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La Cuarta Generación

Capítulo 4 Bajo la cama, hay un monstruo…

Palabras:2000    |    Actualizado en: 29/03/2022

teza, que cad

n poco y sie

oy can

iente, y es mi cul

te así es, ya

na importante para ti. Besar es la forma de expresar el deseo del corazón… Pero, ¿qué era

rece… No existía una forma posible de bloquear la compuerta, así que alguien vigilaba el pasillo como un fantasma pe

madre Anastasia no paraba de llorar y de gritar en la habitación contigua, se pasaba todo el día gritando y golpeando las paredes con las manos ensangren

l módulo de hojalata—. ¡Los sistemas no fun

te Gregorio Torrealba fue con un par de hombres y lo golp

ntalón blanco de la pila de ropa que tenía en un armario. Buscó entre las camisas,

bía visto nada así, había leído sobre animales pero este le helaba la piel. El ser largo y negro

con el puño pidiendo auxilio. El animal desmembrado tenía una gran boca negra y colmillos

con una descompresión

ió Jesús, un hombre alto y de

a, estaba en ropa interior gritando… Y se sintió muy

mitió nerviosa—,

ón. La Generación de las Luces que creció rodeada de experi

er ruido, se agachó junto a la cama y… María esperó que e

hay

n la garganta… Estaba vacía, habitada por el polvo de las células muertas. Quedó como u

feliz en su ignorancia… Su inocencia… Permaneció con la espalda pegada a la compuerta fría y con la vista fija en la cama de

e se había orinado… Tenía los pies mojados y estaba sentada sobre un charco negro que olía a sangre… Veía rostr

asustadas como si un terremoto sacudiera el cubículo. El cauce crecía con un sonido atascado, cuando intentó abri

Las luces se sulfataron con un olor peculiar de vidrio fundido. Quedó

uerzas mientras se lastimaba la

voz varonil—… Apágal

el. El hombre anciano la miró con los ojos enmarcados en profundas ojeras, vestía el uniforme blanco manchado de negro en di

ritó con la v

jate

sta la garganta y desaparecieron. El mundo desapareció por completo… sólo quedab

a mierda sentada en el suelo de acero frío. El rostro pálido de Victoria Carv

te m

y moretones. Se levantó y un dolor atroz la desorientó… El mundo desaparec

l almirante Gregorio Torrealba la miraba y se pasaba una mano p

hombros—. Ve monstruos y alucinaciones por el encierro. No sé qué tienen to

ría con ceño fruncido y los labios apretados

do rasguñarse

ndo sus piernas con las manos frías, su piel blan

a como si descubriera una herida cargada de gusanos

reguntaron Jesús y

rguió todo lo que podía y

ra de

rió mucho los ojos y Jesús se mostró incrédulo, pero

maba tanto que quería cerrar los ojos para siempre… Gregorio arrancó la sábana de la cama de un manotazo y se la t

e hizo es

Saberlo era horroroso… Y un extraño remordimiento la culpaba por el disfrute del cuchillo perforando su caja torácica, la sensación de los huesos en

ad

n ante las luces rojizas del más allá… Nadie… Nadie… Nadie… Se escondió en la gruesa sabana

lguien te está haciendo cosas muy malas… Puedo ayudarte… ¿Quién

er. A mí nunca me gustó ese tipo… pero ella de alguna forma lo amaba. Estaba enamorada de ese hombre retorcido… Cuando descubrí los moretones

que le quitaría la custodia… La mató a golpes antes de que llegará y… Hice lo que

bién sabía cuales eran las consecuencias. Sabía que si contaba la verdad

nsó en un nombre y saltó al abismo. Un salto de dignidad... No ha

o no quer

mo una estatua simiesca. Cuando abrió la compuerta, la descompresión fue un leve silbido. Escuchó unas pesadas botas de go

e, señ

de aire y un crujido atronador, el joven delgado cayó de rodillas chorreando san

uerta posarse en ella por un segundo, justo antes de que su cabeza reventara por la barra, re

o subía y bajaba… Los prisioneros en el pasillo trece l

o con asco. Detrás de ella la seguía Victoria con recelo, sus mechones rubios se agitaban y se marc

e—... ¡Cada quien a su módulo! ¡Nadie puede salir! ¡De ahora en adelante, se hará lo que y

a abrió y arrojó el cuerpo de Jesús como si fuera un saco de verduras. El olor del módu

arpadearon

l fondo asintió débilmente y se deslizó h

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