Lo que había ocurrido, debió de haber ocurrido mucho tiempo atrás, cuando no existía nada que pudiera separarlos.