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Estrellas en el firmamento

Capítulo 2 Capitulo 2:

Palabras:6087    |    Actualizado en: 21/12/2022

, una meta que alcanzar, pero ¿hasta dónde somos capaces d

2: Clases

ituación. Tenía ganas de decir un par de cosas, como que fingir no le quedó a una chica como ella, se veía tan dulce

de su manto de calidez, después de todo, Neithan ya la había visto, ¿qué caso tenía fingir ante él? Además, si él llegaba a cont

d frente a sus narices, ¿no sería un pecado dejarla pasar? Ya estaba harto de que su padre le cortara las alas, de que siempre impidiera que su sueño de ser un músico se v

esiones de duda en su cara. No dejaba de golpear su pie contra el suelo, sintiendo como

as y me dars esa grabacin d

on duda-. Venga, responde a mi pregunta, ¿qué pasaría si yo decido guardar esta grabación y se la enseñe a los medios de prens

¿qué pretendía obtener

rada que tenía el chico. Debía aceptar una cosa, aquellos ojos azules que se asemejaban al mismo cielo eran los más hermosos que había visto e

ó el rubio aun sonriendo, con una expresión que casi decía "te teng

estás h

hecho de que yo muestre esta grabación a la prensa arruinaría tu carrera, ¿no es verdad? –Hanalise asintió con la cabeza, habiéndose arrepentido luego, porque sólo le

no para alcanzar aquella grabadora y poder quitarle el pequeño casete, pero Neithan estir

de brazos, inflando las mejillas y luego soltando todo el aire de una vez, lo que hizo que su flequi

tos? –Hanalise estaba dispuesta a ofrecerle de todo, no escatimaría con tal de recuperar aquella cin

, el estilo de Hanalise no le gustaba para nada, él y su grupo eran metal alternativo así

do, pues pensaba que no existía nadie en la vida que rechazara ese t

, así como tú –habló decidido el Harrison, notando por un momento la sorpresa que expresaba

evió a cuestionar el

udífonos, así que la música que oía estaba en extremo fuerte, por lo que no iba poniendo atención a nada más a su camino. Salió al pasillo y enseguida las personas comenzaron a aglomerarse para ver salir a Hana

on las personas, pero la pobre chica estaba tirada ahí reco

–se agachó para ayudarla, quitá

l oírlo disculparse, no pudo evitar dirigir sus ojos negros hacia él, so

pero igualmente fue oída por

sabes m

o, él se podía dar cuenta de sus sentimientos y eso era lo que menos quería, sabía que Guillermo jamás se fijaría en una chica tan poca cosa como ella, él era demasiado genial, a

ía tomado la mayor importancia, después de todo, la chica no llamaba demasiado la atención, no hablaba con

arias partituras para tocar el piano, por lo que el chico se les quedó viendo con detenimiento,

lermo había agarrado su cuaderno de partituras, por lo que se sonrojó aún más de

ez, para después salir corriendo avergonzada. No quería que nadie supiera de su amor por la música, al

o por unos segundos. Luego se volvió a poner los audífonos y siguió su camino, ignorando

petición. Era el padre más difícil que le podía haber tocado, encima de estarlo siempre criticando hasta por el más mínimo defecto, estaba totalmente en contra de su sueño, lo único que lo movía era la ava

jar que su padre decidiera su futuro y así lo tuviera

querer se cayó, pero entonces, un soni

estaba espiando a Sergio a escondidas, pero cuando vio que se detuvo, pensó que se iba a d

basura y pudo ver a una chica de cabellera rosada, la cual se que

l vez él se había dado cuenta de que lo estaba espiando y se moría de la vergüenza. Estaba enamorad

ara la tierra, pero entonces se sorprendió cuando sintió como el azabach

lto así, cuando Sergio era un niño solía ser mucho más alegre, siempre hablando de lo grandioso que era su hermano

ias,

nso dolor en su pie, por lo que su caminar era muy lento, si no fuera por Sergio, probablemente no se podr

duda y confusión mezcladas, ya que Samanta no era de las que se llevaban mucho con ese profesor porque

