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LA ASISTENTE DE PRESIDENCIA

Capítulo 4 │Calmar ese fuego│

Palabras:1497    |    Actualizado en: 20/01/2022

ave piel, se permitió besarla y saborearla de la forma más perversa que había imaginado, su disposición lo alteraba y más al saber

más minutos y segundos del incomparable placer

no entendía las razones por las que don Maximiliano la apreciaba y la protegía, sentía que entre ellos pod

ella era como un ángel, su piel mostraba tersura y suavidad y qué decir de sus ojos que eran como dos luceros, brillantes y e

rla de verdad en mi cama, desnuda y lista para follarla hasta el cansancio

escaleras hacia el comedor para re

ues de tus achaques? Visitaste

padre, tenía un mal presentimiento con relación a su estado de s

un poco de fatiga, y le comenté del constante cansancio y dolor en el pecho. Me

ijo qu

a no alarmarme en el momento y est

ano, hijo, ¿De qué tan

e don Maximiliano hizo acto

preguntaba a mi padre si h

tus síntomas son necedades de vi

or— la verdad ya estoy viejo, y quiero es

a conversación sonó el móvil de Artur

con los mexicanos y no quiero que algo salga mal. Padre por favor

r de la eficiencia de Rebecca, e

ado, tiene todo prepa

re, nos vemos por la no

ate mucho —respon

que debo dejar listo antes de retirarme —respondió el mayo y se

s a dejar la presidencia? ¡E

alabras de su padre, deducía que por fin iba a ser e

uevo presidente. Estoy tan feliz de tu decisión. Ya era hora que te retiraras y nos dedicáramo

un mujeriego insensato y poner de su parte en ser responsable co

mostrado con los nuevos contratos y los indicadores de rentabilidad todo mi esfuerzo y dedicac

s logrado mucho y me has ayudado a sacarla adelante, pero porque he estado encima tuyo a cada rato. Por ti mismo no lo hubieras hecho. Ya la hubieras

mí a cada momento. Nunca dejaría caer la empresa y eso lo sabes —respondió—. Además, yo no soy culpable de ser

ta de los regalos caros y el despilfarro cada vez que te da la gana? —reclamó con enojo—. Ya no más

truco sucio tienes bajo la manga

isa socarrona y se dirigió a su despacho. —Ya lo

cto a la empresa, las palabras de su

°-°

aludó al conserje mient

señor ¿Qué t

ascensores donde ya el personal se está agrup

odos saludando con una leve sonr

s o de sus sueños, esa que ocupó su mente y no lo dejó dormir. La vio radiante, hermosa, con ese aire de ino

esa carita de mosca muerta

una esquina, como tenía por costumbre. Arturo subió inmediatamente colocándose al otro extremo sin deja

uedaron solos la acorraló una vez más entre las paredes metálicas y su cuerpo, colocando sus palmas a cada lado de el

pierna humedecerse, ese hombre la descontrolaba y la hacía sentir un fuego abrazador quemándole la piel, así como lo sintió casi tan real la noche anterior mi

probar, vio como ella se los humedeció con su rosada lengua. Esa

go, con solo imaginarla

le sucede! ¡

te lo aseguro —afirmó encimando más su cuer

del otro, la tensión sexual era tan palpable que solo faltaba

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