Negocios Placenteros
ic
día arriesgar a que alguien me escuchara o me leyera los labios. Así que mejor me quedé callada y seguí con mi actuación: me mostré totalment
nte como si no tuviera corazón. ¿Acaso no se acordaba de mí? ¿Se había olvidado de todo? ¿Por qué se le había congelado el corazón?, porque antes
nsado, claro, que yo para él no significara nada, que solo había sido un momento que había olvidado al día sigu
e agua fría que me
bamos nuestras manos entrelazadas, como debíamos de llevarlas, pero su mano estaba fría, mientras que la mía te
rior quedó cegada por el gran papel negro que cubría las ventanillas, Harvey se deslizó hacia la otra orilla alejado de
n un poco más tarde y en cuanto entramos, él
pa se me acercó y me guio hacia el ascensor-. Tenemos que
e que se adelantara -dije para e
pañaré para que no vaya sol
-Bien, esa era mi manera de vengarme, y la disfrutaba-. Pobrecillo,
n medicamento al señor -dijo
s eso de estar con diarrea. Es embarazoso, pero natural -dije y me carcajeé mentalmente
encargamos,
ré. Era una maravilla de habitación. De seguro el costo debí
i cabello rojo y rizado atado a lo alto y con el velo colgando. Me imaginé a mis padres, ¿estarían felices por mí?, ¿tristes? Suponía que estarían fel
ra Harvey, mi marido. Estaba sentado y sostenía el celular
más -dijo él-,
alejé porque no quería ser descubierta, pero advertí
cidos míos y de él, aunque la mayoría iban de su parte. Actuábamos por completo como una feliz pareja de recién casados. Yo de reojo miraba sus her
ningún lado. La gente me miraba, pero yo no sabía qué hacer. ¿Qué se suponía que debía de hacer?, ¿
ctivo mientras me tendía la mano-. ¿Bailas conmigo? Es br
da en la pista por el novio» y la cambiaran por «miren, la novia está bailando con otro». Realmente
ojos color miel brillaban. No quise decir nada, solo me dediqué a bailar sonriendo y mirando a mi a
treviste a hacerme esto este día?», pe