rogar el Bernal, no era que fuera muy curioso,

no. Miró hacia una pared del estacionamiento de la escuela y la luz vino a su mente como un foco encendido; se trataba de un anuncio d

como todos los años con Ino –Sergio sabía cómo era Samanta, desde pequeños siempre había sido una chica

o ahora que lo pensaba bien. ¡En qué lío se había metido! Ella de música no tenía ni la más mínima idea, con suerte había aprendido a tocar

ez habían salido mejor de lo que pensó, porque ella había aceptado el trato sin vacilar, de verdad debía ser muy im

capaz de hipnotizar a cualquiera. Debía aceptar que Hanalise tenía una voz preciosa, como pocas veces había oído, que

rca de ella, me va a servir, ya quiero ver las caras de

practicar algunos acordes, ya que finalmente en la tarde no había

en ella, en lo arrogante, pero a la ve

ra otra cosa. Comenzó a pasar sus dedos suavemente por las cuerdas de la guitarra, cuando estaba

vo en esa dulce sonrisa que había sido capaz de hipnotizar a t

, haciendo que dejara de tocar para darse cuenta de que es

manera, como si lo que estaba haciendo fuese algo realmente malo, como si

guntó sin inmutarse, pero

r eso todos pensaban que tenían una excelente relación de padre e hijo, pero estaban equivocados, porque Neithan no soportaba que su

rubio mayor. Neithan simplemente guardó su guitarra dentro del estuche, dejánd

a cama. Mario sólo le miró y cerró la puerta de gol

tía en este momento, no dejaría que esta vez se entrome

vió a escapar de sus labios en forma de suspiro.

cambio de escuela o como se estaba llevando con sus nuevos compañeros, pero la verdad, no estaba de humor, después de lo que había sucedido con ese Neit

te a mi agente, no ganará nada, él no es bueno seguramente, se irán con la cola entre las piernas –eso pensaba la joven estrella, que

a los demás guardaespaldas y finalmente entró a su casa dando un enorme sus

ó Nahum, mientras se quitaba su saco negro y los lentes de sol. Hinata sonri

ojiperla, para luego darle la e

, siempre tenía que estarla cuidando de los fans y de los periodistas, no era nada fácil tener que estarle quitando gente de encima

necesitaba una distracción de aquella vida llena de a

isión de plasma, muebles hermosos y nuevos, un closet del tamaño de otra habitación, lleno de

su animal favorito, se lo había regalado un niño hace mucho tiempo atrás, le conoció en un con

ro, pero entonces notó lo que le había pasado y se sentó

rostro con una almohada, no tenía por qué estar pensando e

uitos. Sus ojos eran color chocolate y su piel era clara. Usaba una especie de traje chino, una blusa de color rosado claro y unos pantalones bombachos

cada lugar, pero sólo veía gente desconocida-. Creo que...

es su hermana mayor se las había encargado. Se dirigió a la enorme cocina y dejó un par

ó una joven alta, de cabello rubio, tomado en cuatro coletas y unos hermosos ojos azules, la cual lo miraba con una sonr

rtando el impulso de hablar de su hermana mayor, la cual hizo car

í de pesado, cada día

implemente no lo soportaba, porque aquel sujeto ni siquiera podía llamarse de esa manera, cuando siem

s suspiró, había olvidado lo mucho que a Guillermo l

illa de las que estaban alrededor de la mesa de la cocina y tomó una manzana, le dio una mordida y miró a su hermano menor con gracia

se quejó el chico de orbes aguamarina. Tomó una manzana también y le dio una m

e Clara se ponía fastidiosa. La rubia apoyó su rostro contra la mesa, aún se sentía ofendida, pero no iba a dejar que el

y nada menos que psicología, según ella, porque en el futuro trataría los problemas mental

e los gritos estridentes de su hermana mayor, menos mal que David -su otro hermano- aún

s toques en blanco, perfecta según él. Se sentó en la cama y posó su mano izquierda sobre las cue

e le movía en la vida, su ú

lde, de una familia esforzada. Su padre se había ido de la casa, pero constantemente les mandaba dinero para poder sobrevivir, mientras que su madre trabajaba absolutamente todo el día para poder mantenerla, ella decía que mientras viviera, su princesa no necesitaba sacrif

estapó las teclas, tocando una por una sin que éstas emitieran ningún sonido, pues tan s

a una persona que no puede ser escuchada, cuando inten

o la mirada. No podía dejar de pe

e pareció un príncipe de los cuentos de hadas, de esos que sólo se fijan en la hermosa princesa

