La mujer del teatro
e último cuadro dejan el alma en la presentación. Eva apenas sonríe y al finalizar la actuación todo el público aplaude de pie y, aunqu
a ella. Nunca había tenido la suerte de estar tan cerca de la leyenda del teatro
n ellos. Las miradas de Juan Ignacio y Eva se encuentran un sol
todos los invitados de esa noche se dirigen al bar
de su fiel asistente, Gabriel Mendoza, qui
iel? -pregunta la mujer deteniénd
mejor de todos los tiempos -contesta Gabriel con su típico acento c
ima, antes que cierre la compañía en España, por lo que todo, absolutamente todo, hasta el
, que hasta el último
abriel. Eres un
copa de champaña, la golpea con una pequeña cucharilla
dos -habla en voz a
responde a su anfitrio
su copa en alto-. Disfruten, esta noche es suya. -
as paredes y el espejo tras el bar, da un aire de intimidad al lugar. La mujer observa a Gabriel dar órdenes
orgullosa de nosotros. Fue una actuación
observa a su emp
re distraído. Ella jamás halaga a n
r, Eva, ¿
ieres, M
lo que hacemos, jamás hay una palabra de fe
bulosos ni que estuvieron maravillosos, mucho menos sublime
der,
lo hace avanza unos pasos y la toma del brazo con violencia. Ella se vuelve hacia él y
bes que no retengo a nadie a la fuerza, pero no me
, que ya nunca más van a actuar juntos, él no se irá a la gira con su compañía, ya tiene firmado un contrato con
a de su asiento y avanza hacia ella, sin embargo, Claudio Estay, un
io Montt, ¿
tiempo, no te había vi
entación es nuestra. Eva, La mujer del teatro, querí
a cargo de los mejore
otada-. Pero como estaban ocup
on alguna broma; desde que lo conoció, nunca habí
en serio, peladito.
no podía dejar, pero viene mañana para aprovechar
antes de irme, tengo que viajar
la mañana, nos podemos v
ica al músico interrumpe su conversación. Juan Ignacio, se decide ir por Eva, quien no ha dirigido, ni si
que no ha podido acercarse a la mujer, pide a un mozo un trag
o que no se ha dado cuenta? Juan Ignacio nota la mirada de desconcierto de Eva y no se mueve. Toda la noc
. Juan Ignacio Montt, qué honor tenerlo aquí esta n
ico", protesta el h
a -termina Eva, a las c
o en la mesita de junto
cara, ella no se amilana, sostiene con irónica mirada la penetrante vist
ocan risa, quiere burlarse en su cara de él, pero decide que jugará un rato antes de darle el zarpazo final.
, quieres quedarte
haría una
mujer del teatro", quiero saber qué tan cierta
ue quieras
abes cuánto d
a, el vaso de él, y toma un
tra copa, podríamos brinda
e caería tan rápido, pero claro, piensa, Eva ya es una mujer grande, con los pies bien puestos en la tierra y que no tiene a nadie que
a y unos picadillos. Gabriel la conoce tan bien que
s sus deseos, hasta el más ínfimo capricho, ahí está él para concedérselo, aunque su corazón sangre como ahora,
ada más con ella, porque ningún hombre sobrevive a la cama de Eva Pardo, La mujer del teatro, la que busca venganza en cada uno de sus amantes. Solo un hombre ha disfruta