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Entre el cielo y el infierno (cielo o infierno#1)

Capítulo 2 Enemigos infernales

Palabras:2286    |    Actualizado en: 29/11/2022

infierno no ne

lo encienda y ya te está

spertó Kólasi̱ con

s-se despertó Aíma alegremente,

etándola contra su pecho fornido. Ellos te

-confesó la pelirroja deslizando sus dedos

para luego colocarse sobre ella. Le miró sus bril

la joven, apartándole un

que veng

infierno! -g

o que te dije ayer, era cierto ha

ía una ducha rápida, sin duda no deseaba continuar con esa conversación. Al salir d

preguntó con el

lgo-se quejó Kólasi̱ g

qué? -susur

set, tomó un short rojo, una camisa negra est

uró Kólasi̱ acaric

sido cariño. Es

en pocos segundos aparecieron en el infierno. Es

o se siente-susp

si̱ con desagrado, eran tan diferentes, lo que a la

nes del inframundo, poseía un cabello rubio muy claro, sus ojos eran azul pálido acompañado por unas facciones

te! -gritó

-escupió desafiante, su ac

repentir! -mal

e Aíma perdiera el poco control que poseía; lo lanzó contra u

nazó mientras se levantaba del piso. Su m

a ayudarle, eran los perritos falderos, siempre tras él. Aíma Lanzó una llamarada de fuego, dejándolos atrapados en un

sangre en tus venas está sucia! -g

uñas crecieron salvajemente y las clavó en los ojos del demonio rubio. Los gritos de dolor emitidos por el joven eran desgarradores; la pelirroja no

o de mi poder! -gritó con sor

os a sangre fría, resultaba doloroso. Sus manos e incluso la camisa gris que vestía se encontraban cubiertas de sangre. La joven levantó la mirada, encontrándose frente a frente con los ojos feroces

n muy débiles-soltó con superioridad, pasando junto a

te-le reprendió Kó

ndo su cara; parecía que iba a expl

etes, hermosa-añadió él

matarlo sin utilizar toda mi

el joven, tratando de hacerle compr

ar con él, sin dañarse la manicura-añad

ncrustaciones de oro y piedras preciosas; las mesas eran de mármol blanco, cada una de ellas estaba reservada para alguien en especial, las del centro para los demonios de alto rango, como sus padres y Kovat, las de la derecha para los nephilim novatos que aún no gozaban de mi

o rubio oscuro, ojos claros y barba escasa, es el tipo de hombre que haría a las humanas pelear entre sí, solo por tener un poco de su atención. Vestía una cami

xisten traidores entre nosotros-voces y murmullos invad

a perturbadora noticia. Un grupo de nuestro bando, se encuentra colaborando con los defensores de la humanidad. ¡Nos han traicionado con

nidad? -murmuró la pelir

roma. - ¿Crees en los demonios, pero no en los ángeles? Mi querida Aíma, para que

s, de la única forma que nosotros sabemos, hasta que imploren piedad y saben que no somos pi

Vladimir, pasó ju

a una venda alrededor de la cabeza, justo sobre la zona

ces deseaba asesinar a unos cuantos de sus compañeros de clases, pero al final del día se contenía por el bien de los planes de su padre. Le dolió cuando Kólasi̱ la regresó a casa, aunque su soberbia le impedía admitirlo. Él se quedó a

Se deslizó fuera de la cama, tomó una ducha cálida, para luego ponerse su disfraz diario, peinó su cabello hasta dejarlo lacio, lo recogió en una cola

detalles rojos de estilo japonés, y junto con el look que su padre le obligaba a llevar, l

para no escucharlos de lo contrario haría una estupidez; se sentó en el tercer asiento del lado izquierdo, junto a la ventana. El autobús realizó varias paradas en

presencia, era Daniel. La joven quiso negarse, pero al dar un pequeño v

pegando su rostro contra la ventanilla. Hay algo raro en él, su

rvó sus manos, estaban cubiertas de ese líquido carmesí que ella conocía tan bien; su cuerpo temblaba, se apartó de Daniel

sucedía, estaba débil, se obligaba a mantenerse de pie para no caerse; terminó de limpiarse y vio una gran marca en la palma de su mano derecha, era de color rojizo, redonda, como una moneda, tenía algunos símbolos en un idioma desconocido para ella, nunca había visto algo así en su vida. Pasos invadieron el pasillo; por in

so. La amable mujer de pelo canoso le proporcionó un pase para faltar a clases, se ofreció a llevarla hasta su casa, pero ella le rechazó educadamente, alegando que no era neces

ir? -preguntó Kólasi̱, sujetánd

su mano. El rostro del joven palideció

e la hizo? -agr

pezó a sangrar

mal-negó dánd

centemente, se veía como lo que

s una marca celestial-murmu

-soltó des

quién eres. Esa marca es una

̱, los ángeles no existen-se mofó Aíma. -Casi

, es necesario la presencia de ángeles. ¿Cómo puedes creer en el infierno y pensar que

u carne, Kólasi̱ aseguraba que era la marca de un ángel; pensaba que andaban tras ella, notó el temor en su semblante. Jamás lo había visto perturbado, eran más fuertes, por eso no entendía su e

lo que eres; por e

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a pagar en (ruso, se p

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