Amante del paciente viudo
que parece una larga noche pero en realidad no es así, comencé a las seis de la tarde; veo el
falleció; el dolor de su perdida no solo ha dejado un espacio vacío en mi cama sino también en el primordial lugar de mi corazón. He ll
e sus manos sean las anclas que me sujetan a la realidad y me elevan a la paz. Un futuro sin ella no es futuro
in ella, ahora nada tiene sentido. No habrá quien me llore, ni padres, ni tíos, ni hermanos así que no siento algún pesar o remordimiento por lo que deseo hacer. S
po que me reún
sta la recámara, la dejo, por un lado, en la mesa de
uy pronto, mi princ