Cariño, vuelve a amarme.
Autor: Sunflowerfield
GéneroRomance
Cariño, vuelve a amarme.
— Perdonen yo… Un momento tengo que hacer una llamada importante.
Claire salió de su despacho intentando no verse tan histérica como lo estaba y llamó rápidamente a la guardería.
— Helen, por favor, por nada del mundo, traigan hoy a los niños a la oficina.— pidió recordando que a veces sus hijos insistían tanto en verla, que los llevaban a última hora y a ella le encantaba recibirlos, normalmente, pero no ese día.
— Como diga, señora.
Claire volvió a entrar y caminó muy sería hasta su exesposo, revisándolo de arriba a abajo.
— Este es mi territorio, el tuyo queda al otro lado del charco, así lo decidimos. El concurso es en un maldito mes y te aseguro que odiaría tenerte aquí un mes entero, así que olvídate de eso.
—Así que has adivinado que yo sería el arquitecto por parte de Art Life que competiría contigo.
— Eres el único de la sucursal americana que puede competir conmigo — Ella no lo reconocería, pero admiraba el trabajo de Jareth, siempre lo había hecho, fue una de las cosas que la enamoró de él en el pasado, la admiración que sentía.
No había duda, Claire ocultaba algo, al igual que su padre, que desde el momento en que su exmujer había salido del despacho evitó verlo a la cara.
Es más, los ojos de su padre cuando dijo que él sería el que se encargaría de la presentación americana se abrieron grandes, y es que Christian Mars jamás creyó que su hijo volviera alguna vez a ejercer su profesión de arquitectura.
—¿En serio lo harás? ¿Tú eres quien lleva a cargo la presentación?
—Por supuesto que seré yo. Sabía que dirías que nadie podía estar ala altura de tu arquitecta favorita.
Jareth volvió a fijar su mirada en su exesposa. Con una sonrisa de lo más arrogante. Sobre todo al suponer que ella podría tener miedo de enfrentarse a él.
—En este momento no importa si yo estoy a cargo de Art Life o no. En estos momentos estoy aquí como un arquitecto que ha venido a postularse para un concurso abierto, la participación no cerrará hasta este fin de mes.
El padre de Jareth no podía caber de la felicidad ante lo que decía su hijo, por fin se había dado el milagro que había estado esperado.
—Me alegro mucho de que hayas entrado en razón, ya era hora de que dejaras los números aun lado — Christian Mars, abrazo a su hijo, perdiendo un poco la compostura, volteando a ver a Claire, aguardando silencio y aclarándose la garganta — pero bueno Claire es quien tiene la presidencia de aquí junto a su padre.
Jareth volvió a verla —Ella aceptará a menos que tenga miedo de perder contra mí. Porque a menos que oculte algo que no quiere que me entere es que no me permitirá entrar a ese concurso.
¿Miedo? Si un maldito y terrible miedo por qué descubriera su secreto, una parte de ella siempre había querido contárselo y la otra sé autoconvencía de que era demasiado tarde, pero de lo que estaba segura era de que él no podía enterarse por sí mismo.
Jareth rio por la forma que ella pareció retarlo, joder como había sido tan estúpido como para haber desaprovechado tres años a su lado, haciéndola a un lado.
— ¿Miedo de ti, dices?
Ella negó sin borrar la sonrisa arrogante de su rostro
— si lo necesitas hasta te presto un despacho perfectamente equipado en la empresa, jamás le tuve miedo a la competencia, algo bueno que saque de nuestro matrimonio, demasiada competencia me enseñó que lo que no es de uno ni con todo el esfuerzo del mundo se consigue.
Caminó hasta quedar muy cerca de él y le apretó la corbata que llevaba algo floja — y ese concurso ya es mío.
—Entonces que gane el mejor— Jareth casi estuvo a punto de colocar sus dos manos sobre sus caderas y mantenerla justo cerca de él, pero no lo hizo.
Ella ya no era su esposa, era su exesposa y ahora su competencia.
—Pero ese concurso no será para tu firma, la realizará Art Life, talvez si te portas bien, te deje entrar a mi equipo de trabajo.
Levantó la vista para mirarlo a los ojos y se humedeció los labios, era posible que su vida sexual fuera nula, pero lo que sí había aprendido era a seducir y a usar sus armas para cerrar cualquier negocio, lo que no estaba viendo era que su orgullo y esa seguridad que adquirió con los años le estaban jugando en contra al facilitar la entrada de Jareth en la empresa.
— Que gane el mejor, que por supuesto soy yo.
Se giró y caminó seductoramente hasta su mesa de dibujo para sentarse en el taburete alto que le ayudaba a dibujar más cómodamente y observó al padre y al hijo, un calco, el uno del otro con veinte años de diferencia.
—¿Se marchan y me dejan trabajar o necesitan algo más de mí?
Christian no salía de su asombro y es que Jamás había visto a Jareth tan… No lograba encontrar la palabra necesaria para lo que observaba en ese momento en su hijo.
Motivación.
Jareth jamás había estado tan motivado como en esos momentos. Si tan solo ese entusiasmo lo hubiera tenido en el tiempo que habían estado casados.
El anciano Mars soltó un suspiro golpeando el hombro a su hijo, quien parecía querer seguir llevando a Claire al límite, lo cual no creía recomendable.
—Anda hijo, yo te llevaré a tu despacho, es más, haré trampa y te daré el mío, que es el más grande.
Sabía que decir eso haría que Claire volteara a verlo con enojo, pero no podía evitar ayudar a su hijo, más cuando este parecía tan entusiasmado en ser arquitecto y no era un arquitecto nada más en su tiempo se había convertido en uno de los mejores paisajistas de su tiempo, incluso se decía que mucho mejor que el italiano, Jean Marco quien se decía era el número uno.
Jareth se dejó arrastras por su padre, no podía hacer más nada, si Claire ya se había ido a esconder en su mesa de trabajo, lo único que podía hacer era retirarse por ahora. Y planear bien los siguientes movimientos.
—Así que vas a cederme tu despacho, padre. Parece que te hace muy feliz tenerme aquí a diferencia de tu arquitecto estrella.
—Acaso la culpas, por no querer recibirte. Además, que lo que la tiene más preocupada es que tú…
Christian negó sin concretar lo que iba a decir.
—Sin que yo que…
—Nada, nada, espero que ahora sí me vayas a visitar a la casa. Hijo.
—Bueno, lo haré, pero no esperes que vaya ahora.
—Por supuesto que no, ven el fin de semana que quieras. Te prometo que de ir pueda que te lleves una gran sorpresa.