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Amante del paciente viudo

Capítulo 8 4. MILO

Palabras:1243    |    Actualizado en: 27/01/2022

r primera vez Ariana y yo nos dijimos te amo. No es que no lo supiéramos, si lo sabíamos

otra decoración. A pesar de mi renuencia de estar aquí hago un esfuerzo extra solamente por Diego, pero siendo sincero conm

s estuve ahí o cuando Ari estuvo internada... quizás. Ella no pareció conocerme por eso me hace dud

vez mientras todos hablaban. Todo fue de mal en peor cuando salimos del restaurante y pude divisar el mar y cielo en todo su esplendor haciéndome

to y no sé por qué, ya que no noté segundas intenciones de ella hacia a mí. Y aunque las hubiera, en mi v

ctora al ver como cambie mi sonrisa por un ceño frunci

pero tampoco es quien para tomarse la libertad de fotografiarme. Sin emb

e mientras le paso por un la

la. No es que me caiga mal, no, pero no tengo ánimo de ent

usto donde yo segundos antes estuve parado y suspira cuando observa lo mismo

oledad. Sigo andando detrás de los chicos y saco el pequeño móvil donde encuentro o

? -Diego se acerca cu

cr

? -pregunta la me

do una vez más cortante

mayoría están tomando el sol. Me les uniré con gusto. Por inercia camino hasta donde solíamo

cto -dice Maya parad

me di que

e las mochilas-. Vayamos más adelante, hay un

esa ante mi impulsivid

a vez responde Diego. Si

as. ¿Será que así es la existencia? En un momento estas aquí en la tierra dejando huellas por donde caminas, y en un abrir y cerrar de ojos todo es borrado por algo. U

de mis cavilaciones, es el tacto de la mano

ue dejé de caminar y me quedé

, c

onde los novios ya están acomodando sus cosas pa

tensidad, y yo me giro a verla con en

reto. No a conocerme, si no a afirmar q

o es necesario hacerlo para ofrecer mi ayuda, pero pa

nmigo? Y aparte de todo se cree mi psiquiatra... Me tom

o de sermonearme. Que me hayas salvado la vida, cosa que no te a

felices de haber salvado una vida, lo que no sabían es que yo no quería ser salvado. Aun así en medio de toda esa alegría, el

que aceptes ayuda y si no lo haces cumplirás al final el pr

ojos, no hay compasión. Ella juega ser mi juez y y

ue entre más camina en dirección contraria al mar, las olas menos alcanzan a borrarlas. Quizás eso es lo que necesito

ño. Dejo mi mochila y saco un tapete para sentarme sobre

gusto por Diego, su antigua novia fue un d

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