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Esos dos mafiosos son míos

Capítulo 5 "Soy un Campbell"

Palabras:3208    |    Actualizado en: 11/03/2022

volución de las corrientes de las profundi

ra es mi tipo. A mi me van más las morenas, las chicas que fingen ser

uiero doblegar esa rebeldía, cree que no me doy cuenta de la rabia en su mirada cada vez q

disfruta del miedo reflejado en su mirada. Solo que ella es diferente, ella da

ar de ella de una cadena como lo hago esta noche. Pero la realidad es que no me importa, si aun

o supiera que la quiero tener en mi cama no la hubiera comprado. La verdad no pensaba pagar el dineral que Mi

risa la rubia que esta con su

tal y luego de verme reflejado en su mirada un sabor agridulce se apoderó de mi boca. La rabia del momento me cegó, estoy c

rean libres de hacer con tu territorio lo que gusten. Si lo permites hoy son tus territorios,

y me pongo de pie para ir a

s ojos como pocas veces lo hace. Me coloca una mano en el pecho y me empuja haciéndome caer nuevame

o quiero comport

por que se que está bajo el efecto de la pastilla y que como toda c

pastillita mágica deje de hacer efecto vas a

hacer lo que de verdad quiero —roza su nariz con la mía y me

sus caderas sobre mi. Dios es testigo de que intente contener el animal que llevo dentro, pero los m

no existe por que al montar encima de mi debió quedar en sus caderas. Tomo su cabello suelto con mi mano haciendo una

tan hermosa como siempre a sido y cualquier excitación que tengo desaparece. Tumbo a la rubia a mi

a rubia de pies a cabeza y suela una pequeña risa— Siento

á Leila —o

a de las tantas propiedades de nuestra familia, los Campbell y es que tengo una reu

aproxima para pararse a mi lado cuando me detengo fr

s con tres chicas —me indic

os la reunión, esta vez no Celina —veo de reojo c

quede la rubia, si, tu mirada lo dice

e acostumbramos a tratar Celina,

, por que después de todo lo sucedido no me lo cr

trata de negocios con hombres jóvenes prefiero que se mantenga al margen. Las esposas no se tocan, pero cuando se trata d

puedo evitar mirarlo, vino a un club nocturno con traje y claro que como es una noche

n su idioma como una clave para que sep

e una seña a una de las chicas a su lado y esta pasa a esta

cuello de mi camisa me mira fijamente y me regala una sonrisa se

do o al menos comprometido —suelta una

nte para reír luego por tan

s tener más de una mujer cerc

a Armin hasta la entrada de la sala vip y no me sale de la cabeza la imagen de Leila sonriendo a ese chico que no le quitaba el ojo de encima. Po

e indique con la mano al chico que se encontraba aun hablando con la rubia que viniera. Se acercó

—le ordené en un tono severo que denot

rdadero problema con la que dice ser la justicia matar a

obsequio —su mirada brillosa recorrió el cuerpo de Leila con ad

óxima —tomo la cadena sombre el sofá mientras continuo hablando— Conseguiré

ste club, no importa si anda por el lugar sola siempre y cuando lleve la cadena puesta sabrán que tiene un dueño. Las reglas

e arreglar —inconforme con mi respuesta

e significa que entendió que si no hace lo que le digo hay consecuencias. Me tiro

e una pausa para tomar el Martini de la bandeja que le ofrece

ede escucharlo incluso aun que vaya a morirse y

n poco, dejemos los ne

ar los dedos y que colocaran la música en la sala un poco suave, observo a

la tomo por las caderas mientras ella besa mi cuello y cierro los ojos para dejarme llevar. Vuelve a m

quién está junto a mi y todo se arruina cuando p

ado? —tiene una voz ronca que entorpec

La chica se levanta con los ojos abiertos como si nunca hubiera visto una de estas, quizá sea el miedo

—le exijo y con la boquilla de

a risa y sigue con lo suyo. Se está besando con ambas chicas que no dejan de tocarse entre ellas

la lencería sexy que trae debajo. Mi mirada se dirige a la puerta principal que se abre, veo a la rubia q

cha. Me encanta saber que no tiene miedo de hacerme enojar, que me desafía

amino hasta la barra de bebidas, observo al chico que enseguida me empie

observo servirme tanteo mis b

y mientras siento el vicio pasando a mi

poniendo una pausa a esas zorras que están tan

spondo y veo como se acerc

a cuando ella comienza a tocarlo— si no te importa Bastián

tuyo —suelto el humo ahogando una

peligroso mi querido Bastián —le da un

—respondo alejándom

as mujeres es que se abran de piernas y giman tu nombre hasta hacer que te corras. A mi edad quieres u

día a día. Desde que esa mujer se alejó de mi vida me volví esto que soy, no se como llamarme a mi mismo, algunos me dicen que no t

er a experimentar esa sensación de aventura y de adrena

de una rubia al estar de espaldas, pero ninguna ni siquiera se le iguala y no logro encontrarla. Pensé que podría e

que me da tanto asco entrar. Paso una cortina negra y luego una roja, camino por el pasillo largo donde esta lleno de habitaciones que no tienen pu

go miro al chico que está sentado platicando con ella. Maldigo tener que verlo, Mi

su rostro y en cambio me regala un gesto de desprecio. Por su parte Milán me mira restando i

y quisiera saber si algún día me quisieras acomp

stoy aquí —digo sentándome en medio de am

amos teniendo una conversación —protesta la rubia m

o te educó así —

an hablando, vamos Leila —le o

si hubiera dicho el mejor chiste de mi vida y no

e corresponde estar con ella —se mofa cruzando su pierna por encima de la otra— Cuando

quí —presiono mi quijada y saco mi teléfono— Te voy a

fiere la rubia rápid

trás con mis aires triunfantes una vez más. Cuando pasamos por el área de los fumadores Leila tomó una de esas pas

ue te soporte —me analiza de arriba a abajo con un ges

y la tomo por la muñeca obligándola a seguirme. Salimos del club,

yo soy quién mando y que no importa cuanto quiera resistirse

nosotros y es muy irónico que sea él quien nos

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