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Entre el cielo y el infierno (cielo o infierno#1)

Capítulo 4 Sucesos inesperados

Palabras:1817    |    Actualizado en: 29/11/2022

su morada, aunque le fuese difícil de admitir extrañaba su cama suave y llena de cojines, era un demonio claro, pero

un juego de recibo, del mismo color y una mesita de cristal fino, que combina perfectamente, con las diversas ventanas vidrio que le rodeaban. Le gustaba lo

urro fue acompañado de un beso robado, primero

avor, Kólasi̱? -murmuró, adi

go depositar un pequeño beso en su cuello, mirándome como si n

nteran que ruegas por sexo? -musitó l

digan, te quiero a t

la noche apenas comenzaba, sabía que no

e dibujó en los labios de Aíma. Lo tomó por el

ujó contra la cama. Él se deshizo sus pantalones, su bóxer le dieron una antesala de lo que vendría, Aíma desvistió lentamente para provocarlo y excitarlo más; hasta quedar en ropa interior, se cernió sobre él,

narse encima de él nuevamente. Se deshicieron de la poca ropa que los cubría,

ia-susurró viniénd

spondí si

e estuvimos juntos? -soltó Kó

ble! -chilló

el día de tu cumpleaños número quince, justó en el frente de

se enteraron-Aím

iró y ella levantó la ca

unca había estado con nadie y temb

mundo por ti-musitó y besó su frente, apreciando esos hermosos ojos verdes. La noche se le hizo corta y al levantarse, Aím

e encanta de ti, tienes la capacidad de sentir; no eres solo una máquina de matar; de seguro debes estar pensando en cortar mi cuello, d

cosa por ti, n

αγα

isminuir su ira; se concentró en un enemigo, al que había descuidado un poco. Esa mañana el maldito ángel moriría. Se vistió para la ocasión,

los semáforos; haciéndolos enloquecen, ocasionando así múltiples choques. Avanzo entre los autos, con una gran sonrisa en sus labios, observó unos hidrante

e por cierto no provenía de él. Le acompañaba otro hombre de condiciones similares a las suyas.

adió él horrible hombre, de su cue

s de que puediera tocarle, la pelirroja le partió el cuello, su acompañante, la miró asustado; trató de huir, p

gritó Daniel

o rato esperándote-s

aste! -gri

a escoria. Le hice un bien a la

anos-insistió u

rado, te lo digo yo, que

? -preguntó Da

pendientes, ángel

r conmigo, Aíma-

que lo hizo termino sin oj

ue matar-dij

ar-escupió lanzándole una bola de fuego, él

or, si lo hacía estaría acabada-. Entiende, tienes mi marca y una vez que la portas, no puedes escapar-le aseguró. Ella luchaba contra el dolor, se obligó a caminar, estaba

zos? -comentó Dan

ió indignada. - ¡Lárguense trio de sanguijuelas,

ió Vladimir arrojando una bola de fuego en su

dora! -chilló

a, sus ojos azules y cabello rubio, enmarcaban una sonrisa sádica; lanzó una flecha hacia Da

-susurró

va a matarle seré yo, bastardos. Lárg

otros terminaremos contigo-señaló V

ar? ¿Tú y tus nenitas

ucia perra!

reía que las ratas te habían cor

ta! -chilló con u

nta-señaló la pelirroj

interviene Daniel, c

problema, ángel-dije cansa

rostizado de án

lo va a matar soy yo-amenacé firmemente. Mis ojos se estab

segundos estaban rodeados. Las llamas eran intensas, Aíma sentía como si su piel se estuviera derritiendo; Daniel estaba pálido, perdía f

raba las llamas, que se acercaban a mí, sentía el calor

entusiasmado, per

ego no puede dañarnos. Somos los demonios más poderosos del universo-agre

dijo dul

de las llamas que le rodeaban, encerrándolos

ía a tus ojos, Vlad-añadió sonriendo con malicia; Toby se colocó frente a Vladimir; ya que el otro no podía ver; aunque sus otros sentidos funcionaban a la perfección. -Mala elección, querido-señaló, m

lmente mal, la pelirroja sabía que se arrepentiría más tarde, pero lo hizo de todas formas; manipuló el fuego con un poco de su fuego hasta abrir un camino e

r y James aprovecharon ese momento de debilidad para escapar; pe

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e amo en gri

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