Más que amantes (eso éramos)
oso con sus libros; él trabajaba por guardias. Este fin de semana regresaría. Yo debía haber terminado el libro para ese entonces. Sin desmerecer que era un portal de cono
n abrir y cerrar de ojos. Toca
¿Katrina s
en voz alta–
enía, preguntar a Alejandra
egó est
e llevo el libro que
voy don
n un rato. Me doy un
e por mi cuerpo y mis pezones. Mojo mis cabellos, me enjabono, acaricio mis senos, mi vientre, mi pelvis, se desatan mis manos por todo mi
blusa de tela suave. Camino hasta la casa de Alicia. Afuera veo que están Carlos
mo estás?– me p
tentando reconocer
– saludo co
l. No e
a. Acompáña
, vecina– a
una cerveza
e presenta a su otr
está es
anta, me saluda
digo por la referencia, d
otras, prefiero no decir nada. Lo cierto es que estoy un poco dispersa. Me había hecho tanta ilusión de que esa otra persona fuese él. Mas no
milagro, mira quien vi
a. Y aunque no quería ver, sentía en mi corazón, qu
dijo con su voz
es una cosa bien sorpren
Alzé la mirada para verlo, él ya me mi
mientras estrechaba m
endo, trataba de evitar
mpa?– pidió señalando la ca
encargaba, Carlos buscaba las verduras; David, Ángel y yo, hablábamos de política. Discutíamos en realidad
quería encontrarme con su mirada. Si lo veía, se daría cuenta de
pude evitar más y
el libro?–
para evitar que cayera al piso. Lo tomó y colocó sobre
é parcamente–Realme
s algo torpes en él hablar. El reía por t
entarse a mi lado. Me entregó el plato con la comida, destapó dos cervezas y comenzó a platicar
o más distante. Cuando Luis llamó a David, este se levantó; hábilmente él ocu
e verlo. Aún así, lo anoté en mi celular. Carlos se acercaba y decidí aprovechar para leva
sentados y me veían como una manada de leones ven a un venado acercarse. Me sentí acechada. Tal vez sería bueno irme. No er
roximaba con Alejandra. Esa serí
locó detrás de mi silla, me abrazó
e madre me llama. Como dicen por ahí, ¡muje
arlos con el destapador en la
do casual que él, a quien no esperaban, estu
da para ella y Katrina. Se sentaron en el comp
í de cada uno de ellos, le entregué el libro a Carlos y me vine a casa. Mie
por un rato, había conversado c
é a desvestirme, me recosté
o. ¿Y si había anotado el número mal? Alguien tal v
o que asumí que debía ha
o sobre la mesita de noche. Ya estaba casi dormida, cuando oi la vib
pero que descanses. Me
galopantes. Sonreí de emoc
ente Ángel. Feli
. Estábamos sintiendo lo mismo. Vibrábamos e