, sintiendo los fuerte

rviosa, no conocía a nadie, además, para ella era muy difícil hacer amigos

su cintura, mientras que su mirada delataba a una jovencita llena de amabilidad

Iba tan distraída, que sin querer chocó con una persona, per

jovencita levantó su vista para observar que sin querer había manchado la camisa blanca de un chic

óneme –se disculpó una vez más, pero aqu

s, dando un salto, mientras aquel chico se atrevía a levantar la mano, dispuesto a golpearla si e

ien, de otro chico. Su cabello rojizo llamó ens

a nueva y asustada? –dijo aquella persona, con una voz ta

termine golpeando también –amenazó el bravucón, pero una

rada capaz de infundir miedo a quien fuera. Al parecer, el chico le había r

se dio la vuelta y en ese instante ella pudo apreciar su rostro, pero en particular,

es de abandonar el lugar, dejando a la joven aún paralizada, viéndolo con verdadera admiración y deslum

ller

ientras pensaba en él siempre le sucedía aquello, pues sabía que sería inútil amarlo

nciliar el sueño, cosa que le resultaba imposible. Tenía muchísimo sueño

bajó el volumen hasta cero, observando a sus padres que dejaron de bailar felices de la vida al ver

ño oscuro y ojos negros, que aún no soltaba las manos de su esposo, Santiago. Él carraspeó un

rece si practicas un poco con ese bajo que te regalamos para navid

uarto. Santiago iba a subir el volumen del radio, pero Samuel se detuvo a la mit

su esposa con intriga. Ella sólo hizo un gesto de no saber y después suspiró resignada-.

omántico –le respondió su espos

Lo tenía desde hace unos dos años atrás, al principio le encantaba tocarlo, pero había perdido el interés a medida que aprendía más, tal vez por

o –se dijo mirando al techo, el cual estaba pintado como un cie

os que se inscribirían. Había varios clubs disponibles en la escuela, entre ellos teatro, danza, periodismo,

preguntó el profesor de cabellera plateada

–gritó histérica la rubia. Samanta se cubrió los

nmediatamente Ino gritó llena de sorpresa, pues no podía creer que su mejor amiga le

s el último año, quiero hacer algo diferente, vamos –decía Samanta sonriendo, aunque sabí

obre todo si se trataba del club de música, ellas no tenían aptitudes en ese ámbito, pero aun así no se

la peli rosa, pues no pensó que Ino tamb

s, ambas se inscribirían, así qu

nstrumentos musicales. Ella estaba nerviosa, quería entrar, pero sentía que nuevamente los nervi

o a sus dos amigos. Sus mejillas se sonrojaron como siempre le pasab

e le hablaba en la escuela, pero entonces se quedó con la boca abierta al darse cuenta de quién se trat

todo, estaba frente a aquella importante personalidad y no

rada del club, que ya come

ra una chica tan tímida y dulce que le recordaba a ella misma antes de convertirse en una cantante famosa, ella era

diendo, ¿cómo podría decirle que no? Además, Guillermo también estaba ahí. Tal vez era hora de enfrentar aquel

a entrada. De inmediato, ambas se volvieron el centro de atracción de todos

sentir nerviosa. Al observar hacia aquel lugar, pudo ver que eran los ojos ag

delineó una pequeña sonrisa, para luego desviar la mirada, pero Mónica pud

l no la dejaba de mirar, parecía como si ella fuese lo más interesante del mundo, pero no la ve

que había visto; azul cielo, le parecía que det

scuchó como alguien carraspeaba. Se trataba de Eduard, que se había parad

spero que puedan mostrar todos sus talentos, y que este año sea uno muy bueno para tod

o que les resultaba aquel profesor, mientras que, Neit

l que tú –pensaba con seguridad, sonriendo alegremente sin percatarse, mientras que Hanalise, había s

r sus nombres! –exclamó Eduard, oye

sica al fin h

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