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Desalmada

Capítulo 5 V

Palabras:1302    |    Actualizado en: 16/11/2022

daban de un lado a otro con flores en el cabello y ramilletes en las manos. El p

in uniforme, en ropa casual. Podían verse co

ores exóticas en el centro del salón y mucho verde por doquier. Hojas de palma y

ue ya han confirmado los grupos de España y Holand

raba. Las favoritas se ocupaban de la mesa en forma de estrella de seis puntas. Apilaban

nsayo. La cantora principal entonó la primera estrofa y las demás la siguieron. E

servada. Las chicas coquetas y alborotadas se reprendían con solo un gesto. Las más ambiciosas, aspiraban cas

procuraban era que se solucionaran los problemas en silencio. Los correctivos se aplicaban de inmediato. D

o de Dios y los seres divinos. Los postulado

no todos profesaban la misma fe. Muchos se cansaron de la estrict

scretos y era probable que su mente no consiguiera sopor

n secreto. Nadie debía saberlo. Estaba obligada

ce por ella —grita

os todos! Solo que la mayoría miente

o de personas que se alejaban del fanatismo y elegían una vida norma

nan con el alquiler de habitaciones, venta de uniformes, maracas, fotos y souvenir espiritual. La comunidad

gado le buscó

stumbrados a esos fanáticos ¡Se creen muy cerca de Dios! No me ex

u testimonio. Cuando admitió habe

ó durante años, ¿qué se puede espe

a gente. A fin de cuentas, todos, de alguna u otra manera, fueron seguidores del Padrino. Y le habían dejado. Lo cual

en. No es solo fe, es su m

dos. Este gesto le caracterizaba desde niño. Los finos mechones s

los reflejos que le ocasionaba el ardiente sol. Un nuevo estilo. Con

nuevo uno de los mechones. Y se quedó observando

ntró en escuchar lo que hablaban. No le fue difícil, porque casi grita

generaciones. Revisó y corrigió cientos de cuadernillos de himnos y fue seguidora del mismo fundador del pu

o, sin piedad. Para asignar su casa a un

me pagan? —d

mar nota en un viejo cuaderno,

a, muy conocida en las iglesias, va a co

nas tomaban partido a favor o en contr

que una de ellas notó su presencia. Se si

sonriendo—. ¡No queremos curiosos

ry, con una seductora sonrisa—. No es amable de tu parte. ¿

o estar aquí. Creo que de eso hab

allero! —Negó, con én

yo soy Herbert, a sus órdenes!

e. Fue el primero que se le ocurrió a

, encantada

es mío!, her

ita? No te vi

uedarme un tie

entre risas nerviosas siguieron charlando. En u

más, solo eso. Cada comentario que escucho me hace d

uerido. Llenos de errores y dispuestos

as las religiones, ¡me

ción. Algo que ni el mismo líder puede lograr. Es el juego del

de la vida eterna! Ja, ja ¡La

xclamó él, asintiendo con la cabez

esde el primer momento. La misma felicidad que exp

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