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Acero y carne, 9002-9027

Capítulo 3 La añoranza de Dorothy

Palabras:1625    |    Actualizado en: 23/09/2021

glas de la física: giraron los planetas y sus lunas las veces que les correspondía alrededor del Sol y sobre su propio eje; cometas y asteroides pasaron y, yendo y viniendo, trazaron órbitas indiferen

e, curioso detalle que hacía parecer a aquel planeta conformado por dos semiesferas separadas por un espacio indecible entre ellas. La joya del sistema solar, Saturno, continuaba invicto en su superior belleza, aún sus anillos igual de brillantes girando sin pausa en derredor y no descansaba el astr

que cayeron sobre aquel mundo sistemáticamente, habiéndose optado así por el método más sucio, pero el más económico y rápido, para iniciar la terraformación marciana, amenizado el proceso por constantes destellos nucleares que estremecían aquella enloquecida atmósfera. El impulso y determinación humana fue tal que incluso se hicieron estallar bombas en las órbitas de Fobos y Deimos y, dado que estos satélites eran tan minúsculos, fueron desviados, precipitándose sobre su planeta regente. Similar acción se llevó a cabo con otros asteroides y cometas cercanos, con lo que se buscaba, además de aumentar el calor planetario, introducir los elementos químicos faltantes en ese astro y que se encontraban en aquellas masas menores que vagaban por el sis

ce horas, treinta minutos y treinta y seis segundos— ya Wolf hacía su periplo celestial en el cielo de aquel mundo. Su gravedad era casi idéntica a la terrestre, ligerísimamente menor, justo de 9,77 m/s2, una feliz coincidencia que, junto al hecho de que fuera un planeta pétreo con una enorme cantidad de agua líquida —casi el triple de la contenida en la Tierra—, una atmósfera un poco más gruesa que la terrestre —y de paso más q

misma textura, e incluso, visto desde Novaterra, tenía un tamaño similar. Se discutió mucho en torno a su nombre: unos, afincados en su similitud al viejo astro hermano de la Tierra, proponían llamarlo Novaluna, Nueva Luna o Selene; otros se oponían rotundamente y defendieron nombres novedosos, como Shanti, Deus, Zeus y tantos otros. Al final la llamaron Atenea, en conmemoración a la antigua diosa griega de la sabiduría, pues se llegó al consenso de que sería necesario para el hombre tener la sabiduría suficiente como para comprender las causas por las cuales habí

xpulsados y, dependiendo de su composición, el matiz de la fina atmósfera variaba de acuerdo a las partículas suspendidas en ella y su superficie era cubierta por un manto de cenizas y escombros. Unas veces era azulado, otras, algo verdoso; incluso, durante unos años se hizo un mundo tan sombrío que casi no se le notaba en la noche, por lo que parecía un disco gris oscuro contra el cielo negro nocturno. Pero luego de un tiempo, invariablemente, se volvía otra vez amarilla y resplandeciente, como un pequeño limón flot

s de cine le permitieron al hombre nómada del espacio entender cómo había sido la vida en un planeta. El deseo y la lucha de Dorothy por volver a su hogar era un argumento más que nunca vigente para esos desdichados, convirtiéndose, a pesar de su infantil argumento, en una de las cintas más vistas y estudiadas durante el viaje espacial. Cuando finalmente los seres humanos, luego del largo viaje y del gran esfuerzo de conquistar y terraformar aquel

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1 Capítulo 1 1. El llanto de exilio2 Capítulo 2 El llanto del exilio (Continuación)3 Capítulo 3 La añoranza de Dorothy4 Capítulo 4 El sol múltiple5 Capítulo 5 Destello de mar6 Capítulo 6 Vida (I)7 Capítulo 7 Vida (II)8 Capítulo 8 Vida (III)9 Capítulo 9 Vida (IV)10 Capítulo 10 Vida (V)11 Capítulo 11 Vida (VI)12 Capítulo 12 Vida (VII)13 Capítulo 13 Ojos Absortos (I)14 Capítulo 14 Ojos Absortos (II)15 Capítulo 15 Tierra Blanca (I)16 Capítulo 16 Tierra blanca (II)17 Capítulo 17 Tierra blanca (III)18 Capítulo 18 Tierra blacna (IV)19 Capítulo 19 Tierra gris (I)20 Capítulo 20 Tierra gris (II)21 Capítulo 21 Tierra gris (II corregido)22 Capítulo 22 Tierra gris (III)23 Capítulo 23 Tierra gris (IV)24 Capítulo 24 Tierra gris (V)25 Capítulo 25 El tránsito de los esclavos (I)26 Capítulo 26 El tránsito de los esclavos (II)27 Capítulo 27 El tránsito de los esclavos (III)28 Capítulo 28 El tránsito de los esclavos (IV)29 Capítulo 29 El tránsito de los esclavos (V)30 Capítulo 30 Protocolo secreto número 25 (I)31 Capítulo 31 Protocolo secreto número 25 (II)32 Capítulo 32 Protocolo secreto número 25 (III)33 Capítulo 33 Protocolo secreto número 25 (IV)34 Capítulo 34 Protocolo secreto número 25 (V)35 Capítulo 35 Protocolo secreto número 25 (VI)36 Capítulo 36 Protocolo secreto número 25 (VII)37 Capítulo 37 Protocolo secreto número 25 (VIII)38 Capítulo 38 La gente de hielo (I)39 Capítulo 39 La ente de hielo (II)40 Capítulo 40 La gente de hielo (III)41 Capítulo 41 La gente de hielo (IV)42 Capítulo 42 La gente de hielo (V)43 Capítulo 43 La gente de hielo (VI)44 Capítulo 44 La gente de hielo (VII)45 Capítulo 45 La gente de hielo (VIII)46 Capítulo 46 La gente de hielo (IX)47 Capítulo 47 La gente de hielo (X)48 Capítulo 48 La gente de hielo (XI)49 Capítulo 49 Un beso vacío (I)50 Capítulo 50 Un beso vacío (II)51 Capítulo 51 Un beso vacío (III)52 Capítulo 52 Un beso vacío (IV)53 Capítulo 53 Un beso vacío (V)54 Capítulo 54 Un beso vacío (VI)