El Corazón de una Princesa
TE! – grité
guardias pararon de impartir el castigo y yo perdí el control de mis acciones delant
no podía estar aguantando más esto, era algo injusto, por culpa de unos gobernantes crueles e injustos
maba las órdenes solo sin pedirme permiso a mí por lo que sentí como cada una de
con una voz que ni yo sabía que en mí existía
orpresa que seguramente todos tenían y
amudeó nervioso y hasta podía de
rden soldado – se volvió a r
o volteé a verlo furiosa, me importaba poco tener de fondo a todo el pueblo q
os guardias – No creo que el Rey quiera que arme un escá
murmuró audiblemente para mí
sto no es justo – m
el control – dijo con mucho más disgusto del que quisier
ar, los guardias con indecisión se vieron uno al otro para luego apartarse un poco de los ho
ECUCIÓN! – volvió a gritar el Rey – SIGAN O USTEDES SERÁN LOS EJ
hombres el valor que entró en mí hizo que perdiera el temor y que me importara poco lo que me sucediera. Me acerqué a paso decidido y cuando el brazo del soldado se balanceó para atrás yo tomé la punta de ese horroroso artefacto
me reconocía y por la cara d
z y me tomó por el brazo hacié
en un siseo, vi en sus ojos que no tendríamos una riña demasiado pacífica
stoy evitándote problemas, el pueblo no estará contento con
– apretó mi brazo lastimándome con fuerza y taladrándome con su feroz mirada con hambre de lastimar a alguie
calabozo – imploré sin que los demás se dieran cuenta, aunque el espe
ley, yo soy el Rey, ¿tanto te cuesta digerir el mensaje? Aún no es tu tiempo y todavía debes seguir aprendiendo
ágrimas de enojo e impotencia eran las que nublaban mi vista. Traté de soltarme de su agarre, pero
ía cómo podía. Les ordenaba a los soldados seguir azotándolos hasta la muerte co
escuchar los lamentos de los hombres y los sonidos
i muñeca y me atrajo hacia atrás del carruaje
tan vergonzoso y fuera de lugar? – me reprochó enojada y al mismo tiempo avergonza
or necesidad, porque no sabían que hacer, por desesperación, los están matando frente a
es, tú eres la Princesa de Costa Mein, lo que te debe importar nada más es que esta gente pague sus tributos a la corona, que en realidad te preocupe conseguir marido y que solamente
tiendes y creo que jamás lo harás – mi decepción era mayor a muchos otros momentos, días y años. Limpié m
porte o de juego – Por favor, te lo ruego – dije al momento en que no medí mis acciones y me arrodillé frente a él
olestándome? – siseó con f
en nada y beneficiará en mucho – rogué sin hacerle caso. El volvió a tomar mi brazo
pero sí me castigaría – A pedido de la Princesa, se les dará otra medida disciplinaria a estos mugrientos ladrones. Pasarán un mes encarcelados sin pan y sin agua – muchos ovacionaron el cambio mientras qu
ente hacia el pueblo, muchos de los que ahí estaban me sonrieron agradecidos, otros me veían con pena y otros con molestia, sabía que no
bres al calabozo. Mamá me jaló hacia el carruaje
que era más personal. Ahí era donde se hablaban los temas más importantes, complicados o con
por mi columna vertebral. Mamá se sentó en uno de los sillones mientras comenzaba a serv
rigió al ventanal que daba hacia uno de los tan
empezamos por ahí un gran listado le podría escribir, fruncí el ceño y crucé mis brazos – H
sin dejar de ver el suelo. Sentí como papá llegó hasta
yo apartaba mi mirada, sí, a veces no me sentía tan valiente, apartar la mirada era un escudo efect
rlo padre y aquí sigo – respondí
s a arrepentir querida hija – me soltó – Te vas a arrepentir de
cido, papá jamás me había amenazado
gan que no tendré permiso para salir de nuevo – sí, ya me habían castigado antes con eso, me valía poco si sa
presentaba de verdad peligro, no creía que papá me lastimar
ces? ¡Ha
te daremos un castigo ejemplar que esperemos te haga reflexionar y recapacitar – sonrió de lado
se trata?
a sentirme acorralada por alguna razón – Si antes habíamos respetado tu decisión y deseo de buscar a alguien y casarte por amor, ahora eso
. No, por favo
r cosa menos esto – me acerqué a papá de inmediato – Padre no, te lo suplico – volví a arrodillarme por segunda vez ante él y tomé su mano mientras una catarata de lágrimas mojaban mis mejillas – Eso no, un casamiento sin amor no
castigo a la altura, para que al fin entiendas que no puedes hacer lo que te dé la gana y más si nosotros aparte
castigos, eso para mí no es cast
te ganas por no escuchar, además nadie dice que no puedas encontrar el amor
an a hacer una buena elección – me paré del suelo furiosa – Mamá me diste tu pala
Shinees, no nos hagas tomar m
stigo ya me llevaron hasta las profundidades – mis lágrimas era