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Siniestra atracción

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Capítulo 1 Prefacio - Cuando los sueños son la ventana al alma

Palabras:1089    |    Actualizado en: 06/03/2022

ta con ese suave tono amable, sin embargo,

evo –admite con algo de cans

rah suspira, es su sexta v

–muerde su labio

hermosos ojos verde aguamarina que le recuerdan al mar embravecido; Sarah O'Malley,

rah como un favor a su sobrina, pues

después descubrió por qué. Sarah tenia pesadillas, algunas veces, tr

ura. Tuvo ese sueño tres noches seguidas, pero en la cuarta noche, todo cambio. Desde el techo, Sarah veía una sombra que se extendía por todo el

ue una sombra, sino varias; todas se apilaban alrededor de su in

e acercó y comenzó a estrangularla, su cuerpo no parecía responder, pero su "alma" sí. Sarah grito, ocasionando que se despertara Am

ue de las sensaciones? –d

ira serio, de manera profesional

s otras, era mi "alma" la que sentía t

ás cardenales y moretones? –Sarah se

–ella clava su vista en el

eron? –pregunta suave, alent

a mientras aprieta con fue

e vi –comienza con tono suave, como

criticar, sólo deseo ayudarte. –Sarah asiente

mbas partes–. Mi cuerpo no se movía, pero yo me estremecía ante el toque –admite con las mejillas sonrojadas–. Sus dedos fueron sustituidos por sus labios, haciendo el mismo recorrido; le siguió su lengua –había cerrado los ojos queriendo evitar la mirada del doctor–, desde la posición que esta

pezón, después tiro de él con los dientes, y por último, succionó, ocasio

terminó, comenzó bajar por mi abdomen hasta mi...

e del sueño, cuando le ha contado lo del pecho; aunque que es peor que

pechos –dice bajo pero con voz decidida–. Mi cuerpo era un mar de sensaciones, y entonces, él se levantó, soltó mis pechos y se situó en medio de mis piernas; sabía lo que venía a continuación, abrió más mis piernas y con una, aunque precisa embestida; se introdujo dentro de mí –frunce el ceño, la sensación había sido muy real–, grite y me retorcí; aq

egundos de análisis–. Necesitas salir más, conocer

–dice mientras asiente, Amanda solía d

erra el cuaderno y lo deja en s

gan –ella le dedica

h se levanta y camina hasta la puert

bús y regres

an le había dicho que las sombras no eran más que recuerdos repri

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