icon 0
icon Recargar
rightIcon
icon Historia
rightIcon
icon Salir
rightIcon
icon Instalar APP
rightIcon

No te pertenezco Morgan

Capítulo 2 Problemas en el paraíso

Palabras:1468    |    Actualizado en: 25/06/2022

ántico que nunca. Cerca de las doce salimos del recinto, queríamos pas

tamos que algunas parejas habían tenido la misma idea que nosotros. Nos recargamos en el cofr

—susurró en mi oído—. El

y otra vez en mi cabeza, me aterraba el

z baja, respondiendo de manera

se. A tu lado,

abra significaba, no era lo suficientemente feliz o miserable para considerarlo así. Estaba en un punto intermedio, casi

stioné cuanto tiempo tardaría mi padre en decirme a qué se dedicaba realmente, quizá mi madre algún día se ca

ada —lo escuché hablar en voz ba

idad se instaló en mí. A veces sentía que Alexander era el único que no me ocult

ión de que tu vida sólo se trata

endimiento, apretó su abrazo y

Sabes que puedes

debía decir. En su lugar me di la vuelta para mirarlo, deslicé mis manos a s

s al

emoción, quería hacer a

que te llev

sorpresa, inmediatamente llevó s

en la parte de atrás

o? —parpadeó

, Alexander a veces era muy in

s —so

se mantuvo a cierta distancia de mí. Comenzó a jugar con

eció el baile? —dijo i

é su corbata para acercarlo a mí, provocando

te y b

nerviosamente—,

no est

menzó a ceder paseando sus manos por mis piernas con timidez, en el m

res hacer esto? —susurró c

stoy s

o el momento, pero él no dejaba de ignorar mis señales. No sabía si era muy r

solos —me recordó—. Cu

eep negro demasiado alejado de nosotros. Podía ver un brazo colgando por la ventana del copiloto,

—dije restándole importancia—, si no er

iendo que al fin parecía comenzar a cooperar. Colocó las manos en

é? —gruñí

o formal—. Tal vez no es la manera en la que qu

no supe cómo reaccionar cuando sacó una cajita de terciopelo de su bolsillo. Sólo po

asiado conmocionada como para decir algo, él se dedi

o mis manos en las suyas—, mi madre y el señor Hamilton llegaron a algú

e finalmente había obtenido un hermoso grillete para mi jaula de oro. Sentí una lágrima desliz

n cuántos hijos ten

lo que estaba pensando realmente. Opté por quitarme de su regazo

—dijo siguiéndome, azotan

jeaba en mi estómago. En ese momento agradecí no haber heredado la natural

o a mí —solté, finalmente explotando—, yo debería d

ello, parecía frustrado. Cerró los ojos,

—dijo en tono de reproche—. Hice lo correcto, tus padres

arranque de enfado. Estaba demasiado molesta como para hablar con él, no

ra—, ni si quiera tú me tomas

rada ya no brillaba con la emoción de la propuesta. Se veía c

ndo de manera pausada—, te llevaré. A tu

enzaba a irritarme la excesiva f

e mi padre piense sobre t

imuló rápidamente con una carcajada si

é a casa —dijo sosteniendo mi muñeca—

—respondí

perdido la razón, pero no me soltó,

ras, imbécil —escu

mirándonos. Nunca antes lo había visto en el pueblo y

suntos —dije de manera abrupta, soltán

us orbes esmeralda parecía provocar un efecto hipnotizante. El extraño alzó una ce

yuda cuando te

debilitándose mientras comenzaba a sentir la asfixia. Cualquiera podría adjudicar la repentina debilidad a un desm

Obtenga su bonus en la App

Abrir