La Profesora del Hijo del CEO
suerte peor te ha sa
c McC
o para escuchar a nadie hablando sandeces cerca de ella. Se sentó al lado de una señ
e ajena a la realidad. Pero eso era casi imposible, siempre la sobornaba a
l adolescente tenía buen oído musical y eso siempre es un agregado en s
gatillo mental se dispara en su cabeza. Aún le afectaba haber visto a Arthur con aquella
a ducha, luego se puso un camisón y fue a pagarle a Doña Cira. N
a habitación de la mujer, quien
Anna
traje
billetes y cuent
ntar el precio, el dinero se me va en
partir del próx
es para ahora.
umentando el doble. C
donde puedas pagar menos. Yo hasta tengo uno
abusivo de su parte, aquella era una casa vieja y tenía filtraciones por todos lados. Solo que
le serviría para estar tranquila el resto del mes. Si le pagaba los otro 50€ no sólo quedaría co
su libro. Lo abrió y siguió leyendo. Cada capítulo que leía, venía a su mente la imagen de A
la bolsa de galletas que había comprado el día anterior. Se sentó con las piernas cruzadas sobre la cama. Repentinamente escuchó
ella estaba. Se recostó de la pared, las piernas le temblaban. En aquella residencia casi todas las cinc
sistía. De pronto oyó la voz
a, por fa
taba de Fedora, otra de las inquilinas de la pensión. Tom
le o
tarde. Tomé un taxi pero el hombre que lo conducía se puso algo
me dio. Por poco
na, ¿es así
, A
que el taxista se devolv
ada. No s
e. No pudo retomar el sueño. Cada vez que intentaba quedarse dormida oía ruidos afuera. Necesitaba des
oder espantar el sueño que cargaba. Salió a tomar el bus. Puntualmente pasó. Subió, buscó el puesto al fi
asó? -pregun
dormida. Esta es nu
mirar a ningún lado. A pesar del frío, estaba sudando. Por fin vió la cafetería a unos pocos metros,
ador estaba una chica atendiendo. ¿Cómo podría saber que ella
ar, entró a
ichelle, discu
a que se sentara. Anna se sentó. La mujer sacó de s
mano y se los entregó. Anna los recibió
uardó el dine
ambiarme
detuvo- Est
Pero ¿
da con tu trabajo. Yo necesito a alguien q
e vueltas, Michelle la vió palidecer. La
¿No me digas
preocupe -como pudo se puso de pie, caminó y salió de la cocin
pudo aguantar más y se quebró. Mientras Anna pensaba que iba a hacer co
joven tardó unos minutos para servir el vaso q
nueva, aún no sé usar
otra
n la plaza, pobre -señaló con su ma
acó de su bolsillo el dinero par
ja, echa un mar de lágrimas. Él se
locando su mano sobre
có los ojos y lo miró fijamente. Él le tendió la mano, Anna
sus palabras provocaron más angustia en ella. Lloró d
impia el rostro y lo mira fijamente. Era fácil pe