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Corazon sin ley

Capítulo 5 Juguemos señorita Araujo.

Palabras:1415    |    Actualizado en: 16/05/2022

a y a su lado Arnaldo, como que no he asimilado bien lo que estoy viendo que vuelvo a ver. Pero… pero… si hemos dormido

o que me e

imentas, pero, pero y vuelvo a decir

Se han liado co

en la isla, resaca no tengo, no siento que la cabeza me vaya a estallar, pero confusión, sí, mucha. Primero ¿cómo es que he llegado a mi d

enterraré y no d

iones, para lo que vendrá después que peguen el grito en el cielo cuando se encuentren desnudos en mi cuarto y en mí

ESNUDO EN LA CAMA DE LUCIANA? ¿POR QUÉ ESTAMOS

—. Ni que fueras mojigata, para sumar uno más uno, que clarame

aja a cero al ver ambas caras de arrepentimien

nuestro lado —mi amigo da vueltas por toda la habitación agarrándose los cabellos, y se les ha olvid

mbos quedan estupefactos y después la rubia chilla para que Arnaldo tape su miembro, vaya que tiene un buen amigote

dedos eran el pene del doctor bonito —me espanto, pero ¿qué está diciendo ésta? De seg

migo al ver mi cara—. Luciana estaba

ada Judith) perdí la cuenta de cuánto

in importarme si todo e

hemos traído al cuarto al ver que ya est

ni ver —vuelvo a gritar— que me quiero morir, que esta

mo le voy a ver la cara Arnaldo sin acordarme que lo he visto desnudo, y peor aún que me

con mis amigos. Acordamos en que jamás en la vida mencionaríamos algo al respecto, es más

que hombre más divino, y está soltero, solito para mí. Todos los libros de la española me han atrapado, en particular este, tal vez es por el contenido adulto que en ellos hay, sé que existen esos tipos de club

rpleja, ¿cómo pueden permitir que otros toquen a sus mujeres de esa manera? Y ojo que no es machismo, hasta que poco a

Jud y sus pel

una broma, seguro que sí—. La angelical y dulce Luciana Araujo

canta torturarme con este hombr

odas en la clínica babean po

cias de acosador doctor La Cruz, ¿qué pensarán su

? —indaga coquetamente, no voy a caer en su

s —sonrío con picardía mientras le clavo mi mirad

la piscina contoneando mis caderas y doy un clavado perfecto, al salir a la superfici

con que pasar la noche —gruñe una vocecita que rec

s cosa de hermanos. No entiendo para qué la mandaron a custodiar con el hermano si ella tiene diecisiete años, dentro

iscina, ya solo van quedando alguna que otra parejita, las amigas de Giovann

en el oído, seguramente cosas muy excitantes para que ésta ponga cara de satisfacción, siento que estoy atrapada en las narraciones de Megan Maxwell. Me pone el v

si aceptas estar conmigo —brinco del susto

e está aterrorizando, ¿por qué me pers

po de ambas parejas ¿y sabes? —preguntó—. Leí en tus ojo

tar sus cuatro cositas bien dichas al doctorcito,

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